El alto el fuego unilateral de Israel dura seis horas

La tregua farisea

En los mentideros de la ONU todo el mundo sabe que cuando Israel negocia siempre es para que su ejército gane más tiempo. Los hechos de esta noche parecen confirmar este aserto, ya que la tregua unilateral que Livni acordó en Washington ayer con la Secretaria de Estado saliente, Condoleezza Rice ha durado… seis horas. Esta noche, helicópteros y tanques del Tsahal han atacado un grupo de edificios del campo de refugiados de Yabalia, al norte de la ciudad de Gaza.

Un ortavoz israelí ha declarado que el ataque se produjo después del ataque de un grupo de milicianos palestinos. Las autoridades de Tel Aviv han dejado claro que a pesar del alto el fuego unilateral –que entraba en vigor a las 0:00, hora española- Israel respondería a cualquier ataque palestino. Estaba anunciado. En las frágiles negociaciones con Egipto, Hamás había aceptado condicionalmente el plan de paz de El Cairo. Los islamistas exigen la retirada total del ejército israelí en 48 horas, el levantamiento del bloqueo que asfixia Gaza desde hace un año y la reconstrucción de la franja. Y en lugar de tropas internacionales –inaceptables para Hamás-, proponen observadores turcos que garanticen que se cumpla lo acordado. Hamás ha declarado textualmente que no aceptarían ningún plan de paz que no incluyera eso. Independientemente de la valoración que se haga de las condiciones que pone Hamás, lo que está claro que la tregua unilateral que han impuesto Israel y EEUU –que debería cesar las hostilidades pero mantiene las tropas en Gaza- no iba a ser aceptada por los palestinos. "Nunca aceptaremos la presencia de ningún soldado en Gaza cualquiera que sea el precio», ha dicho un portavoz de Hamás. Era pues totalmente previsible que hostigaran a las tropas israelíes y que continuaran con los lanzamientos de proyectiles a las poblaciones del sur de Israel. Y de ahí al “bombardeo de represalia” sobre la maltratada Gaza sólo hay un paso. Pero ahora la victoria diplomática es para los halcones sionistas, que pueden presentarse como víctimas de la sed de venganza de los islamistas. Cabe pensar entonces que el verdadero objetivo del viaje de Livni a la Casa Blanca –tal y como habrán pensado muchos en la ONU- no era un alto el fuego “durable y consistente”. ¿Entonces? El acuerdo alcanzado -en el último día de oficio de la Secretaria de Estado- entre Tzipi Livni y Condoleezza Rice como “complemento vital a un alto el fuego” consiste en que EEUU garantizará –enviando la tecnología más avanzada y los agentes de la CIA más cualificados para que “capaciten” a las tropas egipcias- que por la frontera de Rafah no podrán pasar armas y explosivos para Hamás. El Departamento de Estado norteamericano busca así no sólo fortalecer la seguridad del gendarme israelí, sino profundizar en el grado de intervención y control sobre Egipto, un peón cada vez más importante que hay que afianzar en la órbita norteamericana. En el país africano crecen sin cesar las corrientes islamistas que se oponen furibundamente a la subordinación de Mubarak a las potencias occidentales y a Israel. Garantizar el control del Canal de Suez y del Mar Rojo no es asunto baladí para la superpotencia. El “alto el fuego unilateral” descansa sobre un polvorín a punto de estallar. Pero a los señores de la guerra de Tel Aviv –y de Washington- eso no parece importarles demasiado. Al fin y al cabo, ellos viven de la explotación

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