Las fuerzas políticas ante el cambio de gobierno

El cambio de gobierno abre un nuevo tiempo político. Sus consecuencias ya han empezado a dejarse sentir. Lo que fue imposible en 2015 y 2016, impedir el acceso de Rajoy a la Moncloa, ahora ha sido posible en condiciones aparentemente más difíciles.

La fuerza que lo ha permitido no tiene su centro en la sentencia del caso Gürtel, sino en la voluntad mayoritaria por acabar con las políticas que representa el PP, impulsada en la calle en numerosas movilizaciones pero también representada en el parlamento.

Este terremoto se ha expresado en múltiples direcciones, y ha afectado a las posiciones, o a los cambios de postura, de las diferentes fuerzas políticas.

El PSOE ha presentado una moción de censura, al día siguiente de hacerse pública la sentencia del caso Gürtel, porque esta vez podía ganarla. Ha existido habilidad y audacia por parte de la dirección socialista, pero también y sobre todo una presión popular y de las bases del partido, las mismas que permitieron el retorno de Sánchez, para presentar una enmienda a la totalidad a las políticas defendidas por el anterior gobierno.

El PP no es el mismo que hace dos años. Está más débil, porque el rechazo popular ha crecido, a pesar de que ha ofrecido concesiones como las subidas de las pensiones. Y el PSOE tampoco es el mismo. Se ha renovado. Con Susana Díaz al frente hubiera sido más complicado aglutinar una mayoría parlamentaria suficiente para que la moción triunfara.

También los acontecimientos han afectado a la posición adoptada por la dirección de Podemos. Una buena parte de sus votantes le recriminó el veto que impidió en la doble vuelta de las generales hacer realidad un gobierno de progreso. Ahora no está en condiciones de repetir el mismo error. Por eso Pablo Iglesias anunció inmediatamente que apoyaría sin condiciones la moción presentada por Pedro Sánchez.

Las corrientes políticas de fondo han afectado incluso a las fuerzas independentistas. La movilización ciudadana en Cataluña, en las urnas y en la calle, ha impedido avanzar por el camino unilateral. Por eso la dirección del PDeCAT ha desautorizado esta vez a Puigdemont, partidario de no respaldar la moción.

Y ha encontrado eco en el PNV, cuyo pragmatismo le ha hecho valorar los pros y contras. Era mucho más caro permitir la continuidad de Rajoy, enfrentándose por ejemplo a un movimiento en defensa de las pensiones que tiene en Bilbao una de sus referencias.

También las fuerzas políticas que no han apoyado la moción presentada por Pedro Sánchez han sufrido las sacudidas.

Ciudadanos ha cometido un error político, poniendo por delante la exigencia de una convocatoria inmediata de elecciones. Como se ha puesto muchas veces de manifiesto, la regeneración democrática que sus votantes exigen es imposible de la mano del PP. Al enfrentarse frontalmente a la moción ha perdido la oportunidad de influir en la nueva situación política, quedando temporalmente descolocado.

Y el PP se enfrenta ahora a una renovación obligatoria. El inmovilismo de Rajoy ha dejado paso en unos pocos días a la convocatoria de un congreso extraordinario donde no habrá ningún “dedazo”, votarán los militantes y seguramente se presentarán diferentes candidatos.

Lo que ha sucedido es importante, pero no cierra nada sino que abre un nuevo tiempo político. Necesariamente móvil y fluido. Las nuevas encuestas publicadas tras el cambio de gobierno dan al PSOE la primera posición. Hay que tomarlas con cautela. Pero reflejan un vuelco que expresa la fluidez de la situación.

En lo que suceda a partir de ahora va a influir la posición que tomen las diferentes fuerzas políticas. Si el PSOE consigue aglutinar mayorías parlamentarias, eso le permitirá dar mayor estabilidad al gobierno. Y el PP debe reconstruir un liderazgo y un discurso desde la oposición.

Si Podemos opta por cuestionar “por la izquierda” al nuevo gobierno se volverá a enfrentar a una mayoría de progreso que lo que demanda ahora es aprovechar la oportunidad abierta. Y Ciudadanos tiene una nueva ocasión para negociar apoyos al nuevo gobierno a cambio de impulsar puntos de su programa.

El panorama político sigue abierto. No está decidido qué va a pasar. Pero desde luego el escenario ha cambiado a mejor.

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