Selección de prensa internacional

Las claves del poder en Irán

Mientras los medios de comunicación occidentales se dedican a ofrecer los aspectos más superficiales y folklóricos de cuanto está ocurriendo en Irán, traemos hoy a la sección un documentado, extenso y profundo artí­culo aparecido en uno de los diarios más prestigiosos de Asia, el hongkonés Asia Times. En él, M K Bhadrakumar, diplomático de carrera del Servicio Exterior de la India que ha ocupado el puesto de embajador en la Unión Soviética, Corea del Sur, Sri Lanka, Alemania, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquí­a, retrata pormenorizadamente, desde un conocimiento exhaustivo de la polí­tica y la historia de la revolución iraní­ desde 1979, la naturaleza de las distintas fracciones del poder enfrentadas en Teherán, su correlación de fuerzas en los aparatos de Estado y su complejo sistema de relaciones de alianza y oposición. Un conocimiento imprescindible para conocer lo que está pasando hoy en Irán.

Pese a lo extenso de artículo –que nos ha arecido necesario reproducir prácticamente en su totalidad– su lectura es, además de amena e instructiva, si no obligatoria, sí muy recomendable. Para hacerla más fácil, trataremos de sintetizar sus puntos de análisis mas fuertes así como sus conclusiones principales En primer lugar, el mismo titular del artículo pone ya sobre la pista de la naturaleza de lo que está ocurriendo en Irán. Frente a la idea de un proceso tumultuosamente descontrolado, en el que el régimen iraní no posee más medios que la represión y la violencia indiscriminada para salvarse del acoso popular, lo que está ocurriendo, dice el diplomático hindú, para las verdaderas instancias de poder iraníes –su presidente Khameini, el verdadero poder muy por encima de Ahmadineyad– no es más que “una tormenta en una taza de té”. En tanto que la oposición, por más virulentamente que se manifieste, proviene de dentro mismo del régimen, y no de fuera de él, para alguien como Khameini, “un habilidoso navegante a través de las aguas turbulentas del régimen” no va a resultar extraordinariamente difícil componer una salida negociada aceptable para todos. En segundo lugar, y en contra de la visión dominante, M. K. Bhadrakumar ofrece la imagen de un Mousavi mucho más cercano, política y personalmente, al núcleo central del poder iraní representado por Khameini que a los sectores de oposición del régimen encabezados por Rafsanjani. De hecho, en los cruciales años 80 en los que el destino de la revolución estuvo en juego durante la guerra Irak-Irán, Khaimeni y Moussavi formaron un sólido frente de unidad ante los continuos intentos de Rafsanjani de alcanzar la paz con Sadam Hussein a cualquier precio y, tras la conclusión de la guerra, recomponer las relaciones con EEUU para reconstruir el país. Desde esta perspectiva, es mucho más endeble la alianza coyuntural y pasajera entre Rafsanjani y Mousavi para estas elecciones que los sólidos lazos que unen a este último con Khameini y la estructura central del poder en Irán. Una baza que el presidente no va a dejar de jugar en las próximas semanas, posiblemente en la forma de buscar una salida “digna” para el ex-primer ministro y la inclusión de algunas de sus demandas en el programa de gobierno. Quedando en el aire el destino del oportunista Rafsanjani. En tercer lugar, la aguda observación de cómo quienes esperan de las protestas populares de Teherán una repetición de las “revoluciones de color” como las ocurridas en Checoslovaquia (la “revolución de terciopelo”), Ucrania (“revolución amarilla”) o Georgia (“de las rosas”) se van a quedar con las ganas. Porque a diferencia de lo ocurrido en todos esos países, en Irán el hegemonismo norteamericano no tiene los mecanismos de intervención interna que le permitan dirigir esos procesos y conducirlos hacia el derrocamiento del régimen existente y su sustitución por otro de corte pro-yanqui. Y con respecto a Europa, ni saben hacerlo y, además, en cuanto ven en peligro sus lucrativos negocios vuelven disciplinada y precipitadamente a la mesa de negociaciones. En cuarto lugar, la inteligente posición adoptada por la administración Obama. En tanto que no tiene la capacidad de decidir sobre lo que está ocurriendo, su más que templada respuesta le permite, por un lado, favorecer la predisposición del régimen iraní hacia el diálogo. Por el otro, proteger a la oposición, a la que es pensable que dependiendo de cómo se desarrollen los acontecimientos en el futuro próximo tenga que recurrir, de la acusación de fuerzas prohegemonistas proyanquis, etiqueta que por sí misma descalifica a cualquier opción política ante los ojos del pueblo iraní. Hong Kong. Asia Times KHAMEINI SE PASEA POR UNA TORMENTA EN UNA TAZA DE TÉ M K Bhadrakumar Las capitales occidentales deben hacer una difícil elección: ¿cuánto tiempo deben esperar a la erupción de un revolución de "color" en Teherán? La carga recae casi exclusivamente en Europa, ya que Washington tiene diferentes prioridades. Estados Unidos no puede permitirse el lujo de ser visto en la primera línea de las barricadas de cualquier intento de abrir el régimen iraní en este punto delicado en la política de Oriente Medio. Teherán no perdonaría durante otro cuarto de siglo, al menos, este tipo de locura de América, y la administración de Barack Obama no tiene tampoco intenciones de cometer un hara-kiri. Dentro de Europa, no está claro quien está encabezando la carga de la brigada de la luz. Ningún país parece querer ser visto al frente, excepto la República Checa, que no tiene otra opción, ya que actualmente preside la Presidencia rotatoria de la Unión Europea. Por otra parte, la mayoría de países europeos probablemente querrían no pocas veces tener la oportunidad de ser la Bestia Negra de Teherán, pero, fieles a un patrón, decaen rápidamente en el momento en que estiman que la ley de los rendimientos decrecientes está incluida en el trabajo, y la continuación de las diatribas podría poner en peligro los lucrativos intereses comerciales en Irán. Decenas de miles de partidarios del derrotado candidato presidencial Mir Hossein Mousavi tienen previsto mantener sus protestas en la calle en Teherán el miércoles, aunque las autoridades han prometido un recuento parcial de la votación del viernes, que vio al titular Mahmud Ahmadineyad ganar otro mandato de cuatro años. Europa no tiene ninguna experiencia real en la organización de revoluciones de color. Este ha sido el fuerte de los americanos, conceptualizado en el espacio post-soviético en Eurasia por la administración de Bill Clinton y posteriormente captado por los neo-conservadores del equipo de George W Bush. Los europeos fueron curiosos transeúntes en Georgia, Ucrania y Kirguizistán. Francia, en cierta medida, podría haber seguido esta pista en el Líbano, pero luego el resultado se convirtió en una mezcolanza. En cualquier caso, pidiendo prestado al líder bolchevique Vladimir Lenin sus famosas palabras en un contexto filosófico, la organización de una revolución de color en Teherán no es como romper un huevo. Los síntomas son que la revolución de color que luchaba por nacer en las calles de Teherán ha tenido un aborto involuntario. La participación de Ahmadinejad en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) en Ekaterimburg, Rusia, el martes fue posible sólo con la aquiescencia tácita del Líder Supremo Ali Khamenei. Es una decisión importante tomada en un momento crítico. Informes anteriores en los medios de comunicación occidentales especularon con que Ahmadinejad podría no acudir en vista de la evolución de la situación política. Evidentemente, el régimen de Teherán decidió que no debía de ninguna manera proyectar una atmósfera de crisis que sólo daría bazas a los partidarios de una revolución de color dentro de Irán y en el extranjero. Para citar al conocido disidente iraní Ibrahim Yazdi, "Ciertamente, las diferencias dentro de Irán, políticamente, se ampliarán. Nuestra principal preocupación es cómo mantener el entusiasmo que se creó para una elección directa, con el fin de controlar y limitar el poder del gobierno. La única manera de contrarrestarlo es el poder de la gente. Tenemos que organizarlo". ¿Cómo hace frente el régimen? Evidentemente, Khamenei está en el asiento del conductor y posee el control del aparato estatal. Es un habilidoso navegante a través de las aguas turbulentas del régimen. La reunión de Khamenei con el principal candidato de la oposición en las elecciones, Mousavi, merece atención. La declaración oficial posee ciertos puntos clave. En primer lugar, la indicación inequívoca de Khamenei a Mousavi de que el régimen no tolerará ninguna protesta callejera y debe, por tanto, "canalizar las protestas a través de los órganos judiciales". Ahora se convierte en extremadamente difícil para Mousavi aparecer como desafiando el dictado del Líder Supremo. En segundo lugar, sugirió Khamenei que no hay nada extraordinario en la situación actual, en la medida en que "en las elecciones anteriores también hubo algunas personas y candidatos que tuvieron algunos problemas". Pero llevaron sus reclamaciones a través del Consejo de Guardianes, que en cualquier caso es quien ha de aprobar los resultados de las elecciones presidenciales en Irán. Sin embargo, es el tercer punto planteado por Khamenei el más crucial. Señaló con el dedo a "las acciones de provocación de los enemigos ", así como "algunos complots detrás del escenario" que tienen por objeto "crear el caos en Irán". Luego, de manera significativa, Khamenei recordó a Mousavi que "usted [Mousavi] es de carácter diferente a esas personas y es necesario que los problemas se resuelvan a través de la calma". En la observación altamente personal había un toque de advertencia, pero también la sugerencia de una invitación a un razonamiento extenso que podría abrir las puertas que conducen a caminos agradables en los que dos interlocutores que se conocen el uno al otro desde hace mucho tiempo, después de todo, podrían dar un paseo. Fue una observación muy persa. Khamenei recordó prácticamente a Mousavi su antigua asociación, cuando éste se desempeñó como primer ministro de Irán a requerimiento de él y ambos no sólo fueron estrechos camaradas de armas en la preservación de la revolución iraní a través de los años críticos de la guerra Irán-Irak en 1980, sino que también trabajaron juntos para frustrar las astutas maniobras de Ali Akbar Hashemi Rafsanjani, quien, como portavoz del potente Majlis (parlamento) constantemente conspiró para arrogarse el poder estatal. Durante ese período, Rafsanjani golpeó constantemente a Mousavi y trató de socavarlo, a pesar de que gozaba de la aprobación del Ayatola Ruhollah Jomeini. En numerosas ocasiones, Rafsanjani convirtió en un infierno sus comparecencias en el Majlis, obstaculizándolo cuando buscaba la aprobación parlamentaria para sus propuestas, mermando su autoridad para ejecutar sus políticas y socavando sistemáticamente su prestigio político en la opinión pública. Rafsanjani ya había comenzado a tratar de colocarse a la espera de la etapa posterior a la era Jomeini. Cuando Jomeini enfermó, Rafsanjani se volvió más activo. Mousavi, de hecho, se identificó entonces a sí mismo con los revolucionarios iraníes (como Ahmadineyad), horrorizados por la sugerencia de Rafsanjani a Jomeini de "beber el cáliz de veneno" con respecto a un alto el fuego para poner fin a la guerra Irán-Irak que de hecho significaba permitir una ruta de escape a Saddam Hussein. Esos fueron tiempos tumultuosos en que la suerte de la revolución iraní de 1979 colgó de un hilo. El principal escollo era la política económica del gobierno Mousavi. Rafsanjani pidió una política que atendiera al bazar de Teherán, lo que beneficiaría a los miembros de su familia, así como a amplios sectores corruptos del clero, que se alinearon con él. Pero Mousavi optó por el control estatal de la economía e insistió en que estaba actuando de acuerdo con los ideales de la revolución y los deseos de Jomeini. La propuesta de Rafsanjani durante estos años difíciles era tener libertad para que su clan y otros parásitos hicieran un cierto mercantilismo de guerra. La respuesta de Mousavi fue un firme "no", y continuó apegado a su austera política económica. Cuando la guerra de ocho años con Irak terminó en agosto de 1988, Rafsanjani propuso que Irán debería diluir sus ideales revolucionarios y aceptar a Occidente para ayudar a la reconstrucción. (Inicialmente la familia Rafsanjani había hecho su fortuna con la exportación de productos iraníes, como pistachos y alfombras, a EEUU). Pero Mousavi se mantuvo firmemente en desacuerdo y se negó a ir en contra de la revolución. Por último, cuando las palancas de poder pasaron a sus manos como presidente, la ira de Rafsanjani no conoció límites. Su naturaleza vengativa, llevó literalmente a políticos como Mousavi al exilio. El ex-primer ministro abandonó sumariamente la política y volvió a su profesión de la arquitectura y la enseñanza. Así pues, Khamenei jugó con la memoria de Mousavi en su reunión en Teherán sugiriendo que este último no debía aunar esfuerzos con Rafsanjani en su contra. Sugirió que Rafsanjani y sus círculos lo estaban usando simplemente como un peldaño político. Khamenei le recordó prácticamente a Mousavi su antiguo contorno. En efecto, como primer ministro (1981-89), Mousavi tuvo una impecable reputación de duro, tanto como la "comunidad internacional" considera a Ahmadinejad hoy. En un memorable artículo escrito en 1988, la revista The Economist lo calificó de "duro radical". Khamenei volvió en su conversación con Mousavi a "admirar" la masiva participación en las elecciones del viernes y "una vez más, subrayó su carácter tranquilo y saludable". En una forma sutil, permitió a Mousavi echar una ojeada a los procesos de su pensamiento acerca de la situación actual. Mientras tanto, Khamenei dirigía al Consejo de Guardianes para examinar las apelaciones sobre las elecciones y emitir su dictamen dentro de una semana a 10 días. También celebró una reunión conjunta con los representantes de los cuatro candidatos en las elecciones y los 12 funcionarios miembros del Consejo de Guardianes y el Ministerio del Interior. En la reunión, Khamenei utilizó un duro lenguaje en el que describió a los manifestantes en la calle como "vándalos" que dañan la propiedad estatal. Recomendó a los partidarios de los candidatos alejarse de los "vándalos" y apoyar la paz del país "no haciendo causa de divisiones" la elección. Khamenei añadió: "Si el resultado de las elecciones hubiera sido diferente, incluso en ese caso este tipo de incidentes se habrían producido" porque "algunas personas" están en contra de la unidad de la nación iraní y la solidaridad del sistema islámico. Ofreció que un recuento parcial de votos en las elecciones se podría organizar, si es necesario. Pero concluyó expresando su propio juicio, "Aquellos a cargo de la supervisión de las elecciones son siempre personas de confianza". Al mismo tiempo, Teherán ha rechazado los intentos de interferencia europea. Esto se ha hecho en el nivel diplomático apropiado con el Ministerio de Relaciones Exteriores llamando a los enviados de Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y los Países Bajos. Además, una "manifestación de unidad", celebrada en Teherán por los partidarios de Ahmadinejad condenó a "los enemigos, en particular los EEUU, Gran Bretaña e Israel … [por] interferir en los asuntos internos de Irán, conspirar contra el gobierno y con los medios de comunicación dando apoyo a los grupos enemigos, revoltosos y vándalos sociales y políticos que están tratando de desatar el caos en la República Islámica". En conjunto, por lo tanto, en las capitales occidentales se toma nota de que la esperanza de que una revolución de color pudiera anular la victoria de Ahmadinejad o, todavía mejor, conducir a la caída del régimen iraní es de tan exagerada, pura fantasía. La amplitud de las protestas callejeras se ha reducido en Teherán, aunque subsisten incertidumbres. La esperanza de que habría un levantamiento popular en el resto del país también parece ser exagerada. Si el astuto y temperamental político Rafsanjani es de algún modo su guía, mantendrá un perfil muy bajo y, en general, evitará ser observado por un tiempo. Mientras tanto, establecerá una intensa conexión de redes con sus contactos en el aparato de poder, poniendo en marcha sus extraordinaria antenas políticas y haciendo una evaluación cuidadosa en cuanto a las posibilidades de compromiso con el poder y cuándo debe hacer su mudanza. En primer lugar, debe sobrevivir para poder luchar otro día. Lo que tal vez requiera hacer compromisos. Después de todo, la política es el arte de lo posible. Así que, sin pestañear, puede darle la espalda a Mousavi, y al ex presidente Mohammed Khatami, que no han sido, después de todo, más que aliados de carácter temporal en la reciente saga. ¿Va a tener otra oportunidad? Esa es la gran pregunta. El tiempo de Rafsanjani parece haberse agotado. Ahmadinejad ha proyectado una unidad "anti-corrupción" como elemento clave de su nueva presidencia. ¿Ha sido mera retórica electoral, o va a ir a por la familia Rafsanjani, que tiene muchos cadáveres en el armario? Todo depende de lo que piense Khamenei. Él puede valorar que esta vez el "Tiburón" ha ido demasiado lejos trazando un mortífero ataque que podría haber logrado. O puede dejar que lo pasado, pasado quede. Rafsanjani es, sin duda, el niño mimado favorito de Occidente, y de los "pro occidentales" gobernantes autoritarios árabes de la región. La difícil elección de las capitales europeas es cuánto recorrido queda para seguir utilizando la propaganda en esta etapa antes de pasar a una nueva. Una vez que Estados Unidos e Irán comiencen el diálogo, las empresas europeas lucharán por los contratos petroleros. Si la Unión Europea que protagoniza la construcción del proyecto de gasoducto Nabucco tiene una oportunidad de materializarlo, ello dependerá principalmente de su acceso al gas iraní. Además, las capitales europeas han observado que existe una gran reticencia por parte de los países de Oriente Medio a señalar con el dedo a Teherán por no practicar la democracia de estilo occidental. A los regímenes autocráticos árabes les pone nerviosos que si la enfermedad contagiosa de la revolución de color aparece en Irán, tal vez se extienda sobre el paisaje político de Oriente Medio. Como era de esperar, la única excepción ha sido Israel (y sus amigos los medios de comunicación), que tiene interés en echar por tierra el compromiso Estados Unidos-Irán y no es fácil que dejen pasar la oportunidad de demonizar a Ahmadinejad. Por otra parte, tres importantes vecinos de Irán -Pakistán, Afganistán y Azerbaiyán- saludaron rápidamente a Ahmadinejad, muy por delante de los requisitos que establece el protocolo para hacerlo. Ahmadinejad fue también calurosamente recibido en la cumbre de la OCS. "Irán, Rusia y China son tres grandes polos económicos y políticos que asistieron a la cumbre [de la Organización de Cooperación de Shanghai]… [Ellos] juegan un papel importante en relación con el mundo actual y su evolución futura", se dijo en el Diario del Pueblo informando sobre Ahmadinejad y también destacó la diatriba de Ahmadinejad contra el "orden mundial unipolar" en su discurso. Por su parte, Moscú ha dicho en una declaración estructurada, "La elecciones iraníes son asuntos internos de Irán. Acogemos con beneplácito el hecho de que las elecciones tuvieran lugar, saludamos al nuevo presidente sobre el suelo ruso y vemos como simbólico que haga su primera visita [como recién elegido presidente] a Rusia. Esto permite una esperanza de progreso en las relaciones bilaterales". El presidente ruso Dmitry Medvedev mantuvo las reuniones programadas a nivel bilateral con Ahmadinejad en Ekaterimburg. Khamenei ha dejado claro en las últimas semanas que la administración de Obama será un duro interlocutor cuando Irán-Estados Unidos comiencen en breve las negociaciones directas. Ningún tipo de tácticas de presión occidental sobre los valores democráticos va a suavizar a Khamenei. Con Ahmadinejad como presidente para continuar durante un segundo mandato, Khamenei tiene a su equipo elegido en posición. La administración Obama se enfrenta a opciones difíciles. El revuelo en Teherán se está convirtiendo rápidamente en una "revolución Twitter". No existe constancia de que tal cosa haya ocurrido alguna vez allí, a pesar de los esfuerzos del antiguo vicepresidente de EEUU Dick Cheney y su equipo encubierto durante más de cuatro años para impulsar "un cambio de régimen". Los EEUU están sensibilizados sobre el potencial de una "revolución Twitter" en Irán. Anteriormente, se estudió en Moldavia el potencial de Twitter para desencadenar convulsiones en los estados de ánimo populares. El Departamento de Estado confirmó el martes que se había puesto en contacto con Twitter para instarle a retrasar un proyecto de actualización que hubiera reducido durante el día el servicio a los iraníes. Sin embargo, un portavoz del Departamento tuvo que negar que los contactos con Twitter tuvieran nada que ver con inmiscuirse en los asuntos internos de Irán; la sensibilidad de los EEUU acerca de causar alguna molestia al régimen iraní es evidente. Al mismo tiempo, Obama tiene que preocuparse de que los disturbios en Irán puedan sabotear sus planes para comenzar el diálogo directo con Teherán en los próximos días o semanas. Por el contrario, debe hacer frente a la música que se escucha desde el influyente lobby de Israel en los EEUU, a quien gustaría que Washington pisara a fondo el pedal del acelerador para una revolución de color en Irán. Pero Obama lo está pisando suavemente. El martes par la tarde dijo que no parecía haber diferencias entre la política de Ahmadinejad y Mousavi. "La diferencia entre Ahmadinejad y Mousavi en términos reales de sus políticas no pueden ser tan grandes como se ha anunciado. De cualquier manera, vamos a tratar con un régimen iraní que ha sido históricamente hostil a los Estados Unidos". Esa es una formulación inteligentemente elaborada. En primer lugar, porque Obama parece hacerle un favor al régimen de Teherán en la medida en que aparece "fuera de juego" en lo que se refiere a lo que ocurra en los próximos días con las protestas callejeras o no inmiscuirse en las deliberaciones del Consejo de Guardianes de Irán. Bastante favorable. Pero, por otra parte, también es inteligente por parte de Obama neutralizar cualquier alegación de que el fenómeno Rafsanjani-Jatami-Mousavi pueda ser en modo alguno señalado por el régimen iraní como "pro-Estados Unidos". En este sentido, Obama refuerza la observación de la oposición iraní que mantiene que sus motivaciones están puramente impulsada por los intereses nacionales de Irán. ASIA TIMES. 17-6-2009

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