Grecia

La polí­tica de la desesperación

Si los acreedores europeos de Grecia creen que la renuncia del primer ministro Alexis Tsipras mejorará su influencia sobre Atenas, que se lo piensen mejor de nuevo. En primer lugar, no se sabe lo que traerá la nueva ola de turbulencias polí­ticas en una nación en crisis, y es muy posible que el señor Tsipras vuelva como primer ministro de una coalición más fuerte.

La política de prestar sin fin a Grecia más dinero para pagar viejas deudas no ayuda ni a Europa ni a Grecia, no importa quién esté gobernando el país. Como el Fondo Monetario Internacional ha reconocido final y públicamente, Grecia no puede pagar su deuda de 300.000 millones de euros, y aplazar una reestructuración sólo sumará a la agonía de los griegos la discordia en la Unión Europea y la probabilidad de un impago.

Dado que sus escasos siete meses de gobierno fueron una continua crisis, es difícil juzgar lo bueno que el primer ministro señor Tsipras fue o pudo haber sido. Miembro de un núcleo duro de izquierda, prometió cosas que nunca podía ofrecer, como el abandono del régimen de austeridad que ha empujado a Grecia en la depresión. Lo intentó todo para convencer a los acreedores – una política arriesgada, grandilocuencia y un referéndum complementario el 5 de julio, en el que el 61,3% de los griegos votaron para rechazar los términos del último rescate. Nada de eso funcionó, y al final el señor Tsipras se vio obligado a aceptar el ultimátum.

La deserción resultante del ala radical de su partido Syriza no dejó al señor Tsipras otra opción que convocar nuevas elecciones. Eso no es fácil en Grecia, ya que se debe dar la oportunidad a otros grandes partidos de formar un gobierno después de la renuncia de un primer ministro. Pero la aritmética política actual hace ineludible una nueva elección, posiblemente tan pronto como el 20 de septiembre.

A pesar de todos sus defectos y fracasos, el señor Tsipras sigue siendo la figura política más popular en Grecia, porque una gran parte de la población acepta que hizo todo lo posible para mejorar la situación de Grecia. Cómo lo juzgarán en las elecciones está por verse. Los otros grandes partidos, Nueva Democracia y Pasok, se encuentran en medio de luchas de liderazgo, y la facción disidente de Syriza, ahora llamada Unidad Popular, es pequeña.

Ya sea que el señor Tsipras regrese o no, el próximo gobierno tendrá que hacer más para que el país sea más productivo, lo que incluye muchas de las reformas que los líderes europeos han exigido – recorte de las pensiones, racionalización de los reglamentos, privatización de las empresas de propiedad estatal. Pero es difícil ver cómo incluso el gobierno más eficaz y popular puede hacer estas cosas si el país permanece atrapado en el remolino de la deuda.

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