La sensibilidad de las hienas

Eso al menos parece desprenderse de las manifestaciones del histórico dirigente de Batasuna, Joseba Permach, que hace sólo unos dí­as reprochaba la «falta de sensibilidad» ante la situación del recluso etarra Bolinaga, enfermo de cáncer.

Lástima que en sus 20 años como dirigente, desde que en 1992 fue elegido concejal del Ayuntamiento de San Sebastián hasta su elección como portavoz público de Batasuna, no le hayamos oído ni una sola palabra de condena a las bombas lapa, los tiros en la nuca o de compasión y reconocimiento a las víctimas de ETA. Su “sensibilidad” adolece de un defecto congénito, sólo se desarrolla hacia los verdugos, nunca hacia las víctimas. También las hienas son cariñosas con los cachorros de sus camadas. «Su sensibilidad adolece de un defecto , sólo se desarrolla hacia los verdugos, nunca hacia las víctimas» Pero lo que roza ya el colmo es la exigencia al PNV, instándole a “hacer autocrítica por su responsabilidad en la aplicación de la política penitenciaria represiva”. ¿Joseba Permach exigiendo a los demás hacer autocrítica? Valiente ejercicio de cinismo y caradura. Es posible que la ley sólo pida a los etarras y a los dirigentes de la doblemente mal llamada izquierda abertzale (pues ni es de izquierdas ni es patriota) la disolución de la banda, la entrega de las armas y la petición pública de perdón, para permitir su reinserción en la vida política y social.Para nosotros, como comunistas, todas ellas son condiciones necesarias, sí, pero no suficientes. Y seguiremos sin creer un ápice de lo que dicen mientras no haya por su parte una autocrítica radical de la ideología y las prácticas fascistas con las que han impuesto el terror sobre el pueblo vasco durante todos estos años. Una autocrítica pública y sincera ante las víctimas y ante todo el pueblo español, incluido el vasco, a los que durante 40 años han amedrentado, injuriado, perseguido, amenazado y golpeado con saña criminal.Y ya que habamos de autocríticas, qué empiece el señor Permach por hacer la suya primero. ¿O es que, tal vez, considera que no tiene nada de lo que arrepentirse?

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