Son invisibles, pero igual de letales que cualquier otro avión de combate tripulado. Operan en zonas y países en los que EEUU no ha declarado la guerra, pero matan por igual a combatientes y civiles.
“Escuché un grito. Todo se volvió negro. Empecé a correr pero vi que tenía sangre en la mano. Traté de vendármela, pero no paraba de sangrar”. Así relataba Nabeela ur-Rehman, una niña paquistaní de nueve años, en el Congreso de EEUU cómo el 24 de octubre de 2012 un ataque con drones sobre la región del Norte de Waziristán acabó con la vida de su abuela de 68 años e hirió a varios de sus hermanos. Sólo en esa región pakistaní hay documentados los asesinatos de 19 civiles en 45 ataques con drones en el último año. Más de un centenar de supervivientes de bombardeos de aviones no tripulados de la CIA en Pakistán se han unido para demandar al Gobierno estadounidense por estas actuaciones. Lo que está ocurriendo en Pakistán es extensible a otros países: Afganistán, Yemen, Somalia,…«Obama, como Bush, se ha proclamado juez de la horca. Dicta la ley, es jurado, juez y verdugo» Apenas una semana antes de que se reuniera este Comité del Congreso –al que sólo acudieron 5 congresistas de un total de 535, menos de un 1%–, dos ONG’s de defensa de los derechos humanos, Amnistía Internacional (AI) y Human Rights Watch (HRW), publicaban sendos informes sobre los cruentos resultados de bombardeos desde drones en Pakistán y Yemen en los que documentan la muerte de civiles inocentes, impugnando su legalidad y efectividad.El informe de AI muestra su preocupación de que “estos y otros ataques hayan resultado en muertes ilícitas que constituyan ejecuciones extrajudiciales o crímenes de guerra”. Se calcula que entre 400 y 900 civiles han sido asesinados por los ataques de los drones y otros 600 al menos han resultado gravemente heridos sólo en la permeable frontera noroccidental entre Pakistán y Afganistán. La opacidad y el secretismo que envuelve todo lo relacionado con el programa de drones dirigido en la actualidad por la CIA da a la Administración de EEUU licencia para matar fuera del alcance de los tribunales o de los principios básicos de la legislación internacional. “Ha llegado la hora de que EEUU se explique al respecto y exija responsabilidades a los responsables de esas violaciones”, explica uno de los investigadores de Amnistía Internacional para Pakistán. Tanto AI como HRW cuestionan las afirmaciones de Obama, que se ha visto recientemente obligado a justificar su política de “guerra encubierta” ante las cada vez mayores evidencias del alto coste en vidas para los pueblos objeto de sus agresiones y ataques. AI discute que los ataques respondan a informaciones seguras y fiables y denuncia que no están sometidas a control posterior, dado que las supuestas directrices presidenciales para hacerlo siguen manteniéndose en secreto. Asimismo cuestionan que, cómo afirmó Obama, el traslado del programa de drones de la CIA al Pentágono aumente la transparencia y el control de sus operaciones. De producirse, el programa pasaría a estar dirigido por un alto mando especializado en guerras encubiertas y asesinatos selectivos, del que dependen, entre otros, comandos como los Navy Seal encargados de la ejecución de Osama Bin Laden.Como conclusión, los informes de Ai y HRW denuncian cómo “esta política de asesinatos selectivos de EEUU sienta un precedente peligroso que otros países pueden explotar”, al tiempo que corroe “los fundamentos del marco internacional para la protección de los derechos humanos”.Como el juez de la horca, Obama, siguiendo la línea que marcó su predecesor Bush, se ha autootorgado el derecho de dictar la ley, ser jurado, juez y verdugo. Y no tener que responder ante nadie por ello.El negocio de Estados Unidos es la guerra «Hay una nueva normativa en Estados Unidos: el gobierno puede cerrar, pero las guerras continúan» Hay una nueva normativa en Estados Unidos: el gobierno puede cerrar, pero las guerras continúan. El Congreso puede no ser capaz de aprobar un presupuesto, pero aun así los militares de EEUU pueden lanzar incursiones de comandos en Libia y Somalia. La guerra de Afganistán puede proseguir, Italia puede ser guarnecida por tropas estadounidenses, África puede ser utilizada como un parque de deportes imperial, el complejo militar-industrial todavía puede dominar el comercio de armas en el mundo.En los pasillos del Congreso y del Pentágono, la ocupación es la de siempre, si tu definición de «ocupación» es el poder y los beneficios que obtiene de la constante preparación y procesamiento de las guerras en todo el mundo (…)Alguna vez, siendo un oficial en servicio en la Fuerza Aérea de los EE.UU., me enseñaron que Carl von Clausewitz había definido la guerra como una continuación de la política por otros medios. Esta definición es, de hecho, una simplificación de su libro clásico y complejo (…) Tal vez otro «Carl» podría echar una mano a la hora de ayudar a los estadounidenses a entender lo que la guerra es realmente. Me refiero a Karl Marx, que admiraba a Clausewitz, sobre todo por su idea de que la batalla es a la guerra lo que un pago en efectivo es el comercio. Sin embargo rara vez los combates (o los pagos) suelen ser la culminación y los árbitros finales del proceso.La guerra, en otras palabras, se resuelve por medio de matanzas, una operación sangrienta que imita la explotación del capitalismo. Marx considera esta idea a la vez sugerente y llena de significado. Así deberíamos hacerlo todos.Siguiendo a Marx, los estadounidenses deberían pensar en la guerra no sólo como un ejercicio extremo de la política, sino también como una continuación del comercio de explotación por otros medios. Combatir como comercio, hay más en ese concepto que una simple aliteración.¿Corea? ¿Vietnam? Un montón de beneficios para el complejo militar-industrial y gran poder para el stablishment del Pentágono. ¿Irak, Oriente Medio, las aventuras actuales en África? Petróleo, los mercados, los recursos naturales, la dominación global.En calamidades sociales como la guerra, siempre habrá ganadores y perdedores. Pero los ganadores claros suelen ser empresas como Boeing y Dow Chemical, que proporcionaron los bombarderos B-52 y el Agente Naranja, respectivamente, a los militares de EE.UU. en Vietnam. Estos «comerciantes de armas» –un término viejo más honesto que el de «contratista de defensa» de hoy- no tienen que perseguir la laboriosa venta cuando la guerra y sus preparativos se han vuelto tan permanentes, indisolublemente ligados a la economía estadounidense, la política exterior y la identidad de nuestro país (…)Como observó sucintamente el revolucionario ruso León Trotsky: «Usted puede no estar interesado en la guerra, pero la guerra está interesada en usted». Si la guerra es combate y comercio, calamidad y materias primas, no puede dejarse solo en manos de nuestros líderes políticos, y, ciertamente, tampoco en nuestros generales. Cuando se trata de la guerra, aunque la veamos como muy lejos de nosotros, todos somos de alguna manera clientes y consumidores. Algunos pagan un alto precio. Muchos pagan un poco. Algunos ganan mucho. Mantenga un ojo en estos pocos y usted va a tener una apreciación más aguda de lo que la guerra realmente es en todo su conjunto.No es de extrañar que nuestros líderes nos digan que no nos preocupemos en nuestras cabecitas sobre nuestras guerras. Sólo apoya a las tropas, ve de compras, y sigue agitando esa bandera. Si el patriotismo es el último refugio del canalla, también es el primer recurso de los que buscan movilizar clientes para el próximo ejercicio sangriento en el combate como comercio.
Sólo recuerde: en la gran ganga que es la guerra, ahí está su producto y su beneficio (…)William J. AstoreTomDispatch. 21-10-2013