Enfrentamiento entre el presidente de Iberdrola y ACS

La última trinchera de la batalla eléctrica

Ignacio Galán, presidente de Iberdrola, se ha comprometido ante la junta de accionistas a «evitar que los especuladores troceen la compañí­a». El blanco de los ataques de la ahora primera eléctrica española era ni más ni menos que ACS -la constructora de los Marcha, presidida por Florentino Pérez-. Galán ha movido cielo y tierra para evitar que ACS se siente en el consejo de administración y disponga de mando en plaza. Como telón de fondo está la posible alianza entre ACS y la eléctrica francesa EDF para trocear y vender Iberdrola, completando así­ el último episodio de la batalla eléctrica, que ha terminado con un sector estratégico en manos extranjeras.

ACS entró en el mercado eléctrico en lena batalla, esperando cosechar ingentes plusvalías en el rio revuelto. Emilio Botín vendió a los Marcha, uno de sus aliados privilegiados, su participación en Unión Fenosa. Y más tarde, ACS compró en diferentes paquetes el 13% de Iberdrola, convirtiéndose en el primer accionista de la eléctrica. La venta de su participación en Unión Fenosa a Gas Natural, obteniendo sustanciosas ganancias que ahora pretende orientar hacia el control de Iberdrola, evidencia el comportamiento de ACS. Pero en Iberdrola se ha encontrado con un hueso duro de roer, su presidente, Ignacio Sánchez Galán, reforzado por una gestión que ha disparado el valor de la compañía, transformada en un importante monopolio eléctrico global tras la adquisición de Sccotish Power. ACS demanda desde hace año y medio un sillón en el consejo de administración, acorde a su participación accionarial. A Sánchez Galán nunca le gustó "la intromisión" y se opuso a que se produjera, y, entre otras actuaciones, redujo de 21 a 15 el número máximo de consejeros para evitar esa posibilidad. En la última junta de accionistas, ante las persistentes demandas de ACS por entrar en el consejo, Galán respondió displicentemente que "se estudiará la entrada cuando haya vacantes". Afirmando tajantemente que "nadie va a especular con la compañía" y aprobando unos nuevos estatutos que blindan al actual consejo ante las maniobras de ACS. La argumentación de Galán para cerrar el paso a ACS fue más allá. Recordó ‘los intereses bastardos que nos obligaron a acudir a los tribunales para conocer sus intenciones’. El presidente de Iberdrola hacía con estas manifestaciones referencia a la demanda judicial contra EDF, y su posible aliado entonces ACS, que presentó el año pasado para conocer las intenciones de ambos para controlar la empresa. Esta estrategia supuso que la eléctrica francesa, al final, renunciase a seguir la vía judicial sin desvelar su estrategia. El enfrentamiento entre ACS y Galán por el control de Iberdrola es el argumento, pero el tema de fondo es el mismo que hemos vivido en Endesa o Repsol. El troceamiento del sector eléctrico para entregarlo en manos extranjeras, beneficiando en las operaciones a los grandes bancos o a sus aliados más íntimos, en este caso a los March.

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