«Pero esta estrategia de presentar todo el montaje como si se estuviera salvando a Europa a cuenta del contribuyente alemán está comenzando a agotarse. La crisis política portuguesa pone sobre la mesa las dificultades de aplicar más planes de ajuste, emulando la receta alemana, para evitar el rescate y seguir en la zona euro, a una población que prácticamente mantiene el nivel de renta de hace una década.»
La reacción contra esos lanes puede acabar convirtiéndose en la gran pesadilla europea en los próximos meses. En el caso irlandés, el Gobierno debió asegurar los depósitos de su sistema bancario, también gran recomendación de Merkel, para acabar en la lona una vez los bancos se quedaron sin liquidez. Ahora, Irlanda recibirá créditos europeos, que pagarán los contribuyentes de la isla, para que sus bancos paguen a sus acreedores, bancos alemanes y franceses entre los más destacados. Una gravísima crisis política ha sido la consecuencia. (LA VANGUARDIA) EL PAÍS.- La crisis política y económica de Portugal ha ensombrecido los resultados más que notables de la cumbre de la UE celebrada ayer y anteayer. El paquete de gobernanza económica aprobado supone un indiscutible avance hacia una mayor unión económica. Junto a ello, y en el envés, la Unión se ha comprometido a un mayor rigor en el camino hacia una convergencia económica real; en la política presupuestaria, mediante el incremento de la vigilancia preventiva del semestre europeo y de las sanciones para los incumplidores; y en la imposición de mayor transparencia y dureza para las nuevas pruebas de resistencia de la banca. EXPANSIÓN.- La percepción de los mercados sobre España ha cambiado mucho, para bien, y eso explica fundamentalmente que la bolsa española siga al alza y la prima de riesgo descienda pese a la precaria situación de Portugal, al filo del rescate. Esta tregua de los mercados parecía impensable hace no mucho, cuando se daba casi por seguro que una eventual intervención del país vecino haría caer a España como la siguiente ficha del dominó de los países periféricos. El afortunado desacoplamiento de España, que aún debe consolidarse, se debe a la determinación reformista del Gobierno, de la que Zapatero ha tratado de dar nuevas muestras al comprometerse en el Consejo Europeo a emprender una nueva ronda de reformas. No parece, sin embargo, que haya grandes novedades. Opinión. La Vanguardia La tercera víctima de Merkel Manel Pérez La canciller Merkel ya casi ha conseguido sumar Portugal a la creciente lista de víctimas de su plan de salvamento de la banca alemana. En ella ya figuran Grecia e Irlanda. Su calendario exige que antes del 2013 –cuando entrará en vigor el nuevo fondo del mecanismo europeo de estabilidad (MES) que obligará a los acreedores privados a asumir parte de las pérdidas en los posibles impagos de deuda pública– caigan todas las piezas que pueden ocasionar daños graves a su sistema financiero. Antes de 2013, los créditos bancarios están asegurados al 100%, aunque a cambio los deudores deben aplicar duras condiciones de ajuste y tras mil y un titubeos y requiebros que acaban dejándoles a los pies de los caballos en los mercados. El financiero Soros lo describe así: “El pacto impuesto por Alemania protege el sistema bancario tratando la deuda soberana actual como sacrosanta; también pone todo el peso del ajuste en los países deudores”. Pero esta estrategia de presentar todo el montaje como si se estuviera salvando a Europa a cuenta del contribuyente alemán está comenzando a agotarse. La crisis política portuguesa pone sobre la mesa las dificultades de aplicar más planes de ajuste, emulando la receta alemana, para evitar el rescate y seguir en la zona euro, a una población que prácticamente mantiene el nivel de renta de hace una década. La reacción contra esos planes puede acabar convirtiéndose en la gran pesadilla europea en los próximos meses. En el caso irlandés, el Gobierno debió asegurar los depósitos de su sistema bancario, también gran recomendación de Merkel, para acabar en la lona una vez los bancos se quedaron sin liquidez. Ahora, Irlanda recibirá créditos europeos, que pagarán los contribuyentes de la isla, para que sus bancos paguen a sus acreedores, bancos alemanes y franceses entre los más destacados. Una gravísima crisis política ha sido la consecuencia. Crece la preocupación en Europa. Muchos se preguntan si es razonable sentirse tranquilo cuando el futuro del euro está en manos de alguien que trata los asuntos más graves, como la energía nuclear, a golpe de encuesta electoral. ¿Les suena? LA VANGUARDIA. 25-3-2011 Editorial. El País Una Europa más unida La crisis política y económica de Portugal ha ensombrecido los resultados más que notables de la cumbre de la UE celebrada ayer y anteayer. El paquete de gobernanza económica aprobado supone un indiscutible avance hacia una mayor unión económica. Los 27 ratificaron el fondo de rescate definitivo, que empezará a funcionar ya en 2013, para los países atenazados por la crisis de su deuda soberana, con un volumen suficiente y una flexibilidad mejorada, aunque todavía no óptima: hubiera sido mejor que el fondo pudiera adquirir bonos nacionales en cualesquiera mercados y no solo en el primario. Junto a ello, y en el envés, la Unión se ha comprometido a un mayor rigor en el camino hacia una convergencia económica real, que no otra cosa son las estrategias de mejora de la competitividad incluidas en el Pacto del Euro; en la política presupuestaria, mediante el incremento de la vigilancia preventiva del semestre europeo y de las sanciones para los incumplidores; y en la imposición de mayor transparencia y dureza para las nuevas pruebas de resistencia de la banca. Conclusiones tan significativas permitieron a algunos líderes adjetivar los logros de "avance gigantesco" (Sarkozy) o de constituir el verdadero "pilar económico" de la unión económica y monetaria (Durão Barroso). Se comprende que los líderes subrayen sus propios resultados, pero no hay que hipertrofiar el optimismo. Parte de esas medidas llegan con retraso, como es el caso de la formalización del fondo de rescate definitivo. Y en cuanto al interino (de aquí a 2013), parece poco honorable que se haya aplazado hasta junio por culpa de la coyuntura electoral finlandesa. No solo eso: resulta perjudicial, pues los mercados se han estado fijando en ese punto para modular su castigo a Portugal. La insinuación de que Lisboa está abocada al rescate, realizada por el habitualmente hábil presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, está fuera de lugar. Ni los primeros ministros son analistas, ni tampoco profetas, y frases como la aludida contribuyen a empeorar una situación de por sí difícil, y ya agravada por el cortoplacismo de la oposición interna en Portugal. Fue, en cambio, más que pertinente el apoyo rotundo de la canciller alemana al primer ministro en funciones, José Socrates: quizá si lo hubiera empleado antes para convencer a la oposición portuguesa, no habría que lamentar ahora el endurecimiento del escenario. Por eso también hizo bien el presidente Zapatero al presentar una nueva serie de medidas domésticas: todo esfuerzo por sustraer a España de las tormentas cercanas merece ser endosado. En el lado político hay que destacar el apoyo de los 27 a los aliados que intervienen en Libia y el endurecimiento de las sanciones al régimen de Gadafi. Pese a los múltiples errores históricos de la Unión en el norte de África, esta situación es sin duda mucho mejor que la que la resquebrajó cuando la guerra de Irak. EL PAÍS. 26-3-2011 Editorial. Expansión Nuevo intento reformista de Zapatero La percepción de los mercados sobre España ha cambiado mucho, para bien, y eso explica fundamentalmente que la bolsa española siga al alza y la prima de riesgo descienda pese a la precaria situación de Portugal, al filo del rescate. Esta tregua de los mercados parecía impensable hace no mucho, cuando se daba casi por seguro que una eventual intervención del país vecino haría caer a España como la siguiente ficha del dominó de los países periféricos. El afortunado desacoplamiento de España, que aún debe consolidarse, se debe a la determinación reformista del Gobierno, de la que Zapatero ha tratado de dar nuevas muestras al comprometerse en el Consejo Europeo a emprender una nueva ronda de reformas. No parece, sin embargo, que haya grandes novedades. Muchas de las medidas son reiterativas, como el fomento de las políticas activas de empleo, la formación profesional, o la introducción de competencia en los servicios profesionales, y otras parecen de dudosa eficacia, como la anunciada Comisión Asesora de Competitividad. La de más calado, la reforma de la negociación colectiva, sigue siendo un objetivo fiado al acuerdo entre patronal y sindicatos, aplazado ahora a finales de abril. El Gobierno se autoimpondrá un techo de gasto, aunque con bastante holgura al tomar como referencia el PIB nominal –sería más efectivo vincularlo al real–, aunque renuncia a exigirlo a las autonomías, responsables de más de la mitad del gasto y donde realmente residen los recelos de los mercados a nuestra capacidad de embridar las cuentas públicas. La mayor novedad se presenta en forma de plan contra la economía sumergida –alrededor de un 20% del PIB–, que, a falta de más detalles, tiene más sombras que luces. Se trata de una suerte de amnistía fiscal –cuestionable como concepto– con facilidades para aflorar empleo oculto, y dentro de 18 meses se endurecerán las sanciones. Un plazo demasiado largo en el que un eventual cambio de Gobierno no garantiza el mantenimiento de estos planes. Además, el empleo oculto que se pretende combatir es el final de una cadena de ocultación, que empieza cuando el empresario que deja de pagar Sociedades, el IVA y en última instancia las cotizaciones. La efectividad del plan sería mayor si éste fuera integral. Pero aun así, la coacción para blanquear empleos no dependerá tanto de las sanciones –ya existen– sino de la percepción de que existen suficientes recursos y efectivos para perseguir el fraude, lo que no parece que sea así. La medida es plausible si se consideran los problemas financieros de la Seguridad Social y el lastre que suponen los 30.000 millones de euros del desempleo. Pero a priori adolece de fuertes dosis de voluntarismo. El problema de España, y por ello nos juzgarán los mercados, reside en las pobres perspectivas de crecimiento. Harán falta medidas más audaces para cubrir nuestro déficit de competitividad y espolear el crecimiento económico. EXPANSIÓN. 26-3-2011