La Purga

La renovación de la clase política y el modelo que garantice los intereses del FMI y Bruselas, iniciada con la renovación en la Monarquía, se acelera. EL PP debe desprenderse de la vieja estructura y renovarse con una nueva élite “tecnocrática” y no “contaminada”, si eso es posible, por la corrupción. Es prioritario para el hegemonismo y la oligarquía la renovación de la clase política que encabezará los nuevos recortes que exige el FMI.

El estallido simultáneo de una catarata de acontecimientos de corrupción, detención del expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, la citación de Rajoy para declarar por la Gürtel, las nuevas revelaciones sobre Rato, las denuncias sobre la implicación de la Fiscalía aticorrupción en presiones y relevo de fiscales para retrasar o impedir investigaciones…, la detención del consejero delegado de OHL… ha roto el discurso del PP, que no consigue “pasar página”.

La renovación del modelo político es sin embargo un proceso lleno de dificultades.

En el PSOE han tenido que descabezarlo mediante un golpe de mano para tratar de reconducir una renovación que aún no tienen controlada, con Pedro Sánchez aún vivo y una militancia inflamada por la influencia de la mayoría social de progreso.

En el PP, a pesar de tener una base electoral amplia, la corrupción sistémica que lo envuelve hace que, por un lado, aumenten las dificultades para gobernar y sacar adelante sus compromisos, los presupuestos están ahora en el aire… Y por otro lado, aumente cada vez más el rechazo social. Y, por lo tanto, las repercusiones que va a tener en futuras elecciones. Sobre todo si se ve obligado a adelantarlas.

Este sigue siendo su punto más débil: la contradicción entre un proyecto hegemonista y oligárquico que debe ser ejecutado por un gobierno del PP, en pleno proceso de cambio del modelo político, frente al avance de una mayoría social progresista, que a pesar de todos los intentos por marginarla y reconducirla, juega un papel político imposible de ocultar.

En esta nueva correlación de fuerzas ha jugado un papel clave la alternativa de un gobierno de progreso, basado en un acuerdo PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos, reconocida como la única alternativa por cada vez más sectores progresistas.

El largo ciclo electoral de 2016 ha dado como resultado una nueva correlación de fuerzas política, caracterizada por el avance de la mayoría social progresista, y, por otro lado, por el hecho de que la alternativa principal de gobierno del hegemonismo y la oligarquía está en minoría.

Tras la forzada imposición de un nuevo gobierno del PP esta contradicción no solo no ha desaparecido sino que se ha agudizado. Reaparece ante cada batalla -conflicto con los estibadores, necesidad de subir el salario mínimo o tomar medidas contra la pobreza energética, etc-.

Y ha seguido ganando influencia gracias a la persistencia en impulsar la alternativa de un gobierno de progreso, convirtiendo un episodio regional en Murcia en una batalla política con repercusiones en todo el país.

Ante el estallido de nuevos casos de corrupción en Madrid se abren nuevas posibilidades para impulsar la alternativa de un gobierno de progreso, demostrando que no era una alternativa coyuntural sino de más largo alcance, ajustada a la actual correlación de fuerzas política.

El hecho de que incluso Pablo Iglesias haya presentado una propuesta para impulsar una moción de censura contra el gobierno de Cristina Cifuentes, afirmando que “existe la posibilidad de que haya un gobierno diferente” y mostrando su “total disponibilidad” a iniciar contactos con PSOE y Ciudadanos, evidencia que la alternativa de un gobierno de progreso ha ganado tal fuerza que es imprescindible referirse a ella, y es reconocida como la única alternativa posible frente a un gobierno del PP.

Ese avance de la mayoría social progresista se refleja también en Ciudadanos y el PSOE, evidenciando la incompatibilidad entre las aspiraciones de regeneración democrática de Ciudadanos y el PP, reflejado en el conflicto -todavía no cerrado, ante las nuevas exigencias de Ciudadanos- en Murcia, o en el duro enfrentamiento entre el gobierno de Cifuentes y el grupo parlamentario de Ciudadanos en la Asamblea de Madrid.

Y que se expresa también en el seno del PSOE, obligado a marcar distancias con el PP -lo que le llevó a proponer la moción de censura en Murcia-, o en los apoyos recibidos por Pedro Sánchez en las primarias -algo insólito tras haber sido descabezado de la secretaría general-.

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