La última gran crisis del dólar

«Todaví­a persiste el fantasma de la crisis financiera internacional. Los precios de las mercancí­as de voluminosa operación y de los bienes en todo el mundo han comenzado a subir en forma drástica. Esto ha comenzado a provocar preocupación de la gente por las futuras inflaciones. En poco tiempo, el precio del oro llegó varias veces a niveles históricos. A través de estos fenómenos la gente se percata de la influencia de la persistente debilidad del dólar norteamericano en la situación de conjunto».

Como resultado del alto índice del aro, la economía norteamericana, sostenida principalmente por el consumo de sus habitantes, aún enfrenta múltiples dificultades. Las perspectivas del mercado prevén que en los próximos seis meses, incluso en un año, la Reserva Federal aún mantenga la política monetaria holgada. Y la tasa de interés del dólar se mantendrá a un nivel cercano a cero. Con estas perspectivas del mercado, un número considerable de especuladores toman prestados dólares para cambiarlos por otras monedas y para hacer inversión obteniendo altos beneficios (DIARIO DEL PUEBLO) THE WALL STREET JOURNAL.- El presidente de EEUU Barack Obama fue noticia en China el mes pasado cuando anunció la necesidad de abordar el déficit de EEUU para evitar una "recesión de doble caída". La declaración provocó la especulación de que los acreedores principales de Estados Unidos habían advertido al Presidente para que ponga orden fiscal en su casa fiscal. China. Diario del Pueblo La debilidad del dólar crea un problema de difícil solución Todavía persiste el fantasma de la crisis financiera internacional. Los precios de las mercancías de voluminosa operación y de los bienes en todo el mundo han comenzado a subir en forma drástica. Esto ha comenzado a provocar preocupación de la gente por las futuras inflaciones. En poco tiempo, el precio del oro llegó varias veces a niveles históricos. Y en esta semana ha superado la barrera de 1200 dólares por onza. Las bolsas de diversos países han tenido reacciones fuertes. Los principales índices bursátiles en su mayoría han recuperado los “terrenos perdidos” durante la crisis financiera internacional, y el margen de su alza supera mucho las previsiones. A través de estos fenómenos la gente se percata de la influencia de la persistente debilidad del dólar norteamericano en la situación de conjunto. Como resultado del alto índice del paro, la economía norteamericana, sostenida principalmente por el consumo de sus habitantes, aún enfrenta múltiples dificultades. Las perspectivas del mercado prevén que en los próximos seis meses, incluso en un año, la Reserva Federal aún mantenga la política monetaria holgada. Y la tasa de interés del dólar se mantendrá a un nivel cercano a cero. Con estas perspectivas del mercado, un número considerable de especuladores toman prestados dólares para cambiarlos por otras monedas y para hacer inversión obteniendo altos beneficios. En este proceso, los especuladores pueden evitar riesgos de las tasas de paridad a través de las operaciones en el mercado de divisas y obtener holgadamente y sin riesgo los beneficios de diferencias dentro y fuera de los países. Desde luego, ante las perspectivas de la continua baja de tasa de cambio del dólar, los especuladores pueden mantener sus deudas en dólares para ganar beneficios extra a través de las diferencias de tasa de cambio. Estas actividades especulativas han creado una presión relativamente alta para la apreciación de las monedas de otros países. Y al mismo tiempo han creado un problema de difícil solución para las autoridades monetarias de los mismos. Si dejan curso libre a la apreciación de sus monedas nacionales, se empeorarán aún más las exportaciones ya en graves recesiones. Si mantienen la estabilidad de la tasa de cambio de sus monedas nacionales, los bancos centrales tendrán que comprar el dólar en el mercado de divisas. Esto conducirá al aumento de la liquidez de las monedas nacionales y la ulterior alza de los bienes. Si quieren contener los precios de los bienes por medio de la elevación de la tasa de interés, podrán afectar por un lado los sectores de la economía real, y promover por otro las actividades especulativas del dólar. Merece atención que estas actividades especulativas en el dólar conllevan nuevas incertidumbres para muchos países. Los dólares que han salido de EEUU en el período de la debilidad del dólar podrán volver en gran cantidad cuando EEUU aplique una política monetaria inversa y cuando el dólar se fortalezca. Entonces se someterá a una gran prueba a los mercados y a los sistemas monetarios de otros países. En resumidas cuentas, la persistente debilidad del dólar contiene en un alto grado la recuperación económica de otros países del mundo y el reajuste de sus políticas. Sus principales efectos son: primero, la persistente bajada de la tasa de cambio del dólar asesta duros golpes a las exportaciones de muchos países, retrasando sus pasos de reajuste y recuperación económicos. Segundo, las desbordantes actividades especulativas aceleran la formación de burbujas de los bienes de otros países, creando riesgos latentes. El segundo efecto merece particularmente atención. Hace diez y tantos años las actividades especulativas en el yen de Japón fueron consideradas como una de las causas del estallido de la crisis financiera asiática, y las actividades especulativas en el dólar norteamericano en la actualidad puede tener un efecto más destructivo. Todos los países deben adoptar acciones oportunas para hacer frente en lo posible a los riesgos de las actividades especulativas. Pero, en una situación en que las actividades especulativas aprovechan el ambiente holgado del dólar existen pocos espacios para hacer valer los medios de reajuste de la tasa de cambio y de la tasa de paridad. Las opciones más reales de los diversos países son: de acuerdo con las situaciones reales controlar adecuadamente la liquidez, fortalecer la supervisión sobre los mercados y agentes pertinentes, y prevenir que las excesivas actividades especulativas perturben el orden del mercado monetario internacional. DIARIO DEL PUEBLO. 4-12-2009 EEUU. The Wall Street Journal La última gran crisis del dólar Joel Harris El presidente de EEUU Barack Obama fue noticia en China el mes pasado cuando anunció la necesidad de abordar el déficit de EEUU para evitar una "recesión de doble caída". La declaración provocó la especulación de que los acreedores principales de Estados Unidos habían advertido al Presidente para que ponga orden fiscal en su casa fiscal. Aunque la mayoría de los analistas han utilizado el último año el argumento de que China se ve atrapada en la “trampa del dólar”, el momento y el lugar de la declaración de Obama indica que los chinos han aprendido algunas lecciones clave de la última gran crisis del dólar. Más importante aún, parecen entender que la "diplomacia del dólar" es una herramienta útil para conseguir de EEUU políticas más favorables para proteger el valor de los 2 billones de dólares en reservas de China. Para entender esto, vale la pena hacer una breve reseña histórica del problema que enfrentaron los principales acreedores de EEUU en la década de 1970. En 1978, la preocupación por la salud del dólar llegó a su clímax en la agenda económica internacional. Entre los socios comerciales de EEUU, como Alemania Occidental y la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), creció de forma especial la preocupación acerca de cómo la debilidad del dólar erosionaba su competitividad o ponía en peligro el valor de sus reservas denominadas en dólares. La OPEP enfrentaba un problema especialmente grave, porque el dólar sirve como moneda de facturación del petróleo, lo que significa que la naciones exportadoras de petróleo no tuvieron más alternativa que la acumulación de dólares. En junio de 1978, por ejemplo, una estimación de los activos extranjeros de Arabia Saudita y sus reservas los situaban en 65 mil millones, de los cuales el 80% se estimaba que estaban denominados en dólares. Mientras que las reservas en dólares de China son de un orden de magnitud muy superior a las que estaban en manos de Arabia Saudita a finales de 1970, los saudíes también se enfrentaban en lo fundamental a una situación similar a "la trampa del dólar": cualquier esfuerzo importante para cambiar las reservas de dólares a otra moneda, aceleraría la caída del dólar y erosionaría el valor de las reservas restantes. Pero en lugar de aceptar pasivamente un destino de acumulación de dólares cada vez más devaluados, los países de la OPEP llevaron a cabo una diplomacia cuidadosa para ejercer presión sobre los Estados Unidos que a la larga contribuyó a una política más dura de inflación. En primer lugar, los países de la OPEP debatieron públicamente la fijación de precios de petróleo en una moneda distinta al dólar, como los derechos especiales de giro del Fondo Monetario Internacional. El cártel solicitó un estudio sobre el efecto de la facturación del petróleo en una moneda alternativa, y un comité de la OPEP propuso la utilización de una cesta de divisas para fijar precio de la mercancía. Uno de los miembros del cártel, Kuwait, dijo que aceptaría la libra esterlina en lugar de dólares. En segundo lugar, algunos miembros de la OPEP, plantearon la posibilidad de una subida del precio del petróleo para compensar la erosión del valor del dólar por la inflación sin control. Con la experiencia del embargo de petróleo fresca en la memoria, este movimiento suscitó gran preocupación entre los responsables de la política de EEUU. Por último, al menos un exportador de petróleo, decidió invertir los fondos de reserva en otras monedas. En 1978, Arabia Saudita colocó algunos fondos excedentes en francos suizos y marcos alemanes, en lugar de mantenerlos en dólares, y en un momento dado realmente se movió dinero de dólares al marco. Estos cambios parecen haber sido relativamente pequeñas cantidades, pero lo suficientemente grandes como para atraer la atención de los funcionarios en Washington. Estas medidas fueron combinadas con la presión constante de los funcionarios de Arabia tras el escenario sobre la necesidad de que Estados Unidos frenará la inflación. En un memorable episodio, el secretario del Tesoro Michael Blumenthal y sus principales colaboradores estaban tan preocupados por el impacto en los acreedores de la OPEP que interrumpieron las vacaciones del Ministro de Finanzas saudí en Disney World para delinear los planes de la Administración para el dólar. Si bien es difícil aislar el impacto de “la diplomacia de los dólares de la OPEP”, no hay duda de que contribuyó a cambiar la política del gobierno Carter sobre la inflación, incluyendo la defensa del dólar en agosto de 1978 y, finalmente, el nombramiento del halcón antiinflacionista Paul Volcker como presidente de la Reserva Federal en 1979. Las opciones de las naciones atrapadas en la “trampa del dólar” no son tan limitadas como en principio podría parecer. China parece estar usando algunas de las jugadas de libro de la OPEP, llamando a una nueva moneda de reserva mundial y examinando formas de comercio con Brasil y Rusia sin necesidad de utilizar el dólar. Si bien su posición como el mayor acreedor de EEUU da a China una influencia importancia sobre la política económica de EEUU, también convierte a China en vulnerable a los movimientos de los demás acreedores de EEUU. Nueve países (o grupos de países, como los países exportadores de petróleo) tienen 100 mil millones dólares o más en bonos del Tesoro norteamericano. Es posible imaginar un escenario en el que uno o dos de estos acreedores pierden la fe en el dólar y vendan una parte significativa de sus activos en dólares. Tal medida podría provocar una corrida de crédito, el pánico de los acreedores ante un intento de vender bonos del Tesoro antes del colapso del dólar. Las circunstancias que podrían dar lugar a tal escenario no necesariamente tienen que reflejar los fundamentos subyacentes de la economía de los EEUU. A poco que una suscripción a la baja en las subastas del Tesoro, un informe del índice de precios al consumo mayor de lo esperado o que un examen del presupuesto a mitad del período de sesiones indicara un déficit mayor de lo previsto podrían influir en las expectativas de los acreedores sobre las perspectivas de inflación. Los defensores de la "trampa del dólar" argumentan que ningún acreedor razonable socavaría el valor de sus activos provocando una mayor caída del dólar. Sin embargo, si un acreedor cree que Estados Unidos no actúa con seriedad en la contención de la inflación y espera que la caída del dólar persista, es perfectamente racional para el acreedor vender los activos en dólares al mejor precio posible. La lección es que la estabilidad de las relaciones económicas de China está muy supeditada a las expectativas de los otros grandes acreedores de EEUU: ya no es únicamente territorio de las dos superpotencias. Además, a medida que EEUU acentúa su sobre-expansión financiera, más está a merced de acontecimientos financieros aparentemente insignificante. Mientras que China puede usar la "diplomacia del dólar" para encontrar una manera de salir de una situación en la que difícilmente encuentre alternativas viables, EEUU tiene pocas para la reducción del déficit y, finalmente, reforzar la oferta de dinero. Si el gobierno de EEUU no puede reunir la voluntad para controlar la oferta monetaria y la deuda pública por su propia cuenta, se enfrenta a la perspectiva de una potencia rival que limite cada vez más las opciones políticas y económicas de EEUU o a un colapso en la confianza global del dólar. Ninguna de esas dos posibilidades es un buen augurio para Estados Unidos, lo que es una razón más para que el Congreso y la Administración tomen en serio el dólar. THE WALL STREET JOURNAL. 2-12-2009

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