Alarma social: despilfarro público

Las cuentas del Gran Capitán

Algo huele a odrido en la política española. De derechas y de izquierda. Ernest Benach, presidente del Parlament catalán tiene pensado estrenar un coche oficial, tipo limusina, de 110.000 euros, que tuvo que llevar al concesionario para retirar, ante las críticas, los 9276 euros de extras. Ruiz Gallardón circula en un coche que cuesta 591.000 euros, alquilado hasta el 2012. Luciano Alonso, consejero de turismo de la Junta de Andalucia (PSOE) ha comprado para su departamento un coche oficial de 70.000 euros, tras afirmar que “la crisis nos obliga a apretarnos el cinturón”. El traslado de la sede de Madrid ha costado a la ciudadanía 400 millones de euros (el equivalente a 100 escuelas infantiles). Por su parte, Juan Alberto Belloch se ha visto obligado a devolver 36 sillas de diseño, de 2.683 euros cada una, y se ha dejado 90.000 euros en una mesa, comprada sólo a la mitad porque valía 180.000. Otro ministro, el de justicia, Fernández Bermejo, gastó 200.000 euros en acondicionar su piso oficial. Más gastos a sumar al erario público son los dos millones de euros que se ha dejado el Senado en dotar a sus señorías con móviles de última generación, o los 200.000 que gastó Inma Mayol (IU) en seis árboles de Navidad, cuatro solares y dos ¡a pedales!. En un momento donde el ahorro y la inversión deberían ser una máxima prioridad nuestra clase política se descuelga con el despilfarro. Una serie de gastos desorbitados, incoherentes y arbitrarios. Gonzalo Fernández de Córdoba fue un ilustre militar, vencedor en todas las batallas, conquistador de reinos para Fernando el Católico y un gran reformador del ejército que hizo acuñar la frase “no hemos luchado con hombres sino con diablos”. Sin embargo nuestros “capitanes” no han hecho sino conducirnos a la verdadera cara de la crisis, el otro lado de su opulencia: 76.000 familias catalanas tienen a todos sus miembros en el paro. En doce meses la cantidad ha subido un 57%.A estas familias al borde de la exclusión social no les ha llegado aún lo peor. Ahora pueden malvivir con la prestación por el paro, pero, ¿que pasará cuando esta se acabe? La crisis está aquí pero no afecta a todos por igual. Están los unos y están los otros.

Deja una respuesta