Brasil a un año de las elecciones generales

La reelección de Lula

Lo que ocurre en Brasil, a poco más de un año del inicio de la campaña electoral para la sucesión de Lula da Silva, es un proceso singular. Su partido, el PT, es el mejor articulado y controla el mayor contingente de militantes, pero dispone de un solo nombre, el de la ministra de Gobierno, Dilma Rousseff, de viabilidad electoral relativa. El principal aliado del gobierno, el PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño), no dispone de ningún nombre, a pesar de tener el mayor número de alcaldí­as y escaños en la Cámara de Diputados y en el Senado. A pesar de ello, será el contrapeso de la balanza. La principal fuerza de oposición, el PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña), ya dispone de dos nombres de peso, los gobernadores de San Pablo, José Serra; y de Minas Gerais, Aecio Neves, pero carece de militancia.

Las negativas de Lula a resentarse a la reelección no satisfacen a sus aliados. A pesar de que Lula da Silva rechazó una y otra vez la posibilidad de presentarse para un tercer mandato, ayer un diputado presentó un proyecto de ley para reformar la Constitución y habilitar la re-reelección presidencial. «Decidí­ presentarla por una intuición personal», explicó el autor del texto, Jackson Barreto, un dirigente del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). Pero el legislador no es el único que intuye que Lula podrí­a cambiar de opinión. Según informó, 191 diputados firmaron junto a él el proyecto, una cifra muy superior a la requerida. Lula, quizá cansado de contradecir a sus aliados, no hizo comentarios ayer sobre el tema.El proyecto de ley propone la convocatoria de un referéndum vinculante para el segundo domingo de septiembre próximo. Ese dí­a todos los electores brasileños deberí­an decidir en las urnas si están a favor o en contra de una segunda reelección consecutiva para los cargos de presidente, gobernadores y alcaldes. La propuesta del diputado Barreto debe recorrer aún un largo camino en el Parlamento brasileño. Primero tiene que ser discutida en dos comisiones y, en caso de ser aprobada en ambas, pasará al plenario de la Cámara de Diputados. Cuando llegue al Senado deberá ser discutida nuevamente en las comisiones correspondientes antes de ser votada, de forma definitiva, en el pleno de la Cámara alta.Según los analistas brasileños, no es imposible que logre mayorí­a en las dos Cámaras. Aun si los legisladores más orgánicos del Partido de los Trabajadores (PT), que son minorí­a en la coalición oficialista, se aferraran al «no» dado por el presidente, ya hay dirigentes opositores interesados en habilitar un tercer mandato para todos los cargos ejecutivos del paí­s. Según informó Barreto, algunas de las firmas que avalaron el proyecto que presentó ayer pertenecen a legisladores opositores de la derecha.Pero aun si el texto logra sortear todas las aprobaciones requeridas por el Legislativo, debe ser promulgado por el propio Lula. Además, el presidente del Tribunal Supremo Federal, Gilmar Mendes, ya adelantó que la ley requerirá su visto bueno y «difí­cilmente» lo conseguirá. A pesar de todas las negativas -de Lula, la Justicia, el PT, la derecha-, una parte importante de la coalición de Lula se niega a aceptar que podrí­an perder las elecciones cuando cuentan con el presidente más popular del mundo. Actualmente el PT se encuentra segundo en las encuestas, detrás del gobernador de San Pablo, el socialdemócrata José Serra. La jefa de Gabinete Dilma Rousseff, la dirigente elegida por Lula para sucederlo, no ha conseguido contagiarse de la enorme popularidad del presidente. Peor aún, los medios de comunicación -abiertamente opositores- comenzaron a cuestionar su candidatura en las últimas semanas, desde que la funcionaria contó públicamente que padecí­a de cáncer linfático. La semana pasada la internaron durante 24 horas por dolores en las piernas, causados por las sesiones de quimioterapia.Desde que la candidata de Lula anunció que padecí­a de un linfoma, los medios de comunicación, que se oponen no sólo a su nombre sino a la permanencia del PT en el poder en general, tratan de manera descarada de especular sobre la enfermedad y sus consecuencias. Opositores y aliados, cada uno por su lado, giran alrededor de dos preguntas: ¿logrará Dilma llevar una campaña kilométrica y desgastante con la salud afectada? ¿Logrará convencer a los electores de que podrá superar los daños de su enfermedad? Esas dos preguntas conducen, de manera inevitable, a una tercera: si Dilma no logra recuperarse para esa guerra, ¿cuál serí­a la alternativa de Lula da Silva?Cada tanto aparece alguien para sacudir el fantasma de la re-reelección, lo que despierta la furia de los medios de comunicación, en manos de monopolios oligárquicos. A su manera, a Lula le conviene seguir desmintiendo esa hipótesis. Ahora mismo midió cuidadosamente la forma de rechazar esa idea: «Primero, no existe tercer mandato. Y segundo, Dilma está bien», dijo. Primero: el tercer mandato no existe, pero puede existir. Y segundo: Dilma parece estar bien, pero hay que contar con la posibilidad de que sus actividades sufran fuertes restricciones.Ayer, Barreto intentó despegarse de esos cuestionamientos. «Evalué la posibilidad en el mes de abril, cuando no existí­a el problema de salud de la ministra Rousseff. Demoré en la presentación la semana pasada por razones éticas», aseguró. El portavoz en la camara del PT adelantó que ellos no tienen nada que discutir. «Estamos en contra. El presidente dejó claro que no será candidato en un tercer mandato», dijo Henrique Fontana.Cambiar la Constitución serí­a algo difí­cil, desgastante en términos polí­ticos, pero posible. Lula es el presidente brasileño más popular en más de medio siglo y, aunque ésa sea una apuesta riesgosa, no está totalmente fuera del horizonte polí­tico. En principio no le convendrí­a un tercer mandato consecutivo, entre otras cosas porque no se sabe qué pasará con la economí­a en el perí­odo 2011-2014. Su perspectiva más viable es presentarse otra vez en 2014, luego de un perí­odo de intervalo que podrí­a ser ocupado por Dilma Rousseff o por José Serra.Pero para su partido la perspectiva de no presentar ningún nombre con posibilidades en 2010 significa una especie de suicidio polí­tico. Y por más que Lula sea, hoy, mucho más que el PT, para volver en 2014 necesitará de su estructura. Así­, el horizonte sigue nebuloso, y cualquier apuesta en el corto plazo serí­a de alto riesgo.Lula da Silva, alcanzó un nuevo récord histórico de popularidad, al lograr una aprobación del 84 %, según una encuesta realizada en enero. Pese a las amenazas de una profunda crisis financiera y los nuevos números a la baja respecto de la producción económica del gigante sudamericano, con el 84 % de su aprobación el mandatario brasileño logró el nivel más alto para un gobernante en nueve años, mientras su gestión de gobierno llegó al 72,5 % en una consulta realizada a 2000 ciudadanos en 24 de los 27 estados brasileños por la consultora Sensus. Se trata de un respaldo histórico que supera el alcanzado en enero de 2003, cuando Lula acababa de asumir la presidencia en su primer Gobierno con un 83,6 por ciento de respaldo popular en la misma encuesta.

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