Hablamos con dos profesionales portugueses que participaron del movimiento ‘Que Se Lixe a Troika’ sobre la situación en Portugal
El periodista Renato Teixeira y el arquitecto Tiago Mota Saraiva conversan sobre los más de dos años de gobierno portugués del Partido Socialista, apoyado por el Bloco de Esquerda, Los Verdes y el Partido Comunista de Portugal
Tras el 15-M en España, el pueblo portugués respondió de forma masiva y contundente a las imposiciones de la Troika con movilizaciones que paralizaron el país e hicieron tambalearse al Gobierno. En el movimiento ‘Que Se Lixe a Troika’ (Que se joda la Troika) jugaron un papel fundamental los profesionales y activistas del mundo universitario y de la cultura. En octubre de 2012 tuve la oportunidad de entrevistar a Paulo Raposo, profesor universitario y parte activa del movimiento. Seis años después, comparto algunas reflexiones con compañeros del mismo grupo del que formaba parte Paulo, ahora disuelto. Críticos con el Gobierno, pero claramente defensores de sus avances, aportan puntos de vista diferentes sobre el Gobierno socialista y, sobretodo, sobre el papel que debería jugar, o haber jugado, el movimiento popular.
Después de un poco más de dos años del nuevo Gobierno portugués, ¿cómo valora en este corto espacio de tiempo su actuación, sus éxitos y sus problemas?
CRT.- Con dos años de gobierno del PS (Partido Socialista) respaldado por las fuerzas parlamentarias a su izquierda, ha consolidado de manera efectiva algunas de sus promesas, pero hay que decir que son, en su mayor parte, un freno para el avance de la rabia austericida que una vez gobernó en Portugal. Sin embargo, este freno no fue acompañado por la aceleración que se esperaba, especialmente en el combate a la precariedad, al aumento del salario mínimo y medio cara inflación, y a la renegociación de la deuda pública para dotar al Estado de los fondos que necesita para revertir estructuralmente la situación económica de endeudamiento del país.
TMS.- El nuevo Gobierno ha resultado de un proceso político de masas que tuvo como uno de los ejes prioritarios retirar a la coalición entre el PSD y el CDS (Partido Popular de Portugal) del poder. Lo que creo que es su dimensión más relevante es que contrarió la dictadura de ‘las inevitables’, en la que las principales medidas políticas se presentaban como si se tratase de decisiones técnicas insuperables. Este Gobierno ha demostrado que es posible aplicar políticas progresistas que repercuten en avances sociales y económicos para las personas y para el país.
Su mayor error es no poner en cuestión a las oligarquías y los intereses financieros que se han constituido a lo largo de los años y, también, en el período de otros gobiernos del PS. Se ve, por ejemplo, lo que pasa en los CTT (correos), que fueron privatizados en el período de la Troika. BE, PCP y Verdes, han venido a exigir su inmediata devolución al Estado por incumplimiento del contrato de privatización. Los actuales poseedores del coloso empresarial (prácticamente monopolista) han vendido su patrimonio, han aumentado el precio de los servicios prestados (47%) disminuyendo su calidad, efectuando despidos masivos y distribuyendo rendimientos anuales a los accionistas superiores a los beneficios de la empresa. Cada día que pasa, y que el PS aplaza la renacionalización, es una bendición para quien tiene la empresa.
¿Se ha consolidado la base política que lo soporta, es decir, la unidad entre el Gobierno portugués y otras fuerzas políticas que lo apoyan y hacen posible?
CRT.- La relación entre el Gobierno del PS y los partidos de la izquierda parlamentaria que lo apoyan ha sido globalmente pacífica. Más ahora que en la derecha hay un nuevo liderazgo que ambiciona la recuperación del bloque central (coalición del Partido Social Demócrata -PSD- y el PS). BE (Bloco de Esquerda) y PCP (Partido Comunista Portugués) están convencidos de que pagarían una factura elevada si cae el Gobierno, por lo que han trabajado por una convivencia pacífica, intentando aquí y allí algunas conquistas puntuales. El problema es que, con esta estrategia, las conquistas son pequeñas, lo que, desde el punto de vista político, puede suponer un castigo electoral. En este contexto, la verdad es que el PS gobierna sin tener que renunciar a la abrumadora mayoría de su programa, siendo no pocas las materias en las que sigue votando en el Parlamento con la derecha.
TMS.- No creo que se pueda decir que hay una base política consolidada. Hay un acuerdo que las partes han venido cumpliendo, pero que no creo que, aunque la correlación de fuerzas se mantenga (lo que es improbable), pueda ser repetible.
¿Cuáles son las perspectivas de que Portugal, persistiendo en la orientación actual, pueda hacer frente a los problemas estructurales que no ha tenido tiempo de abordar?
CRT.- O el Gobierno tiene el coraje para avanzar con más medidas que garanticen la recuperación del valor de quien trabaja, o difícilmente el Gobierno resistirá la erosión. Con una derecha readaptada a la situación política, estando la mitad de ella comprometida en el bloque central, la segunda mitad del mandato va a ser muy diferente. Por un lado la izquierda que apoya al Gobierno tenderá a marcar posiciones con más determinación, por otro el Gobierno, que está prestigiado en los sondeos, tenderá a dar cada vez menos, por no temer a los resultados electorales y por saber que ha pasado a tener también con qué negociar con la derecha.
TMS.- En el actual contexto político, Portugal no debe ser visto como un país plenamente soberano, es decir, no puede decidir sobre sus políticas progresistas por propia iniciativa. Y el marco mundial no es particularmente favorable a las políticas progresistas. La situación política que tenemos actualmente es, sin embargo, un momento importante para que se construyan, o reconstruyan, las bases de un movimiento popular y ciudadano más fuerte y resistente. Este es probablemente el gran desafío de estos cuatro años, y determinará si este período histórico será un paréntesis históricamente irrelevante o una inversión estructural en el camino que el país venía a recorrer en las últimas décadas.
¿El movimiento social que nació con la explosión cívica de Que Se Lixe a Troika continuó desarrollándose? ¿Cuál es su relación con las fuerzas del Gobierno?
CRT.- El movimiento social prácticamente desapareció, puesto que parte significativa de su composición apoya la actual alternativa de gobierno. Es un problema serio, sin duda. Por un lado, como era un movimiento frágil, paró de crecer sin garantías de poder volver a existir, y por otro, al no existir, no presiona al Gobierno para más y mejores reformas al servicio de los de abajo y del avance programático en defensa de los trabajadores.
TMS.- ‘Que Se Lixe a Troika’ alcanzó dos objetivos particularmente importantes; primero construir una mayoría social contraria a las políticas de la Troika. Hasta el 15 de septiembre (fecha de la primera manifestación) todavía había mucha gente que miraba a la Troika como un grupo de burócratas que nos iba a poner las cuentas públicas en orden. Y segundo, crear un movimiento que contribuyese a la caída del Gobierno (a partir de la manifestación del 2 de marzo). Los dos objetivos se alcanzaron y su tarea, particularmente perteneciente a un momento histórico, terminó. En este momento QSLT no existe, no teniendo, por eso, ninguna relación con el Gobierno. Al contrario que los movimientos en España, en QSLT siempre fue ampliamente mayoritaria la opinión de que no se pretendía construir la base de un movimiento que participara de la disputa del poder.
¿Existe todavía conciencia de que los problemas del país y los principales enemigos provienen de la Troika?
CRT.- No creo, porque muchas de las medidas definidas por el paquete austericida continúan y, como resultado del trabajo de propaganda derechista, parte importante de la población piensa que los acontecimientos actuales se deben a los esfuerzos que la Troika le ha impuesto a Portugal. Hay una muy baja conciencia de la clase por la clase y, frente a la apatía que se ha visto (los últimos dos años fueron los que menos huelgas y manifestaciones tuvieron en la historia del país) no creo que la izquierda esté cumpliendo su papel. Sin avances programáticos, ni el refuerzo del campo de la resistencia, el campo está minado para que la alternativa de gobierno, o se mantenga relativamente inocua o, a medio plazo, acabe por volver a la derecha o a una gestión con el bloque central.
TMS.- La Troika aceleró procesos que ya estaban en curso: privatizaciones, recortes en las pensiones y salarios, despidos… En esa medida, esta aceleración, hizo el problema más visible, pero no creo que se le deba imputar la raíz de los problemas. La Troika fue un instrumento y no la constructora del modelo, que ya estaba bien implantado.
¿Cómo evalúa, por ejemplo, con un 8 de marzo tan potente este año, las medidas de política del Gobierno portugués para reducir y poner fin a la brecha salarial entre hombres y mujeres?
CRT.- Al igual que los otros frentes del movimiento social, el movimiento feminista es muy frágil en Portugal. Después de la conquista importante de la legalización del aborto, hace más de una década, ha sido un movimiento algo marginal, enfocado en cuestiones identitarias y poco ligado a reivindicaciones concretas. Sin un movimiento feminista fuerte y combativo, la tendencia es que los gobiernos no tengan presión para cambiar gran cosa, también en el campo de la lucha contra las desigualdades de género y su impacto en el nivel salarial.
TMS.- Las cuestiones de género, al igual que en otros países, han sido tema de discusión política cada vez más urgente. Desde que no se enfrentan a las cuestiones de clase, las medidas implementadas han sido prácticamente consensuadas de la derecha a la izquierda. A mí me preocupa que no se aproveche este momento para radicalizar la lucha feminista, llegando a todos los contextos, y que se esté quedando por la rama de una discusión entre una cierta burguesía urbana que no quiere, de hecho, poner en cuestión la sociedad patriarcal en la que vivimos y tan solo alcanzar algunos lugares de representación pública.
Portugal y España son dos países hermanos unidos por lazos históricos y presentes profundos, ¿qué piensa de la situación de los proyectos entre ambos países? ¿Considera el desarrollo industrial de la frontera española-portuguesa, el proyecto de unificación y modernizar de la actual flota internacional de vehículos pesados, el desarrollo de una propiedad industrial transfronteriza… proyectos de beneficio mutuo?
CRT.- No considero al Estado Español, una monarquía constitucional, hermano de ninguna República. Esto no quiere decir que no haya ninguna relación, que incluso por razones naturales (la frontera con Portugal) sea convincente. En todo caso, la lógica de la unidad ibérica, idea celebrada por el Nobel portugués José Saramago, no creo que tenga sentido hoy por la asimetría que existe en los regímenes de los dos Estados.
TMS.- Yo diría que los dos Estados, salvo el accidente tectónico, están relacionados mientras existan como países. En esa medida, los contextos políticos de uno y otro país no son irrelevantes para el vecino. Desde mi punto de vista veo otro punto de partida interesante: el establecimiento de relaciones transfronterizas por las organizaciones populares y, a partir de ahí, estructurar ideas de asociación comerciales y afines. Es decir, esas relaciones debían comenzar desde abajo hacia arriba y no desde arriba hacia abajo.