Selección de prensa internacional

La revolución Obama

Si hace apenas dos dí­as hablábamos de la división de opiniones que habí­a generado entre los medios de comunicación norteamericanos el discurso de Obama en el Congreso, la presentación del presupuesto para 2010 no ha hecho sino amplificar esta división. Nuevamente, en los dos extremos el New York Times, cerradamente favorable a él, y, del otro, el Wall Street Journal que no puede disimular su rechazo frontal. Y, en medio de ambos, el Washington Post, alabando unas medidas, criticando otras y, sobre todo, pidiéndole a Obama que deje la puerta abierta para cuantas rectificaciones sean necesarias.

El resupuesto de Obama –al igual que su discurso del pasado martes–, de llevarse a cabo supone una auténtica revolución (como lo define acertadamente el WSJ) en EEUU. Su planteamiento –sobre el que habrá tiempo para detenerse más extensamente este fin de semana– implica un proceso de redistribución de las rentas desconocido en el país desde los tiempos del New Deal de Roosvelt. Subida importante de impuestos para el 3% de la población norteamericana más rica y para las grandes empresas del país, extensión de la cobertura médica a toda la población, atención preferente a la mejora de la educación pública, medidas radicales para disminuir la dependencia energética del petróleo,… Un plan con unos costes extraordinarios. Gastos que Obama propone que salgan, por un lado de la reducción de gastos del Estado a través de una administración más austera, del otro, de la subida de impuestos a la población más adinerada y, por último, de una sensible reducción de los gastos del presupuesto de Defensa. Y en estos dos últimos puntos donde se concentra toda la división y los ataques. Por dos veces, el editorial del Wall Street Journal, haciéndose portavoz de los intereses del complejo militar industrial, recuerda (o más bien le echa en cara) que este enorme aumento de los gastos estatales se producen “a pesar de que el presupuesto de defensa disminuye de manera constante” durante la próxima década. Para repetir, unas líneas más abajo, que EEUU no ha conocido “tantos nuevos y expansivos programas no vinculados a la defensa” ni siquiera en la época de Carter. Para el Washington Post –que de entrada no rechaza de plano los presupuestos– las cuentas que el equipo de Obama ha hecho sobre los gastos de la guerra en Afganistán e Irak a partir de 2010, 50.000 millones de dólares anuales, “está en tremenda oposición con el compromiso del Sr. Obama con el éxito en Afganistán e Irak”. En torno a este punto aparece lo que sin duda va a convertirse en una de las principales batallas políticas que, según el New York Times, presagia la aprobación de estos presupuestos. Con respecto a la subida de impuestos a los más ricos, el WSJ ya adelanta cuales serán algunas de las líneas de resistencia: presión de los lobbies económicos en el Congreso y una nueva etapa de filibusterismo fiscal en la que, si son derogados los privilegios fiscales otorgados por Bush –y que han llevado a EEUU al mayor abismo social desde los años 20–, la ingeniería financiera de Wall Street ya encontrará fórmulas para evadir el pago. EEUU. The Wall Street Journal LA REVOLUCIÓN OBAMA Pagada por la gente En la semana de cierre de la campaña electoral del año pasado, escribimos que los demócratas tenían en mente la más radical expansión del gobierno en décadas. Los liberales se escandalizaron, pero resulta que incluso nos hemos quedado cortos. Ayer con la propuesta de presupuesto fiscal para 2010, el Presidente Obama no sólo está tratando de ampliar el papel del gobierno federal, sino ponerlo en una posición dominante tal que su poder no pueda ser nunca disminuido. El primer punto es entender la magnitud del gasto federal incorporado en esta propuesta (…) se disparan los gastos federales en el ejercicio fiscal 2009 a 4 billones de dólares, un 27,7% del PIB, de 3 billones o un 21% del PIB en 2008, y 20% en 2007. Este es el mayor porcentaje de la economía que cualquier otro año desde 1945, cuando el país todavía estaba movilizado por la Segunda Guerra Mundial. Es más, con mucho, del gasto durante la guerra de Vietnam, o durante las recesiones de 1974-75 o 1981-82. Pero asumamos, por el bien del argumento, las razones del Sr. Obama de que este es justo el gasto que se necesita ahora para "arrancar" una recuperación económica. A pesar de que el presupuesto prevé que la economía se recuperará en 2010, el gasto seguirá siendo el 24,1% del PIB de ese año, y propone que el gasto presupuestario siga siendo superior al 22% durante toda la próxima década a pesar de que el presupuesto de defensa disminuye de manera constante. Todos los presupuestos presidenciales predicen que el gasto se reducirá en los "siguientes años", aunque sólo sea para dar la ilusión de una moderación del gasto. El Sr. Obama intenta el mismo truco, pero propone tantos nuevos y expansivos programas no vinculados a la defensa que no se conoce algo próximo en gastos presupuestarios, ni siquiera en los niveles de gasto de Jimmy Carter. En esta columna nos centramos en el gasto más que en el déficit, porque Milton Friedman nos enseñó que el gasto representa la verdadera carga futura sobre los contribuyentes. No obstante, el déficit presupuestario de 2009 se estima a simple vista en un 12,7% del PIB, lo que, una vez más, empequeñece cualquier cosa que hayamos visto en la posguerra. La Casa Blanca prevé que este plan se reducirá de nuevo hasta el 3,5% en fecha tan temprana como 2012, pero se basa en supuestos acerca de los que Washington no tiene garantías. Por ejemplo, el Sr. Obama da por supuesto que el presupuesto de casi todos los nuevos gastos para el estímulo será temporal, una fantasía (…) La caída en el déficit también supone el mayor aumento de impuestos en la historia de los EEUU, a partir de 2011, con la derogación de las tasas de impuestos de Bush sobre los ingresos superiores a 200.000 dólares para individuos y 250.000 para las parejas. La Casa Blanca dice que esto producirá más de 1 billón de dólares, si está dispuesto a creer que las tasas impositivas no afectan al comportamiento de los contribuyentes. En el mundo real, dos de cada tres registros fiscales que entran en esta categoría de ingresos son propietarios de pequeñas empresas o inversores, que son ciertamente capaces de encontrar maneras de invertir que les permitan declarar menos ingresos imponibles. El impacto real de este aumento del impuesto que asoma será añadir incertidumbre adicional sobre las decisiones económicas y retardar o posponer la recuperación (…) Luego está el plan nacional del Sr. Obama para la atención a la salud. La Casa Blanca ha puesto 634 mil millones en el presupuesto para pagar la cobertura de decenas de millones de norteamericanos sin seguro de asistencia subvencionados por el gobierno. Pero incluso los defensores de este plan del gobierno dicen que el costo será de cerca de 1 billón durante los 10 próximos años, y probablemente mucho más (…) La mayor ilusión de este presupuesto es el optimismo en sus previsiones económicas. La Casa Blanca da por supuesto que la economía se reducirá en sólo un 1,2% este año, antes de crecer el 3,2% el próximo año. Esto supone que la recuperación se iniciará a finales de este año y reunirá rápidamente fuerza para volver a los niveles normales de crecimiento. Para 2010 a 2013, el presupuesto cuenta que la economía crezca en una media del 4% al año, que es también la forma en que evoca la reducción mágica del déficit. Este crecimiento es un hermoso pensamiento, ¿pero cómo? El único ímpetu para el crecimiento en este presupuesto viene del gasto público, dinero que estará sacando de la economía privada y del trabajo productivo. Con 1 billón de nuevos gastos comprometidos, 1,4 billones en nuevos impuestos, y 5 billones en nueva deuda, los empresarios americanos no conseguirán ningún tipo de ayuda rápida de Washington. Los demócratas quieren todo esto en la ley de este año mientras el Sr. Obama mantenga su aura de luna de miel y pueda culpar a George W. Bush de la recesión. Pero los estadounidenses sólo están empezando a comprender la magnitud de las ambiciones del Sr. Obama, y cómo gran parte de sus propios ingresos se necesitan para llevarlas a término. Los republicanos tienen la obligación de insistir en un largo y amplio debate sobre todo esto, no sea que los estadounidenses descubran en un año o dos que viven en un país muy diferente. THE WALL STREET JOURNAL. 26-2-2009 EEUU. The New York Times POR FIN ALGO DE SINCERIDAD SOBRE LOS IMPUESTOS El primer presupuesto del presidente Obama reconoce lo que la mayor parte de Washington ha estado demasiado ciego ideológicamente o ha tenido demasiado miedo para admitir: para recuperarse de las imprudentes políticas económicas de George W. Bush, los impuestos deben subir. El plan del Sr. Obama, dado a conocer el jueves, se compromete a reducir en más de dos tercios, en 2013, los 1,75 billones de dólares de déficit presupuestario que el Sr. Bush, descargó sobre la nación. Un compromiso creíble para reducir el déficit es imprescindible. Sin ella, los prestamistas extranjeros –que financiaron el déficit de la era del gobierno de Bush y ahora están pagando por los planes de estímulo y de rescate– podrían perder la fe en la capacidad de la nación o en su disposición para pagar en otra cosa que no sean dólares en rápida depreciación. Lo que empujaría hacia arriba los tipos de interés y la economía hacia abajo, en el peor de los escenarios. Controlar el déficit también es necesario para sostener la recuperación, cuando llegue. El colapso de la economía de la era de Bush es la prueba de la amplia y terrible locura de un incontrolado crecimiento de la deuda. La administración Obama ha reconocido la necesidad de un gasto deficitario para estimular la economía, pero ha prometido que este endeudamiento del gobierno no se convertirá en la norma. A juzgar por el plan, el Sr. Obama no está hablando a la ligera. Muchos de los proyectos de mejora del presupuesto se basan en una recuperación económica a partir de 2010, algo que puede o no suceder. Pero otros muchos se basan en el aumento de los impuestos. Los aumentos propuestos señalan una tentativa seria de domesticar los déficits a partir de restaurar la imparcialidad de un código impositivo que se ha inclinado durante demasiado tiempo a favor de los americanos más ricos, dando por resultado que los déficits presupuestarios se cargaran de forma desproporcionada sobre los demás. Al mismo tiempo, el Sr. Obama ha propuesto un aumento dirigido a pagar la reforma de la atención a la salud, de manera que no cave un agujero más profundo en los presupuestos. Todos los aumentos propuestos se aplican a las parejas de más de 250.000 dólares (200.000 para los contribuyentes solos), que representan alrededor del 3% superior de los contribuyentes. Ninguno de ellos es lo suficientemente grande como para descarrilar una recuperación económica. Y contrariamente a la acción refleja de protesta de los republicanos, no imponen ninguna carga enorme para las pequeñas empresas: la mayoría de propietarios únicos y otros pequeños propietarios de negocios no hacen en la mayoría de lugares ni cerca de un cuarto de millón de dólares al año. Para combatir el déficit, el Sr. Obama propone suprimir los recortes fiscales dictados por Bush en su gama alta que expiran en 2011, aumentando la tasa superior desde el 35% a la más alta, el 39,6%. También propone imponer una tasa del 20% sobre las rentas del capital, frente a la actual super-reducida del 15%. Y restablecer una disposición fiscal promulgada por el primer Presidente Bush, pero eliminada por su hijo, que limita las amortizaciones fiscales para los contribuyentes de altos ingresos con cargas dependientes y otros gastos, como los intereses hipotecarios sobre las segundas residencias. La propuesta también pide gravar a los partícipes de los private equity como a todos los demás. Bajo la ley actual, los expertos inversores multimillonarios pagan impuestos en las tramos más bajos de la ley tributaria por la mayor parte de sus ingresos. En el marco del presupuesto de Obama, sus beneficios perderían esta situación de favor y se gravarían como ingresos ordinarios al igual que el del común de los mortales. Nadie que realmente crea en la responsabilidad fiscal puede oponerse a la propuesta de aumentar los impuestos. Y, sin embargo, cada uno de ellos presagia una lucha política. La cuestión no es sólo la carga fiscal sobre los americanos más ricos o los debates de un año electoral, sino la dificultad en la vida real de quitar la costumbre a la gente de vivir enganchada a una deuda insostenible –si no fuera por las desgravaciones fiscales o incluso sin gravamen ninguno– o a compras de acciones super-apalancadas o hipotecas basura. Es un desafío aplazado durante demasiado tiempo. THE NEW YORK TIMES. 27-2-2009 EEUU. The Washington Post GRANDES NÚMEROS Hay muchos parámetros para juzgar el proyecto de presupuesto propuesto por el presidente. ¿Es honesto en la contabilización de los costos conocidos de aquí a un plazo razonable? ¿Su cumplimiento pondría al país en un curso fiscal sostenible? ¿Su política de previsiones de impuestos y gastos es buena, y políticamente plausible? En este clima económico, hay otra cuestión importante: ¿La administración se está concentrando bastante en la tarea actual, que es ayudar a enderezar la economía, o se excede en concebir nuevos impuestos y programas? En la escala de la honestidad, el presupuesto del presidente Obama ofrece algunas mejoras. Reconoce algunos enormes gastos que los presupuestos de la administración Bush despreciaron estudiar (…) Prevé 130.000 millones en fondos para la guerra de 2010, una estimación razonable. Se prevé la contingencia de que el Gobierno buscará otros 750.000 millones (reflejados como 250.000 millones en el presupuesto, sobre la teoría de que algunos de los gastos se recuperarán) en fondos de emergencia para la estabilización financiera. Sin embargo, la hipótesis de que el gasto de la guerra se reducirá a 50 mil millones de dólares por año a partir de 2010 está en tremenda oposición con el compromiso del Sr. Obama con el éxito en Afganistán e Irak. Su afirmación de autofelicitación por haber identificado 2 billones de dólares en "ahorros" se basa casi exclusivamente en el supuesto de una guerra con costes más bajos y en el largamente prometido desmantelamiento de los recortes fiscales de gama alta de la administración Bush. El presupuesto de ayer muestra un gigantesco déficit de 1,75 billones, un 12,3 por ciento del PIB, en este año fiscal. El proyecto proyecta una disminución del déficit presupuestario en torno al 3 por ciento del PIB, a partir de 2013 y hasta 2019, pero puede ser mucho mayor si las previsiones de crecimiento económico del Sr. Obama resultan optimistas. La estabilidad fiscal a largo plazo requiere de algo más que conseguir poner bajo control el aumento de los costes de atención a la salud, con lo importante que es eso. La declaración del martes del Sr. Obama de que el país debe "empezar un diálogo" sobre el Seguro Social fue decepcionantemente floja. Diálogo ha habido durante mucho tiempo. Es la acción la que ha estado, y sigue estando, desparecida. Mr. Obama propone un "pago inicial" de 634 mil millones durante más de 10 años para la ampliación del seguro de salud, cerca de la mitad de lo que dice que se necesita. Su esquema deja abierto para el debate con el Congreso las grandes preguntas acerca de la forma del plan y las fuentes de financiación adicional. Sus propuestas para reducir costes del Medicare mediante la institución de la licitación pública entre los programas privados de Medicare Advantage, los recortes de pagos para la atención médica en el hogar y los medicamentos con receta, y el aumento de las primas para los beneficiarios de altos ingresos producirán seguramente los habituales aullidos. Lo mismo puede decirse de la sugerencia del Sr. Obama para pagar parte de su programa de salud mediante la reducción del valor de las deducciones por la hipoteca, actos caritativos y otras cosas para los contribuyentes de ingresos más altos. En virtud de la situación fiscal actual, es fundamental que el Sr. Obama y el Congreso se ciñan al principio, establecidos en el presente presupuesto, de que la reforma de la atención a la salud no se añadan al déficit. El Sr. Obama propone pagar por los créditos fiscales adicionales que prometió genersamente para el 95% de los estadounidenses con los ingresos generados por el sistema de “límite y comercio” por las emisiones de carbón, una especie de impuesto indirecto sobre el petróleo, el gas y el carbón. Dado que éste aumentará los gastos de todos los estadounidenses, casar estas dos iniciativas tiene sentido, filosóficamente y fiscalmente. Una vez más, sin embargo, el truco estará en resistir las inevitables presiones políticas de utilizar los ingresos para amortiguar el gasto para las industrias contaminantes. El Sr. Obama espera mucho de este presupuesto; necesita asegurarse seguir centrado en la crisis económica y ajustar sus ambiciosos objetivos si la recuperación no se produce como él espera. THE WASHINGTON POST. 27-2-2009

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