SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

La puñalada florentina

Agosto del 2011. Fuerte tormenta en los mercados financieros. Con el euro a punto de irse a pique, el Banco Central Europeo envía sendas cartas de advertencia a Roma y Madrid. Hay que contener el déficit. Exige estabilidad, disciplina y recortes.

Grecia, Irlanda y Portugal están intervenidas. En España, el Gobierno socialista ya ha tirado la toalla y prepara el adelanto electoral para noviembre. José Luis Rodríguez Zapatero escurre el bulto y se inventa la reforma exprés de la Constitución para calmar a los alemanes.

En Italia, Silvio Berlusconi se halla en fase Calígula, asediado por los escándalos sexuales. Intenta aplazar los recortes y adopta tonos desafiantes, esbozando un populismo antialemán. El Vaticano deja de apoyarle y un día descubre que ya no tiene mayoría en el Senado. Cae.

En una hábil maniobra de palacio, el presidente de la República, Giorgio Napolitano, llama a Mario Monti, católico, serio, austero, tecnócrata, lombardo, ex comisario europeo de la Competencia, insider de la administración europea, bien comunicado con Berlín y con la Casa Blanca. (Al cabo de pocas semanas, la revista Time le dedicará la portada). Monti forma un gobierno con ministros técnicos, apoyado en el Parlamento, no sin reticencias, por el berlusconiano Pueblo de la Libertad y el Partido Democrático (centroizquierda). Un Gobierno para evitar la catástrofe.

Monti logra culminar la legislatura y comete el error –presionado por Bruselas y Berlín– de concurrir a las elecciones de febrero del 2013 al frente de una lista centrista. Quedará en cuarta posición. No hay un ganador claro. Vence el Partido Democrático (PD), sin mayoría en el Senado. (Italia es perfectamente bicameral: Senado y Cámara de los Diputados, mil parlamentarios, tienen el mismo poder). La gran novedad de las elecciones es el movimiento populista del cómico Beppe Grillo, que logra alcanzar el 22%, reuniendo a descontentos de derecha y de izquierda.

El líder del Partido Democrático, Pier Luigi Bersani, ganadorperdedor, se ve obligado a dimitir. También ha renunciado el papa Benedicto XVI. En Roma se produce un asombroso vacío de poder. El cónclave vaticano elige a Francisco (marzo 2013) y el cónclave republicano (abril 2013) no logra ponerse de acuerdo para escoger un nuevo presidente de la República. El único acuerdo consiste en pedir a Napolitano, de 88 años, que acepte un segundo mandato de siete años. La república italiana se monarquiza y Napolitano exige un gobierno de amplia coalición, con los principales partidos dentro. Lo encabezará Enrico Letta, 47 años, democristiano progresista del PD.

El Partido Democrático renueva su liderazgo y celebra elecciones primarias abiertas a la ciudadanía para elegir al nuevo secretario general –atención PSOE: primarias abiertas para elegir al secretario general–. Vence por goleada Matteo Renzi, 39 años, católico, alcalde de Florencia, hiperactivo, adicto a Twitter, reformista y audiovisual. Un poco berlusconiano. Con el PD en sus manos y una alta popularidad en las encuestas, Renzi se enfrenta a un dilema: dejar que Letta gestione el programa de reformas hasta la renovación de la ley electoral (adopción del modelo español), o asaltar el Gobierno. Consulta la bola de cristal, habla con el espíritu de los Médici y de Nicolás Maquiavelo, coge el puñal florentino y mata a Letta.

Todo muy laberíntico, pero atención a una constante: desde noviembre del 2011 en Italia rige un Gobierno de amplia coalición.

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