Nutrición

La revolucionaria dieta de la zona (I)

Pensar en perder peso sin arriesgar la salud es dar por supuesto que hacerlo mejorándola es utópico Los consejos nutricionales para enero, un mes considerado de buenos propósitos en el que hay que perder lo ganado en navidad y mejorar la alimentación, evitan mojarse en el fondo de la cuestión: el papel de la nutrición en la salud.

Lo cierto es que la reocupación por el sobrepeso, sea por motivos estéticos, sea por motivos de salud, arrecia después de un período en el que se suele comer en abundancia. Lo primero que se aconseja, sabiamente, es evitar las dietas milagrosas que prometen la pérdida rápida de peso. Son pobres en nutrientes y pueden provocar carencias nutricionales y enfermedades. Las diferentes dietas sobre las que podemos leer se diferencian por sus características, ventajas e inconvenientes. Pero, ¿existe un criterio objetivo, científico, para valorarlas? De la misma forma que se conocen algunas de las propiedades de los alimentos de la dieta mediterránea, que la hacen una de las más saludables del mundo. ¿Cómo hacer para no perderse en los laberintos de pros y contras que acompañan cualquier consejo? Para empezar, lo primero es definir cuál es la finalidad u objetivo de la dieta. El principal objetivo que podemos encontrar para la dieta hipocalórica es disminuir la grasa corporal, o sea, lograr una reducción del peso corporal, para luego conseguir un posterior mantenimiento, sin efecto rebote. Las monodietas, o dietas basadas en un solo alimento, como la dieta de uvas, tienen como objetivo depurar toxinas de nuestro organismo y desbloquearlo para que pierda peso (agua retenida, p.ej.). El objetivo de las dietas cetogénicas es promover la formación de cuerpos cetónicos (tal como ocurre en el ayuno) puesto que la cetosis favorece que nuestro cuerpo queme la grasa. Las llamadas dietas disociadas, basadas en que no hay que mezclar ciertos alimentos (proteínas y azúcares, p.ej.) en una misma comida, busca evitar la mala digestión y maximizar así el valor nutritivo de los alimentos. Las dietas personalizadas buscan, mediante diferentes análisis, detectar y restringir las dosis de alimentos que causan intolerancia… Todas las dietas cogen el criterio de “ser equilibradas” en cuanto a su composición para destacar unas virtudes u otras. La única dieta que afirma explícitamente que el objeto de ese “equilibrio” es intervenir en el equilibrio hormonal del que depende el bienestar es la dieta de la Zona. En este objetivo está encerrado que a través de la nutrición se pueden modificar los efectos que tienen las hormonas relacionadas con lo que comemos (insulina, glucagón, eicosanoides) sobre la salud. Efectos que, acumulados en forma de inflamación silenciosa durante años, llevan a la aparición de enfermedades crónicas como es la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, el alzheimer, el cáncer…. La dieta de la Zona salta recurrentemente a los medios por ser la dieta de moda en Hollywood (la siguen Jennifer Aliston, Sandra Bullock, Courtney Love, Cindy Crawford o Brad Pitt). El mayor inconveniente que se le achaca es que atenta contra la proporción entre azúcares, proteínas y grasas de la dieta mediterránea (65%-25%-15%), mientras que otros, entre ellos su propio creador, dicen que es una evolución de ella. ¿Se trata de una dieta revolucionaria?… (continuará)

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