Nos encontramos ante una maniobra abierta y de envergadura para acabar con el juicio contra los siete militares israelíes responsables del ataque contra Gaza en el 2002, que se celebra en nuestro país desde el año pasado.
En este ataque murieron 14 civiles en Gaza, siete de ellos eran niños y hubo 150 heridos más or efecto de una bomba de una tonelada sobre un barrio residencial. Nadie había sido juzgado por este delito, hasta que la querella interpuesta en España lo rescató del basurero de la historia de la impunidad. El descarado intento de poner fin al juicio que se celebra en nuestro país contra este atroz delito –que podría abrir las puertas a que se juzguen los actuales crímenes a la humanidad en el último ataque a Gaza- proviene de lo más alto de la diplomacia española: de nuestro ministro de exteriores, Miguel Ángel Moratinos. El inicio del proceso en España originó un gran revuelo en Israel. La entonces ministra de Asuntos Exteriores Tzipi Livni consiguió que Miguel Ángel Moratinos ¡se comprometiera a modificar la legislación española para parar el proceso! ¿Por qué se “comprometió” Moratinos a cubrirle las espaldas al Estado de Israel? Se comprometió, nada menos, que a encubrir a los responsables de un infame crímen de guerra y contra la humanidad. ¿Para no enemistarse con Washington, principal aliado de Israel? ¿No se supone que la justicia en nuestro país es independiente y el ministro no puede intervenir, como lo está haciendo, para acabar con un proceso penal abierto por la Audiencia Nacional? ¿No tiene que tener España una política exterior independiente, ser un factor de paz y solidaridad en el mundo? Es una vergüenza. Es la vergüenza de Moratinos, por supuesto, avalado por el gobierno.