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Las familias españolas reducen la compra de comida por falta de dinero

El paro, las subidas de impuestos y las rebajas salariales se han combinado en los últimos meses no solo para contener el presupuesto que los hogares españoles destinan a la alimentación, sino para reducir en sí misma la cantidad de comida que entra en las casas. Es decir, que no solo el aceite de girasol gana terreno al de oliva, dentro de la economía de guerra que muchas familias han tenido que adoptar como régimen, sino que, en general, son menos los litros de aceite que se meten en la cesta de la compra.

El volumen de consumo alimentario se contrajo tanto en octubre como en septiembre, según los últimos datos disponibles en el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Las cantidades que entraron en las casas bajaron un 1,8% en octubre (el mismo nivel en valor porque se mantuvieron los precios) y un 2,3% en septiembre (un 1,5%, con un aumento del precio medio del 0,7%). Y el gasto por persona lleva bajando tres meses consecutivos.

Los datos, obtenidos a partir de la encuesta mensual a 12.000 hogares que apuntan cada día sus compras con un lector óptico, reflejan un aumento del consumo entre noviembre de 2011 y octubre de 2012 del 0,9% en volumen y del 0,4% en valor económico. La caída del consumo general se ha agravado tras el verano, después de la entrada en vigor del aumento del IVA. Ya hubo también descensos en marzo y mayo. Esta tendencia desde agosto tiene algo que ver con la psicología y algo con los euros contantes y sonantes.

“La renta disponible ha bajado este año, pero sobre todo a la vuelta de las vacaciones las noticias sobre la economía empeoraron y en septiembre entró en vigor además la subida del IVA, que en muchos productos de alimentación pasó del 7% al 10%”, explica Javier Vello, socio de la consultora PricewaterhouseCoopers especializado en consumo y distribución. En cuanto a las cantidades de compra, advierte, “hay que tener en cuenta que España es uno de esos países en los que se tiraba mucha comida y las dificultades económicas también cambian eso”.

No existen aún datos de alimentación para noviembre y diciembre, pero la demanda general ha bajado en la recta final del año, tal y como advirtió el Banco de España en su último boletín trimestral, publicado a finales de diciembre. Los indicadores mantienen una “tónica contractiva”, según el informe, que advierte de que “el índice de confianza de los consumidores elaborado por la Comisión Europea siguió situándose en noviembre en niveles muy bajos, similares a los observados desde agosto”.

El sector alimentario ha sido tradicionalmente uno de los más resistentes a la crisis, por motivos obvios: se pueden renunciar a las vacaciones o a renovar un automóvil, pero, con más o menos caprichos, las compras de alimentación siguen realizándose. Aunque esta crisis ha enseñado a los consumidores españoles a buscar los precios más baratos el tirón que supermercados de precios más bajos (los llamados discounts, en la jerga de la distribución, como Mercadona o Dia) ha presionado a la baja los precios.

También los alimentos más baratos resisten mejor la crisis que los caros. Los datos de octubre muestran cómo la caída del consumo de aceite de oliva (15,7%) contrasta con la subida de la variedad de girasol (1%); también cómo muchos hogares han renunciado al vino (han bajado un 9,4% los vinos sin burbujas y un 9,8% los espumosos).

Las empresas españolas han cerrado otro año con facturación global a la baja. A falta de los datos definitivos, el director general de la Federación de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB), Horacio González, explica que “en 2011 el sector vio una caída del valor del 1,3% y esperamos algo similar en el cierre de 2012”. Aun así, admite que el ejercicio recién acabado “ha sido muy extraño, muy desigual, las empresas coincidían en que el verano ha sido bueno pero al acabar se ha notado un bajón” (…)

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