Obama prohí­be publicar las imágenes de las torturas en Guantánamo

La tortura no hace fotogénico a EEUU

La crueldad y la crudeza de las imágenes de las torturas en Guantánamo son demasiado comprometedoras para la imagen de EEUU, y podrí­an avivar las llamas del antiamericanismo en los paí­ses bajo ocupación de las tropas norteamericanas. í‰ste es el argumento esgrimido por Barack Obama para dar marcha atrás en su decisión de publicar las fotografí­as, avanzando en la decisión que más conviene a los centros de poder hegemonistas: una ley de punto final.

Una cosa es rearar la imagen de EEUU en el mundo, creando -con la clausura Guantánamo o prohibiendo formalmente a la CIA o al Pentágono usar la tortura- un amplio clima de opinión global de que la llegada de Obama ha traído una “época postimperial”, pero otra muy distinta es abrir la Caja de Pandora, revelando a la luz del día la ignominiosa crueldad de las torturas. Esto es lo que vinieron a decirle al presidente Obama el secretario de Defensa, Robert Gates, el jefe del comando central, general David Petraeus, y los mandos militares en Afganistán e Irak. Los militares aseguraron a Obama que la publicación de las comprometedoras fotografías –que muestran de manera muy explícita la violencia de los interrogatorios a los prisioneros- podría avivar el intenso sentimiento antiamericano en Irak, Afganistán y otros países islámicos, provocando una ola de atentados contra las tropas norteamericanas. La situación ya es lo suficientemente complicada como para echar más leña al fuego, fue a decirle el general Raymond Odierno, jefe de la misión en Irak, que defendió la prohibición de la publicación como esencial para el éxito de su trabajo. Donde dije digo, digo Diego. Obama ha decidido dar marcha atrás a la publicación de las fotografías después de que en marzo anunciara su salida a la luz desde los archivos de la CIA. Su revelado parte de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, en inglés), que demandó en su momento a la administración Bush. Después de la polémica por las torturas de Guantánamo, Obama ha tenido que capear con la presión de la opinión pública, indignada ante el anuncio de que no se juzgaría a responsable alguno de las torturas. Sin embargo, varias investigaciones y acusaciones judiciales se han generado ya, como la doble causa abierta por la Audiencia Nacional en España contra las torturas de la base cubana. La causa española, que ha creado gran expectación en EEUU entre juristas y activistas de los derechos humanos, apunta de momento contra los abogados de la Casa Blanca, que prepararon el andamiaje legal para legalizar las prácticas de tortura, y contra el ex-secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y la ex-consejera de Seguridad Nacional, entonces Condoleeza Rice, pero podría pronto dirigirse contra Bush y Cheney gracias a los informes suministrados por el buffete de William F. Pepper (el abogado de la familia de Martin Luther King) a la Audiencia Nacional. La presión de la opinión pública es fuerte, pero Washington posee instrumentos sobrados para detener en seco esta investigación si no conviene a los intereses de la superpotencia. Pero una cosa queda clara. Frente a todas las posiciones edulcoradas que nos presentan a un apostólico presidente lanzando una cruzada por los derechos humanos contra del stablishment de Washington y sus poderosas aparatos de poder, queda claro lo que es obvio: que Obama es el presidente de EEUU, y que sus cantos a la transparencia y a la democracia llegan hasta donde empiezan los intereses vitales de la superpotencia.

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