En los últimos meses, el caso de las «Seis de la Suiza» ha resonado como un grito de resistencia que trasciende la esfera de lo laboral y se erige como símbolo de la lucha contra la represión sindical en España. La persecución de estos seis trabajadores, acusados de coacciones y daños durante una huelga en la pastelería La Suiza de Gijón en 2017, ha encendido la mecha de una movilización que no solo clama por su libertad, sino también por el derecho a la protesta y la dignidad de la clase trabajadora.
Los hechos se remontan a una huelga impulsada por los empleados del local para denunciar condiciones laborales precarias y la negativa de los propietarios a negociar un convenio justo. Como es habitual en los conflictos laborales, la respuesta de la empresa fue solicitar la intervención policial, y lo que comenzó como una legítima demanda de derechos terminó en un proceso judicial que amenaza con encarcelar a seis personas con penas que oscilan entre los tres y cinco años.
Sin embargo, la maquinaria de la justicia no ha logrado aplastar la solidaridad. En las últimas semanas, la ciudad de Gijón ha sido testigo de intensas movilizaciones, en las que sindicatos, colectivos antifascistas, asociaciones de derechos humanos y ciudadanos de a pie han tomado las calles para exigir la absolución de los «Seis de la Suiza». Las manifestaciones han trascendido el ámbito local, con concentraciones en otras ciudades españolas, visibilizando un problema que afecta a la clase trabajadora en todo el país: la criminalización de la protesta y la represión del sindicalismo combativo.
Los principales sindicatos, incluidos la CNT, CGT y CCOO, han mostrado su apoyo incondicional a los encausados. No solo lo han hecho con su presencia en las movilizaciones, sino también con pronunciamientos públicos que denuncian lo que consideran un ataque frontal contra el derecho de huelga. «No es casualidad que se persiga a aquellos que luchan por mejorar sus condiciones laborales. Se busca crear un precedente que disuada a otros trabajadores de organizarse y plantar cara a las injusticias», señalan desde la CNT.
El eco de esta represión no se limita al ámbito sindical. Diversos colectivos feministas, LGTBI+ y asociaciones de defensa de los derechos humanos han alzado la voz para denunciar lo que consideran una persecución selectiva. «Es un ejemplo claro de cómo el Estado protege los intereses empresariales, criminalizando a quienes alzan la voz contra las dinámicas abusivas del capitalismo», afirman desde la plataforma Feministas por la Justicia Social.
Este caso ha sacado a la luz un problema de fondo que afecta a miles de trabajadores en todo el país: la precarización laboral y la cada vez más limitada capacidad de respuesta sindical. En un contexto en el que las reformas laborales de los últimos años han favorecido la flexibilización de los despidos, la externalización de servicios y la atomización de los trabajadores, los «Seis de la Suiza» representan la cara visible de una lucha más amplia.
A medida que se aproxima la sentencia, el apoyo hacia los encausados sigue creciendo. Se han organizado cajas de resistencia, charlas informativas y actos de solidaridad que han atraído a un número creciente de simpatizantes. Para muchos, los «Seis de la Suiza» ya se han convertido en un símbolo de resistencia ante un sistema que criminaliza la protesta y protege los intereses de los poderosos.