Cine

La sal de este mar

Dos protagonistas llevan el peso de esta historia: Soraya (Suheir Hammad), una chica de 28 años, nacida y criada en Brooklyn, y Emad (Saleh Bakri). Ella regresa a Palestina con la intención de quedarse y él sólo desea huir para siempre. Annemarie Jacir retrata con meritoria sutileza la situación diaria de la vida en su paí­s, contemplamos la mutilación constante del mundo palestino y las libertades coartadas de los que han perdido el territorio que vio nacer a sus abuelos, pero sin imágenes violentas. Jacir se propuso rodar una pelí­cula sobre Palestina y para la gente de esa tierra. Para conseguirlo, rodó sin descanso durante 44 dí­as con el fervor de los que sienten el proyecto como algo personal, y entre las consecuencias se encuentra la prohibición de volver que le ha impuesto el estado de Israel.

“No oder volver a Palestina me mata, ahora miro la película como una refugiada”. Así habla la directora al presentar su trabajo, con una mezcla de satisfacción por la acogida internacional, y de frustración por las consecuencias personales que le ha supuesto su estreno.La primera parte de la producción se sitúa en Ramala. Es ahí donde el espectador observa que los palestinos no pueden hacer cosas tan básicas como construir una casa o viajar a Jerusalén, ni siquiera recuperar el dinero de cuentas anteriores a la ocupación de 1948. En cambio, la segunda se convierte en una road movie en la que los protagonistas recorren Jerusalén, Tel Aviv, Jaffa y las ruinas de Dawayima. La película se convierte así, no solo en un relato de amor en medio del caos, sino también en una valiosa lección de geografía y un reflejo de la vida en las ciudades de Cisjordania.La película se rodó en medio de enormes dificultades. La total ausencia de medios económicos para hacer cine en Palestina provocó la necesidad de que se implicaran hasta ocho productores europeos para hacer realidad el proyecto. El variopinto equipo estaba compuesto por una mezcla entre palestinos y europeos, la mayoría de los cuales eran totalmente amateurs: era el primer papel profesional de la protagonista, el conductor de la ambulancia era contable; el asistente de producción, abogado, etc. Sin embargo la cineasta también manifiesta la abismal diferencia con los israelíes en este aspecto: “Nosotros tenemos prohibidas muchas cosas, en cambio los cineastas israelitas tienen acceso incluso a las cárceles”.Pese a todo, Jacir huye de la violencia o el excesivo dramatismo a la hora de hilvanar su relato, que pretende ser mucho más emocional que político, intelectual o dogmático. Un sencillo esquema de “chico conoce a chica”, que trasladado a la realidad cotidiana de Palestina se convierte en un meritorio ejercicio combinado de realismo cinematográfico y poesía visual. Precisamente la poesía ejerce una influencia notable en el cine de esta autora, enamorada del autor Mahmoud Darwish, y criada en un país sin cines ni radios.

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