«Así lo han planteado ya Francia y Alemania. El nuevo escenario obligará a la Administración griega a imponer recortes adicionales del gasto público. A cambio, tendrá más tiempo para reducir su déficit. En una reunión que pretendía ser secreta, los ministros de Economía de los grandes países de la moneda única convocaron en la noche del viernes a su homólogo griego, George Papaconstantino, en Luxemburgo para discutir las insostenibles cuentas del Estado rescatado.»
A Grecia se le acaban el año róximo los 110.000 millones en créditos de sus socios del euro. Para entonces, su deuda rondará el 160% del PIB y la vuelta a los mercados será casi imposible. Ahora mismo, si el Estado griego emitiera bonos tendría que ofrecer hasta un 25% de interés. Ante un escenario descrito el viernes como «catastrófico», Alemania y Francia están dispuestas incluso a poner más dinero y a que el fondo de rescate europeo compre deuda del Estado griego o ayude a Atenas a hacerlo. Pero incluso en estas condiciones, no se descarta que Grecia pida una prórroga a sus acreedores -Estados, pero también bancos, sobre todo franceses y alemanes- para devolver sus deudas. (EL MUNDO) EXPANSIÓN.- El presidente del instituto alemán de estudios económicos Ifo, Hans-Werner Sinn, se ha mostrado favorable a que Grecia abandone la eurozona y recupera su antigua moneda, la dracma, para superar su crisis financiera y presupuestaria. Ese paso "sería el mal menor" en las actuales circunstancias, afirma Sinn, que subraya que la recuperación de la dracma permitiría a Grecia devaluar su moneda y, a largo plazo, conseguir que su economía vuelva a ser más competitiva. A su juicio, la economía griega se encuentra en situación tan precaria porque no consigue vender sus pocos productos de exportación en la fuerte divisa que es el euro. LA VANGUARDIA.- Se ha avivado en el mundo económico su inveterada tendencia a repartir el pastel financiero. El nuevo mapa, una mezcla de economía y política, está servido y las disquisiciones sobre cómo será se suceden sin tregua. Los análisis mayoritarios parten de la convicción de que el futuro es cosa de tres: Santander, BBVA y La Caixa, si se colocaran de acuerdo con su cuota exclusiva en el mercado español, el orden sería justamente el inverso. Todo el mundo piensa que elevarán su presencia en el mercado pese a que voces autorizadas e influyentes les aconsejan no hacerlo y dejar que las finanzas europeas entren a fondo, una manera de hacer menos gravosa la reordenación Crisis. El Mundo La UE diseña otro rescate para Grecia María Ramírez El fracaso del primer rescate de Grecia, hace un año, obligará a los gobiernos de la zona euro a prestar más dinero a Atenas -y durante más años- o los bancos tendrán que asumir las pérdidas. Así lo han planteado ya Francia y Alemania. El nuevo escenario obligará a la Administración griega a imponer recortes adicionales del gasto público. A cambio, tendrá más tiempo para reducir su déficit. En una reunión que pretendía ser secreta, los ministros de Economía de los grandes países de la moneda única convocaron en la noche del viernes a su homólogo griego, George Papaconstantino, en Luxemburgo para discutir las insostenibles cuentas del Estado rescatado. A Grecia se le acaban el año próximo los 110.000 millones en créditos de sus socios del euro. Para entonces, su deuda rondará el 160% del PIB y la vuelta a los mercados será casi imposible. Ahora mismo, si el Estado griego emitiera bonos tendría que ofrecer hasta un 25% de interés porque los inversores asumen que, antes o después, el país suspenderá o retrasará sus pagos. Ante un escenario descrito el viernes como «catastrófico», Alemania y Francia están dispuestas incluso a poner más dinero y a que el fondo de rescate europeo compre deuda del Estado griego o ayude a Atenas a hacerlo. Pero incluso en estas condiciones, fuentes europeas indican a este diario que no se descarta que Grecia pida una prórroga a sus acreedores -Estados, pero también bancos, sobre todo franceses y alemanes- para devolver sus deudas, por ejemplo las que vencen en 2012. Los grandes países, sin embargo, deberán convencer a sus electorados y socios de coalición -algo especialmente difícil en Alemania- y a los vecinos pequeños, muy molestos por la reunión secretista del viernes. Además de la francesa Cristine Lagarde y el alemán Wolfgang Schäuble, asistieron al cónclave Elena Salgado, el italiano Tremonti, el comisario de Economía, Olli Rehn, y el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker. Un diplomático holandés confesaba a este diario su «sorpresa» y, casi incrédulo de que los ministros del euro quedaran sin Holanda, se inclinaba a pensar el viernes por la noche que la reunión era una «invención». El ministro de Economía austriaco tuvo una reacción parecida. Los partidarios de parar con más dinero la sangría griega pretenden vender que se someterá a más sacrificios. «Pensamos que Grecia necesita un nuevo programa de ajuste», dijo Jean-Claude Juncker, tras la reunión que su portavoz negaba hasta cuando ya se estaba celebrando. De hecho, la idea de mantener la reunión en secreto fue de Juncker, según un portavoz del Gobierno griego. Y la Comisión Europea, poco amiga de la transparencia, respaldó el misterio. El portavoz de Olli Rehn, comisario de Economía, seguía negando ayer la reunión, admitida ya por Juncker. El oscurantismo enervará mañana a los mercados. Grecia ya ha recibido 53.000 millones de la UE y el FMI en el último año, entre ellos casi 5.000 de España. El Gobierno griego pide otra vez más tiempo para devolver sus créditos de la zona euro. En marzo, los jefes de Estado y de Gobierno ya aceptaron alargar el plazo de tres años a siete y medio y bajar el tipo de interés de los préstamos. La negociación de los detalles del nuevo plan se mezclará con la aprobación del tercer rescate europeo, el de Portugal, en la reunión de ministros de todos -ahora sí- los miembros del euro el próximo 16 de mayo. El primer ministro griego, George Papandreu, cumplió con el mensaje y prometió ayer esforzarse más para aplicar los recortes y las reformas impuestas por la Unión Europea y el FMI. Atenas tendrá que hacer aún más recortes, pero también logrará, probablemente, más tiempo para rebajar su déficit público. Según los últimos datos de Eurostat, el Estado griego cerró 2010 con un agujero del 10,5% del PIB, más de un punto por encima de las previsiones de la Comisión Europea y lejos de las exigencias iniciales. EL MUNDO. 8-5-2011 Crisis. Expansión El Ifo alemán cree que Grecia debe abandonar el euro El presidente del instituto alemán de estudios económicos Ifo, Hans-Werner Sinn, se ha mostrado favorable a que Grecia abandone la eurozona y recupera su antigua moneda, la dracma, para superar su crisis financiera y presupuestaria. Ese paso "sería el mal menor" en las actuales circunstancias, afirma Sinn en declaraciones al dominical Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung, en las que subraya que la recuperación de la dracma permitiría a Grecia devaluar su moneda y, a largo plazo, conseguir que su economía vuelva a ser más competitiva. A su juicio, la economía griega se encuentra en situación tan precaria porque no consigue vender sus pocos productos de exportación en la fuerte divisa que es el euro. El retorno a la dracma haría que los productos griegos se abaratasen, se vendiesen mejor y permitiesen al estado griego la posibilidad de ingresar más impuestos y saldar sus deudas.Sinn reconoce que, pese a ese posible paso, Grecia continuaría teniendo graves problemas financieros, ya que su endeudamiento se cifra en euros y la dracma le permitiría reducir su carga muy lentamente. Por ello considera indispensable que "se condone en parte la deuda exterior de Grecia" y se muestra convencido de que el retorno a la dracma ayudaría a las empresas griegas a recuperarse y volver a flote. Igualmente subraya que si se trata de resolver el problema de la crisis griega únicamente por la vía del ahorro, las empresas griegas lo tendrán sumamente complicado para subsistir, ya que todos los precios en ese país bajan debido a lo que se llama "devaluación interna". Sinn compara la situación de Grecia con la de la política deflacionista del canciller alemán Heinrich Brünnig al final de la República de Weimar a principios de la década de los años 30 del siglo pasado, que tuvo consecuencias fatales. En el mismo rotativo, Clemens Fuest, director del Consejo Asesor del ministerio federal alemán de Finanzas, subraya que la salida de Grecia de la eurozona y su retorno a la dracma "es realizable", aunque considera que este no es el momento adecuado. "En un primer paso se debe resolver el problema del sobreendeudamiento con un corte de la deuda en el seno de la eurozona. En un segundo paso se puede reflexionar acerca de si Grecia desea permanecer en la eurozona", reflexiona Fuest. El diputado y experto en Finanzas del gubernamental Partido Liberal alemán Frank Schäffler, comparte los planteamientos de Fuest, que califica de "Plan B". "Necesitamos ahora un plan para reestructurar la deuda de Grecia, pero a la vez necesitamos un escenario para posibilitar que Grecia abandone el euro", señala Schäffler. El político liberal subraya que deben ser los propios griegos quienes decidan si desean que su país abandone el euro, pero el resto de los países de la eurozona deberían "acompañar con benevolencia" ese proceso. EXPANSIÓN. 8-5-2011 Opinión. La Vanguardia Especulaciones bancarias Manel Pérez En España siempre ha habido afición a especular sobre el futuro de la banca. Encarnación del poder económico en estado puro, siempre ha aparecido asociada al poder político. Aunque en algunas ocasiones la relación fuera conflictiva. Hasta bien entrado el siglo XXI a los gobiernos les gustaba dibujar el mapa bancario, impulsar fusiones de un determinado perfil u oponerse a operaciones que no cuadraban con su visión de cómo debían ser las cosas. Algunos ejecutivos de la época de Felipe González, siendo Carlos Solchaga ministro de Economía, llegaron incluso a zarandearse a consecuencia de su toma de partido en reñidos combates entre banqueros y políticos por el control del poder financiero. Con el paso del tiempo ese activismo gubernamental se fue enfriando a medida que la integración en el euro y las dinámicas del mercado se imponían. Ya se sabe que la globalización ha ido diluyendo la fuerza económica de los estados nacionales. Tal vez el último episodio de esa especie fue allá por el año 2004: el frustrado asalto al BBVA de Francisco González por parte de un grupo de constructores, encabezado por Luis del Rivero, de Sacyr. La debacle de la operación significó el fin de las incursiones corsarias de la política en el mundo de la banca. La crisis financiera mundial pareció abrir un paréntesis en esa trayectoria, pues la intervención, nacionalización, de los estados en el capital de los bancos sólo podía desembocar en una mayor influencia pública. Fue un espejismo, y ahora la banca actúa prácticamente con la misma o más autonomía que antes. Nada de eso sucedió en España, Cuando el mundo económico se hundió bajo nuestros pies, el Gobierno de Zapatero no tuvo que intervenir en la banca y su influencia en el sector fue mínima, como atestigua la presencia incontestada de Francisco González al frente del BBVA, pese a las ganas que le tuvo en su momento el poder socialista. Paradójicamente es ahora cuando el fantasma de la nacionalización se ha vuelto a poner sobre la mesa, en este caso a cuenta de las cajas. A Miguel Ángel Fernández Ordóñez, el gobernador del Banco de España, no le gusta el término nacionalización, pues la presencia del Frob en el capital de las cajas será temporal y con el objetivo de devolverlas al mercado cuanto antes y con el menor coste posible para las arcas públicas. De cualquier manera, menos en el caso de La Caixa de Isidre Fainé, el resto del sector opera bajo el imperativo de hacer los deberes o asumir que el Estado se sentará en el consejo o, incluso los reemplazará si los datos son demasiado bochornosos. Así se ha avivado en el mundo económico su inveterada tendencia a repartir el pastel financiero. El nuevo mapa, una mezcla de economía y política, está servido y las disquisiciones sobre cómo será se suceden sin tregua. Los análisis mayoritarios parten de la convicción de que el futuro es cosa de tres: Santander, BBVA y La Caixa, si se colocaran de acuerdo con su cuota exclusiva en el mercado español, el orden sería justamente el inverso. Todo el mundo piensa que elevarán su presencia en el mercado pese a que voces autorizadas e influyentes les aconsejan no hacerlo y dejar que las finanzas europeas entren a fondo, una manera de hacer menos gravosa la reordenación. Al banco de Botín se le adjudica la atribulada CAM, potente mariscada al borde del mar, una vez haya sido debidamente saneada y depurada por el Banco de España. Las opiniones están divididas sobre lo que hará con Banesto, una entidad que controla y que el banquero cántabro niega querer vender. Para el BBVA se deja la pieza mayor, la más política: Bankia, el banco de Caja Madrid y Bancaja, financieramente débil y con una compleja colocación bursátil por delante. Sus máximos responsables, González y Rodrigo Rato, se conocen sobradamente. El segundo, en su calidad de máximo responsable de la política económica durante la dos legislaturas de Aznar, nombró al primero presidente de Argentaria y le facilitó más tarde la fusión con el BBV de Emilio Ybarra. Ambos orbitan en torno al PP, al que Rato también debe su nombramiento en la caja. Una operación que contaría con un gobierno cercano a partir de la próxima primavera, si aciertan las encuestas. Finalmente, queda La Caixa, con Fainé y Juan Maria Nin al frente. La idea más recurrente es la de que en cuanto finalice el proceso de creación de BankCaixa a partir de Criteria sondeará de nuevo al Sabadell, con el permiso de Josep Oliu, primer paso para un posterior asalto a posiciones más avanzadas, como por ejemplo… el Popular. Aunque en este caso siempre habría que contar con la legendaria resistencia del banco de Ángel Ron a ser absorbido. Por el camino, la entidad de ahorro no haría ascos a redes de otras cajas en zonas de expansión. Este diseño, que como en tantos otros ámbitos de la vida, la realidad se encargará de desmentir, ¿o no?, crearía tres gigantes con cuotas de mercado superiores al 20% cada uno de ellos. LA VANGUARDIA. 8-5-2011 Economía. ABC Francia coloniza Italia Ángel Gómez Fuentes «Nos hemos convertido en una colonia francesa». La amarga acusación la hacía Umberto Bossi, líder de la Liga Norte y aliado del primer ministro italiano, en coincidencia con el encuentro entre Silvio Berlusconi y Nikolas Sarkozy, el martes pasado en Roma. Ese día, ante la sorpresa general, el coloso francés del sector alimentario Lactalis lanzaba una Oferta Pública de Aquisición (opa) sobre el grupo italiano Parmalat. La familia Besnier, propietaria de Lactalis, que factura 9.400 millones de euros al año, puso sobre la mesa 3.375 millones de euros, en compañía de cuatro socios financieros (Crédit Agricole, Société Genérale, HSBC y Natixis), para comprar el 71,031% de Parmalat. Lactalis había ya desembolsado unos 1.200 millones de euros con anterioridad para hacerse con el 29% de Parmalat en el mercado de acciones. El grupo resultante será líder mundial del sector lácteo, con una facturación global de 14.000 millones de euros. En muchos sectores italianos, proclives a un nacionalismo proteccionista, se lamenta con impotencia que Parmalat caiga en manos de un grupo francés endeudado que, al no cotizar en bolsa, ni siquiera publica sus balances desde hace algún tiempo. El grupo alimentario italiano es hoy una joya, porque después de haber sido reflotado tras la quiebra cuenta con un tesoro en caja, una liquidez de 1.400 millones de euros que en parte será utilizado para financiar la operación. Para Italia es el último golpe en la invasión de colosos franceses, acusados, como Lactalis de querer colonizar la economía italiana. El fracaso de las medidas proteccionistas ideadas por Tremonti se escenificó durante la cumbre con una imagen humillante para el ministro de Economía italiano. Su colega, la elegante Christine Lagarde, al posar para la «photo opportunity», advirtiendo la cara seria de Tremonti, le dejó caer esta frase: «Mira mi reloj, es Bulgari. Lo compré antes de que se convirtiera en francés, cuando Bulgari era todavía italiana…». Hubo risas de circunstancias. Los observadores coinciden en que el gran humillado por la opa de Lactalis sobre Parmalat ha sido el ministro de Economía italiano, Giulio Tremonti, promotor de medidas proteccionistas para evitar las escaladas u opas hostiles a las empresas italianas, con una obsesión: No pasarán. Para Tremonti es una cuestión de principios: Es necesario dar una lección a los franceses que, desde el sector de la moda a la energía pasando por la alimentación, compran en Italia, pero ponen muros insalvables cuando grupos italianos intentan la expansión en Francia. La lección del ministro de Economía ha terminado en debacle en el caso Parmalat: para evitar la opa, Tremonti había intentado una alianza con varios bancos (Intesa-Sanpaolo, Unicredit, Mediobanca y la Caja Depósitos), pero con fatiga llegaban eventualmente a reunir 1.500 millones de euros, una cifra que ahora está a años luz de los casi 5.000 millones necesarios para conquistar Parmalat. Este caso ha puesto dramáticamente a la luz que apenas hay grandes grupos industriales en Italia y, sobre todo, que no hay dinero. Para consolar a los italianos, Emmanuel Besnier, patrón de Lactalis, afirmó en un comunicado: «Tenemos el proyecto de convertir Parmalat —la sede seguirá en Italia— en el grupo italiano de referencia a nivel mundial por lo que se refiere a leche confeccionada». Sempiterna rivalidad Parmalat es, pues, el último capítulo de la sempiterna y actualísima rivalidad entre italianos y franceses en las pequeñas y grandes cosas, desde los quesos hasta los vinos, pasando por las más relevantes cuestiones de la economía o la política exterior. Esa rivalidad italo-francesa comienza precisamente por Nikolas Sarkozy y Silvio Berlusconi, dos personajes que no se soportan: al desbordante «ego» del primer ministro italiano se contrapone la arrogancia del presidente francés. Más allá de las sonrisas y buenas palabras en público para salvar las apariencias en la cumbre del pasado martes, se pudo comprobar que las relaciones entre ambos son tirantes, hasta el punto de que Sarkozy llegó a levantar la voz a Berlusconi, según contó il Corriere della Sera. El presidente francés se mostró furioso con la portada del 31 de marzo del semanario Panorama, propiedad de Berlusconi. La revista publicaba una foto de Sarkozy vestido como Napoléon con un gran titular: «Sarkofago». El presidente francés se lamentó ante Berlusconi de la descripción que hacen de Francia los medios informativos italianos, en particular los que son propiedad del Cavaliere. Sarkozy consideró inaceptables los ataques y le habría planteado, según il Corriere della Sera, una lista de peticiones, con tonos de ultimátum, sobre Parmalat y Lactalis, y sobre otras empresas. Una de las fuentes presentes en la reunión ha referido que Berlusconi no habría opuesto particular resistencia. En la delegación italiana hay quien en privado definió casi inaceptables los tonos de Sarkozy. ABC. 5-5-2011