Los últimos movimientos de la UE ante su dependencia de Rusia en el plano energético y el avance de Gazprom para monopolizar no solo el abastecimiento sino la distribución han sido significativos.
La rimera fue el denominado «tercer paquete energético» que el Parlamento Europeo aprobó la por mayoría abrumadora. La implementación de este plan, que apunta a liberalizar el mercado del gas y la electricidad en Europa, significa que el monopolio gasífero de Rusia difícilmente podrá acceder a los consumidores finales y hacerse con el control de las redes de distribución europeas. Es poco probable que Moscú consiga en un futuro previsible cambiar el gas por la influencia política en Europa.La segunda es el proyecto aprobado en la cumbre del proyecto energético Corredor Sur que se celebro en Praga. Impulsar la construcción del gasoducto Nabucco y otras tuberías que reducirán el protagonismo de Rusia como proveedora de combustible a Europa. El objetivo es «acabar con el monopolio de Rusia sobre la exportación de hidrocarburos desde el Asia Central, lo cual significa que la UE ya no aspira a lograr con Moscú una solución de compromiso en cuanto a la seguridad energética.El «tercer paquete energético» obliga a las empresas vendedoras del gas y la electricidad a autorizar, en igualdad de condiciones, el acceso de otras empresas a sus redes de distribución para evitar que los precios sean inflados artificialmente. Con todo, los países miembros de la UE podrán escoger entre tres modelos diferentes que persiguen un objetivo único: separar el transporte y la producción en los sectores del gas y la electricidad.El primer esquema contempla la separación de la propiedad de los operadores verticalmente integrados, tales como Gazprom. El segundo modelo permite a estas compañías mantener los activos pero prevé la creación de un «gestor de red independiente» y un «gestor de transporte independiente» (ISO e ITO, por sus siglas en inglés, respectivamente). El tercer modelo también establece que las empresas integradas verticalmente podrán preservar su propiedad siempre y cuando se garantice el principio de gestión separada en diversas áreas relacionadas con el control de redes y se introduzca un «órgano de vigilancia».El documento señala explícitamente que estas normativas serán aplicables a empresas de terceros países que trabajan en la UE, y que las autoridades de cualquier Estado comunitario podrán denegar el acceso a su mercado interno a una compañía que no responda al requisito de separación del transporte y la producción o ponga en peligro la seguridad del suministro energético a los países miembros.Ucrania será, sin duda alguna, el primer escenario en que se probará el nuevo sistema europeo. La declaración que este país y la UE firmaron hace poco en Bruselas, con vistas a la modernización de la red ucraniana de gasoductos, responde plenamente a la letra y el espíritu del «tercer paquete». En cuanto esta red pase al control de algún operador europeo, Gazprom se verá obligado a vender su combustible en la frontera ruso-ucraniana y no podrá controlar su ulterior trasiego a Europa.Rusia con la pasada guerra del gas, dio un golpe de mano, haciéndole ver a Europa cuanto depende de la energía procedente de Rusia. Ha llevado un camino para llevar a Europa a su redil. Con los dos nuevos oleoductos que proyecta y con los acuerdos con la Italiana Enel y la Alemana Eon. Gazprom pasaría a controlar todos los segmentos de la comercialización del gas. La nueva normativa aprobada, es un duro golpe a sus planes de monopolizar el mercado energético europeo.La Unión Europea y diversos países de su vecindad oriental y de Asia Central se comprometieron ayer en Praga a crear un Corredor Sur de energía que permita cubrir en 2020 el 10% de las necesidades gasísticas de la Unión. Más allá de la declaración política, y a falta de certidumbres, incluidas las financieras, lo más concreto de la llamada cumbre de la energía fue la etiqueta del nuevo proyecto: una moderna Ruta de la Seda.Lo que busca una UE sedienta de energía y asustada por los cortes de gas sufridos en los meses de enero de 2006 y 2009 es crear un marco estable y diversificado de aprovisionamiento y de tránsito que reduzca su dependencia de Rusia, de donde llega ahora más del 40% del gas importado.La pieza crucial de toda la estructura es el gasoducto Nabucco, con más de 3.000 kilómetros de longitud, que se quiere comenzar a construir en 2011, previo acuerdo con Turquía, principal país de paso hacia la UE. Ayer se acordó firmar tal acuerdo en Ankara a finales de junio. Si todo fuese bien, Nabucco podría estar concluido en 2014. Hasta ahora le ha faltado financiación a falta de garantías de aprovisionamiento por parte de los países asiáticos.El acuerdo lo firmaron la UE y los presidentes de Azerbaiyán, Georgia y Turquía más el ministro de Petróleo de Egipto. Los representantes de Kazajistán, Turkmenistán y Uzbekistán, hipotéticos suministradores de gas, hicieron de testigo en la ceremonia sin estampar sus firmas «porque no les gusta suscribir este tipo de acuerdos», según Barroso.La presencia de Turquía en el acuerdo es fundamental, tras la caída del Muro de Berlín. Rusia que, hasta entonces era la potencia dominante en el Mar Negro pasó a controlar solamente una franja costera, a causa de la independencia de Ucrania. Hoy, la flota rusa en el Mar Negro es un recuerdo de lo que un día surcó los mares. Pero es que, además, la independencia de Georgia, supuso otra mordedura territorial. Otro tanto le ocurrió en la rica zona petrolera del Mar Caspio. De tener que compartir ese espacio al sur, solamente, con Irán, Rusia ha pasado a controlar solamente otra pequeña franja costera.El resto ha ido a parar a Kazajistán, Azerbaiyán y Turkmenistán. Hay que recordar que todas estas repúblicas, mayores o menores (Kazajistán es un coloso territorial con cinco veces la extensión de España) tienen una característica común: salvo Georgia, todas las demás ¡son etnias turcas! En otras palabras: el debilitamiento de Rusia ha hecho aumentar el peso de Turquía.Turquía quiere jugar la carta de «puente energético» en su camino de adhesión a la UE, llevando a cabo importantes inversiones que la conviertan en una potencia regional. EE UU necesita una Turquía fuertemente anclada a la OTAN y a Europa. No una Turquía explorando su influencia en Asia central, estableciendo acuerdos multilaterales con Rusia y China sin el control de Washington. Los determinantes en este movimiento no solo son económicos sino geoestratégicos, una Rusia con más influencia en Europa podría determinar una alianza que para Washington no es una opcion aceptable. Un acercamiento del eje Franco-Alemán a Rusia sin la tutela de EE UU, es uno de los mayores peligros para Washington. El giro de Francia hacia la Otan también propician posiciones de el Eje Franco-Alemán más beligerantes con los intereses rusos, como los surgidos las ultimas semanas.Estados Unidos requiere una Europa unida para utilizarla como «puente» para la democracia hacia la región asiática con la cuál limita. Esto aunado con la necesaria expansión de la OTAN ya que tal organización garantiza la seguridad europea al mismo tiempo que garantiza la presencia militar estadounidense en esa región.Rusia mantiene unos objetivos geopolíticos ambiciosos y los proclama cada vez más abiertamente. Una vez que recupere sus fuerzas, también ejercerá un impacto significativo sobre sus vecinos occidentales y orientales, una demostración de esa recuperación ha sido la ultima crisis del gas con Ucrania que dejo un serio aviso a sus vecinos del sur. Impedir que firmen el acuerdo Kazajistán, Turkmenistán y Uzbekistán, ha sido uno de sus movimientos para impedir que Europa se escape totalmente de el control energético ruso. Rusia ha actuado con contundencia en los últimos intentos de aislar su influencia sobre Europa y Asia Central y seguramente este giro de la UE tendra respuesta por parte de Rusia.