Cómic

Lanza en Astillero

«Algunas de las imágenes que contiene son más propias del Kamasutra que de un libro educativo para niños de 10 años». Así­ hablaban los representantes del PP, al conocer que la obra colectiva «Lanza en Astillero», se habí­a distribuido por las bibliotecas de los colegios y contaba con el apoyo económico de la Junta de Castilla La Mancha. A partir de ahí­ se ha desatado un esperpéntico cruce de acusaciones, en el que ha intervenido hasta el vocero Jiménez Losantos -sus palabras no merecen ser reproducidas-, y que ha acabado con las disculpas públicas que admiten el presumible contenido «obsceno» de la obra. Las supuestas imágenes pornográficas son en realidad la representación de la lucha de Don Quijote con la posadera, uno de los más hilarantes episodios de esta obra maestra, ilustrado con esplendor por el argentino Carlos Nine. Pese a que el cómic no está dirigido en absoluto al público infantil, deberí­a de ser un insulto a la inteligencia de los niños pensar que el dibujo de un pecho femenino puede escandalizarlos. Pero, en fin, en esta sección hablamos de cómics, y eso es lo que vamos a hacer.

La celebración del cuarto centenario de la ublicación de El Quijote trajo consigo una larga lista de buenas ideas. Una de ellas fue, sin duda, la publicación de este magnífico álbum. Una nutrida selección de los mejores autores españoles y latinoamericanos en su mayoría, se lanzaban a revisar, cada uno desde su estilo personal y su punto de vista, las escenas más emblemáticas de la obra de Cervantes. Filipe Abranches, Marta Cano, Denis Deprez, Anke Feuchtenberger, Antoni Garcés, Esther Gili, Max, Micharmut, Carlos Nine, Miguel Ángel Ortiz, Pere Joan, Miguelanxo Prado, Stefano Ricci y Karim Taylhardat fueron algunos de ellos, y la excepcional ilustración de Fernando Vicente para la portada ya constituía un aperitivo perfecto para el hermanamiento entre literatura clásica e historieta contemporánea que se producía a través de sus páginas. Pese a que toda obra colectiva tiene el peligro de caer en la irregularidad, el nivel medio de las historias de este álbum es excelente, alcanzando pese a la disparidad estilística una extraña coherencia que hace todavía más valorable el resultado. Es difícil destacar unos autores por encima de otros en una obra tan sorprendentemente compacta, aunque por impactantes, si sobresalen las historias del propio Carlos Nine (ese pervertido pornógrafo), Auladell, Leiva, y sobre todo, la de Micharmut, quizás el que más se aparta del literalismo de la obra de Cervantes para darnos una reflexión sorprendente e interesante de la locura de amor de Alonso Quijano. Aunque como bien decía uno de los autores “lo teníamos fácil, el que escribía los guiones lo hacía bastante bien”, la adaptación de un capítulo del Quijote era algo mucho más complejo y difícil, una tarea hercúlea que los autores supieron afrontar, consiguiendo evocar el espíritu de la magna obra cervantina sin perder su personalidad. Si con la estúpida polémica de la supuesta obscenidad de las escenas (seguramente iniciada por gente que nunca ha leído El Quijote original), se ha conseguido devolver a la actualidad una obra tan interesante, y de tan rico contenido cultural y didáctico, pues bienvenidos sean los improperios y las polémicas. En las imágenes que acomañan a este texto podrán juzgar por ustedes mismos.

Deja una respuesta