Israel no pedirá disculpas por los ataques a Gaza

La vergüenza de Simón Peres

«No pediremos perdón porque tenemos derecho a defender la vida de nuestros hijos y mujeres», le ha dicho un enojado Simón Peres al Secretario general de la ONU. El presidente de Israel ha reaccionado airadamente ante el informe de Naciones Unidas publicado hace tres dí­as, que responsabiliza tajantemente al Estado de Israel de los ataques contra edificios, instalaciones y equipos de la UNRWA en medio de ellos, como el ataque a dos escuelas de la ONU, en las que murieron cerca de medio centenar de refugiados. «Es vergonzoso», ha arremetido Peres.

El residente israelí, presentado como una figura moderada y razonable en medio del festival de pirómanos que hoy dominan la política israelí, ha cerrado filas –como las cerró hace tres meses- ante la actuación del Tsahal en Gaza, en una brutal ofensiva que redujo a escombros la franja y aniquiló a 1400 palestinos. Peres ha arremetido contra los redactores del informe, entre ellos Ian Martin, ex presidente de Amnistía Internacional: "Nunca supieron de los 4.000 cohetes lanzados contra los civiles israelíes, ¿qué se piensan, que somos niños, qué se creen, que Israel se levantó un día por la mañana y empezó a abrir fuego?". El veterano político ha puesto en duda la imparcialidad del informe y de la propia ONU, con quien Tel Aviv tiene unas más que tensas relaciones.Fue precisamente durante la visita el 16 de enero del Secretario General, Ban Ki Moon, a Tel Aviv para entrevistarse con la administración Olmert, cuando la artillería israelí arrasó el almacén y cuartel general de la misión de la ONU en Gaza (UNRWA), utilizando fósforo blanco. Entonces el enojado fue el coreano, pero en medio de la sangrienta ofensiva el horror lo eclipsaba todo. En la misma jornada, uno de los colapsados hospitales de Gaza era bombardeado, y decenas de civiles en las inmediaciones eran tiroteados por francotiradores. No fue ésta la única acción contra la UNRWA en las tres semanas de guerra, ni la más sangrienta. El mundo se acuerda con especial indignación el ataque una semana antes a dos escuelas de la ONU, por dos días consecutivos, atestadas de refugiados. En el ataque, el 7 de enero, a las aulas de Jabalia un solo obús de un Merkawa segó la vida a 46 refugiados –en su mayoría mujeres y niños-. La versión oficial de todos hechos tuvo entonces un molde invariable, y Peres la sigue manteniendo: el ejército tuvo que responder al fuego de Hamás –“que utilizan escudos humanos”- desde estos edificios. Y en cualquier caso, “no se disparó intencionadamente contra instalaciones de la ONU”. Lo siguen argumentando, a pesar de la organización facilitó reiteradamente por mapas, indicaciones y coordenadas GPS la localización de todos los edificios e instalaciones de la UNRWA y que en sus fachadas pintaron en azul enormes siglas UN (United Nations), visibles a cientos de metros de distancia.El informe concluye además con pruebas concluyentes de fósforo blanco –explosivo incendiario- en muchos de los ataques. El gobierno israelí, que en un principio negó el uso de esta sustancia –que es absorbida por la piel quemando los órganos internamente- pasó luego a afirmar que su uso había sido “legal”, es decir para crear cortinas de humo. “Es vergonzoso”, insiste Peres. Y tiene mucha razón. La ignominia en la que los victimarios se presentan como ofendidos clama a la vergüenza y a que se haga justicia.

Deja una respuesta