Pueblo guiuzcoano de 1.439 habitantes, uno de esos donde todos se conocen, y todos saben de qué pie cojea el vecino. El gobierno es de ANV, tras conseguir en las últimas municipales cuarenta y ocho votos más que el Particdo Nacionalista Vasco. En el Ayuntamiento, junto al cartel de “necesitamos la paz”, preside como en un altar el cartel que pide la vuelta a casa de los “presos y refugiados vascos”. Por la calle, a la salida del kiosko, se pueden ver a algunos clientes doblar inmediatamente a la salida el periódico como escondiendo la mancheta, una práctica habitual en tantos sitios de una Euskadi donde se quiere pasar despercibido y evitar ser señalado por los “guardianes de la patria” como “antivasco”.El referéndum sobre la Y vasca estaba organizado por AHT Gelditu (la plataforma que aglutina diferentes asociaciones pero dirigida por “la izquierda abertzale”). ¿Por qué no iba a salir bien una consulta popular contra una imposición? Los grandes beneficiados de la gran obra de la Y vasca son las grandes constructoras y los grandes capitales frente a la pequeña y mediana empresa, son empresas de fuera de Euskadi en mayor medida que empresas vascas, son las grandes ciudades frente a los pueblos pequeños, es un atentado ecológico… todos los ingredientes para una gran movilización ciudadana. La tesis de partida de los organizadores era que “la mayoría parlamentaria no coincide con la mayoría social” y, aunque los votos no tenían una utilidad real se supone que son la expresión de la voluntad directa, de las ansias de democracia directa, aplastada.Pero la mayoría social no fue a votar. Nadie quiso hacer declaraciones. Casi nadie. A las preguntas del redactor de un periódico únicamente un hombre respondió que no había votado porque no le había dado la gana y una pareja de ancianos porque no querían meterse en líos. Efectivamente la mayoría parlamentaria no coincide con la mayoría social, sólo hace falta ver quienes son los beneficiarios de las ayudas anticrisis de la mayoría parlamentaria y quienes los perjudicados. Pero la mayoría social no traga tampoco con el chivatismo, la amenaza, el asesinato o el atentado que impregnan la peculiar democracia participativa allí donde el entorno de ETA tiene a representantes. Lo bueno del asunto es que la voluntad popular se ha manifestado en Legorreta y los que afirman defenderla son los que pretenden secuestrarla.