Segundo dí­a de ofensiva norteamericana en Afganistán

La tarta de crema afgana

Las tropas norteamericanas avanzan contra los bastiones talibanes de la provincia de Helmand, al sur de Afganistán. Mientras que las tropas británicas y afganas toman las localidades del norte de Helmand, los marines norteamericanos avanzan por el sur. Aunque se trata de una provincia en la que las tropas de la OTAN han sufrido considerables bajas en los meses anteriores, de momento el ejército norteamericano avanza sin encontrar resistencia importante. Sin embargo no es esto lo que más temen los estrategas del Pentágono.

En la Oeración Khanjar (en pashtún “Ataque de la Espada”) , de gran envergadura –participan más de 5000 soldados entre norteamericanos, británicos y afganos- y es la primera de la nueva estrategia para Afganistán de Obama. Los propios militares revelan las diferencias con otras ofensivas: la primera es la cantidad masiva de tropas empleadas, buscando un golpe rápido y demoledor. La segunda es que las tropas establecerán una serie de bases y puestos avanzados en la población para asentar el poder de la OTAN en la región –que hasta ahora no había sido conquistada-.El objetivo, dicen los portavoces del Pentágono, es infligir un severo golpe a la insurgencia talibán para crear un periodo de estabilidad antes de las elecciones afganas de agosto. Lo que está en juego en ellas es la continuidad de Jamid Karzai, una pieza contradictoria para Washington, pero al fin y al cabo su hombre en Kabul.Pero además EEUU necesitaba de una ofensiva para revertir el visible deterioro de su dominio sobre el país, que en los últimos meses ha visto como la guerrilla talibán ganaba más y más terreno. Desde que acabó la cosecha de opio y trigo, el Mulá Omar –líder de la insurgencia talibán- ha llamado a sus fieles, muchos de ellos campesinos y combatientes a tiempo parcial, a recrudecer los ataques contra el invasor. Desde hace varios meses, la seguridad en Afganistán ha retrocedido considerablemente. La capital, Kabul –hace un año un sitio seguro- ha sufrido varios sangrientos atentados. Las ciudades son como islas separadas por rutas demasiado peligrosas; para la población civil, atravesarlas es una lotería donde puede tocar secuestro, robo o muerte. Los ataques a los convoyes de la OTAN también están a la orden del día. “La paciencia estadounidense se está acabando: la seguridad en Afganistán necesita mejorar antes de final de año”, dijo el Secretario de Defensa, Robert Gates.La respuesta es esta ofensiva. Golpear a los bastiones de la insurgencia, causar considerables bajas en sus filas, incendiar sus campos de amapolas son los objetivos militares. Pero la operación se asemeja a la toma de Falujah en 2004, por el gran número de tropas empleadas y la contundencia de la fuerza empleada. La carnicería de Falujah horrorizó al mundo, tanto que Washington tuvo que aflojar la presión, y Falujah fue la base de ataques de la insurgencia durante meses. En Helmand puede pasar lo mismo, aunque los mandos estadounidenses no parecen temer demasiado la resistencia que puedan encontrar, dada la incontestable superioridad de fuerzas empleadas. Los estrategas del US Army saben que el problema está en que ocurra otra cosa. "El problema es que se vayan a luchar a algún sitio donde tengamos menos fuerzas”, dice un militar estadounidense. Pero el que mejor lo sintetiza es el coronel John Bessler, que dirige a las tropas de la OTAN al oeste del país –incluidas las españolas- y el entrenamiento de la policía y el ejército afganos. “Esto es como una tarta que aplastas con las manos. Cada vez que nuestros chicos presionan la tarta del sur, la crema se escapa por los costados. Y aquí en el oeste vamos a ver mucho de eso en los próximos meses". No es un temor infundado. Tal eventualidad, dada la movilidad de la insurgencia talibán y su creciente capacidad de para reclutar nuevas fuerzas y regenerarse, es más que posible.

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