Elsa Moreno (Valencia, 1999) es gestora cultural, periodista, poeta y creadora escénica. Con formación en comunicación audiovisual, danza contemporánea, interpretación teatral y escritura creativa. Es cofundadora de la compañía de danza-teatro ‘Cia. L’abocador’, ha coordinado proyectos de gestión y creación poética-escénica como ‘Las Sin Rostro’ y ha publicado su primer poemario, ‘En un lugar limítrofe’ (La Imprenta 2023).
Con evocaciones de Leo Rizzi en códigos QR y prólogo de Sara Torres, la obra recoge una colección de poemas divididos en tres partes: hora dorada, la noche oscura y la hora blanca. El origen del poemario se desvela en el paisaje del bosque donde se enmarcan los poemas que se inspira en el pasaje final del ensayo ‘Sistema monógamo. Terror poliamoroso’, de Brigitte Vasallo.
Elsa Moreno se cuestiona el amor romántico y trata de ‘desplazar el foco de lo individual, la monogamia, a lo colectivo’, porque ‘el amor y los cuidados no pasan por un único sujeto amoroso, sino por multitud de cuerpos, afectos desjerarquizados y redistribuidos’.
Esta poeta valenciana se ha convertido en una referencia emergente en las redes sociales, especialmente en Tik Tok, donde decenas de miles de seguidores se acercan a la poesía de una manera distinta, mucho más física, rítmica y plástica, vinculada a la interpretación, a la danza, a la música y a la experimentación. Un fenómeno creativo que solo puede encontrarse publicado en la editorial independiente ‘La Imprenta’.
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Dices que tu poesía nace del cuerpo, y que luego vuelve a él, que te centrifugas…
Yo vengo de la danza, y estudié en el conservatorio de Valencia. Siempre he tenido una conexión muy íntima y muy vibrante con mi cuerpo. He trabajado mucho la conciencia corporal y siento como si tuviese la piel muy despierta. A la hora de escribir poesía, que es un ejercicio de percepción, se canaliza a través del cuerpo. En mi caso siento que todo me atraviesa mucho la piel. Por eso digo que el poema viene del cuerpo, porque todas esas experiencias que a mí luego me llevan a escribir un poema, me atraviesan primero el cuerpo y después, desde esa lección, desde esa lectura corporal, hago un ejercicio de traducción para volcarlo en palabras y en otro lenguaje.
Después eso me es devuelto porque yo también trabajo interpretando mis propios poemas. Es como que vuelven las palabras a ese lugar de donde venían, a esa sensación física, y de alguna manera se retroalimentan. Así me imagino que me centrifugo.
Te guías por la intuición del cuerpo, por las sensaciones…
Sí, absolutamente. Yo siento que es el cuerpo el que se ve afectado. Todo me traspasa el cuerpo y lo traduzco en cohesión. Es como intentar desplazar la mente racional, dejar que escuche al cuerpo y ver qué es lo que está contando, qué es lo que está sucediendo que yo aún no conozco.
¿Por eso trabajas de una forma tan interdisciplinar, con música, danza, interpretación…?
Sí. Entiendo cada uno de estos elementos como versos añadidos, como que los efectos en la voz, los gestos, la cualidad del movimiento, si hay iluminación… todos estos recursos comunican, significan, se añaden a lo que sea que esté contando ese poema.
Trabajo mucho el texto escrito, claro, tengo ahí el poemario publicado y muchos poemas que simplemente son textos, pero disfruto mucho escenificando lo que he escrito porque siento que se vuelve más rico, que puedo ser más meticulosa, puedo entrar más en detalle con lo que quiero generar con el poema.
‘En cierta manera, con la poesía me centrifugo’
‘En un lugar limítrofe’ incluye música que acompaña los poemas. Y en cierta manera otros elementos visuales.
Para mí el formato libro es como una de las lecturas más que pueden tener los poemas, pero al final son poliédricos. Tienen muchas aristas y añadirle la música da otra lectura posible a este poema. Y cuando se lleva a la escena tiene otra lectura más. Entiendo el arte desde esa idea multidisciplinar del lenguaje artístico.
A veces suenas incluso a música urbana… como en esa actuación con Sr. Charli en la Sala Carme.
La verdad es que no bebo directamente de la música urbana porque no es algo que yo consuma, pero la poesía y el rap están íntimamente ligados, a veces, a un pasito lo uno de lo otro. Es inevitable transitar estos espacios limítrofes y dejarme empapar de todo mi entorno. Mis gustos son muy eclécticos porque me nutro de todo lo que me llame la atención o todo lo que me haga sentir. Supongo que todo esto va entrando en mi imaginario y después va empapando mi creación artística.
¿Por qué introduces citas en el poemario, como de Cristina Peri Rossi o Mario Benedetti?
Es una manera de dejar ese rastro de las lecturas que me han ido inspirando. Cuando estuve escribiendo ‘En un lugar limítrofe’ me dio mucho por la poesía latinoamericana de mitad del siglo XX, no sé, me llamaba mucho la atención, me inspiraba y quería dejar que se vean las huellas de los autores que pasan por mí.
¿Por qué dices que en esta sociedad el cuerpo queda reducido a un instrumento de codificación del género?
No se nos permite ahondar en todo el conocimiento que realmente tiene el cuerpo, por el orden social, el orden moral. Estamos muy encasillados en esas distinciones de género, distinciones identitarias que ponen unos límites sobre el cuerpo que no nos permiten profundizar más allá. Supongo que son mecanismos de control, aunque no sé muy bien para qué.
¿Crees que la popularización de la poesía en las redes puede rebajar la calidad?
La mala poesía ha existido siempre. Lo que pasa es que ahora tenemos más altavoces, porcentualmente creo que hay más gente escribiendo y publicando. Igual da la sensación de que hay más poesía mala. Pero creo que no es así, que siempre ha habido poesía de una calidad, y el hecho de que se utilice en las redes sociales no supone nada para el texto literario.
Evidentemente la manera de funcionar de las redes sociales pueden condicionar al formato o al estilo, porque las redes sociales tienen un ritmo determinado, muy frenético, y eso favorece textos más cortos o más simples que no necesitan tanto análisis. Pero el propio escritor es el que decide si adaptarse a esto o no, o ser fiel a su propia poética y utilizar estos canales como un soporte, como una herramienta más. En mi caso, mi obra siempre ha estado muy relacionada con las redes sociales; desde que empecé a escribir y a recitar, empecé también a difundirlo por redes sociales y a colgar los poemas y los vídeos.
‘La voz o los gestos son versos añadidos’
A mí solo me ha dado regalos, la verdad. Así que creo que he conseguido encontrar la manera de darle difusión a mi poesía a través de las redes sociales, sobre todo con TikTok que es como está llegando mi obra a Latinoamérica, que es algo que no entraba dentro de mi imaginario. Yo me movía por los micros abiertos de mi ciudad y me escuchaba gente que vivía cerca de mí. Pero de repente, con las redes sociales, mi poesía llega a México y llega a Argentina.
Hace poco me habló una chica que había recitado un poema mío en una marcha feminista, en un pueblo de Buenos Aires. Y eso me pareció un regalazo. Yo uso las redes sociales para que mi poesía pueda llegar a lugares a los que yo físicamente no puedo.
¿Crees que las mujeres, precisamente por las condiciones de mayor dificultad en las que os desarrolláis, en este caso en la creación artística, ofrecéis una mirada distinta?
Sí. La condición de mujer y lo que significa dentro de un sistema heteropatriarcal lo condiciona todo. No solo hay que esforzarse el doble, hay que luchar el doble para alcanzar puestos de representación, y eso se ve reflejado en la obra. Quizás algunas sean obras más trabajadas o más pensadas, con cierto rigor, con cierta responsabilidad porque somos conscientes de lo complicado que es y del estigma con el que cargamos simplemente por el hecho de ser mujer.
En el caso de la poesía se está luchando mucho y quiero pensar que se está rompiendo con la distinción de categorías entre temas universales y temas de mujeres. Si una voz de un hombre habla de cualquier cosa era una temática universal, pero cuando habla una mujer de sus vivencias, eso es para mujeres, de mujeres, no es una cuestión universal, cuando realmente ocupamos el mismo espacio. Son historias femeninas que estamos integrando en la normalidad. Es posible que por eso parece que hay una poesía femenina más rica o más interesante, pero porque por fin se le está dando espacio a estos temas que antes simplemente no se escuchaban porque se entendían que eran simplemente para mujeres y que no iban a interesar al público general.
¿La poesía es transformadora independientemente del tema que trate, sea o no social?
Cuando trabajas con lo explícito es muy fácil caer en lugares comunes que no están aportando nada a la narrativa, sino que es el mismo panfleto de siempre y eso no me interesa. A veces hay más lucha política y conciencia crítica cuando hablamos desde lo personal, y desde ese individuo. Lo personal es político, lo personal es colectivo. En la voz personal es donde podemos ver de manera más táctil o más visual cómo funcionan estos problemas.
‘No se nos permite ahondar en todo el conocimiento que tiene el cuerpo’
¿Cómo es el proceso creativo de tus poemas?
La poesía funciona casi como un oráculo. Desde la intuición empiezas a verter imágenes que en ese momento no sabes qué es lo que están significando. No sabes qué es lo que está sucediendo. Incluso a veces siento al escribir que soy como un canal de todas estas imágenes. Algo que en ese momento no sabías, o que a lo mejor incluso ni siquiera había sucedido, pero ya estaba apareciendo en ese poema. La poesía nos ayuda a entender lo que no podemos entender.
¿Has publicado con una editorial independiente por convicción o por obligación?
Publiqué con una editorial independiente, en parte por convicción, porque son los circuitos en los que siempre me he movido y, bueno, también porque se dio así. Conocí a Miguel Ángel Vázquez de ‘La Imprenta’, de casualidad, porque me invitaron a un recital en su librería. Me escuchó, le gustó lo que yo había recitado y me preguntó si tenía algún manuscrito. Justo estaba buscando editorial, vi su catálogo, me gustaba lo que tenía publicado, y también vi que compartíamos los mismos valores. Eso para mí es muy importante. Siento que remamos en la misma dirección.
No quería estar en un catálogo donde no me gustase la línea editorial, o en una editorial que no me gusta lo que publica. En ‘La Imprenta’ todos los libros son maravillosos. Miguel Ángel tiene muy buen ojo y mucho cuidado con sus autores y con lo que va a publicar.
‘La poesía funciona casi como un oráculo’
A la gente que está escribiendo y que quiera publicar le recomiendo que se mueva. Hay que exhibirse. Si escribes y lo guardas en un cajón no va a llegar a ningún sitio. Están los premios y te puedes presentar, pero me parece incluso más complicado. La estrategia siempre ha sido moverme. Desde que empecé a escribir y a recitar, siempre he estado yendo de bar en bar, queriendo que me escuche la gente, compartiendo mis poemas en redes sociales, y así es como me he dado a conocer y como me han llegado todas las ofertas.
Estoy en constante movimiento y dejo que la gente me vea.
¿Crees que consigues que mucha gente que no se acercaría a la poesía de otra manera lo haga’
Ese es mi objetivo de vida. Visibilizar la poesía y que la gente vea que les puede gustar, porque estoy convencida de que hay mucha gente a la que le gusta la poesía, lo que pasa es que no lo sabe aún. Creo que tengo la capacidad de acercar la poesía de una manera atractiva a la gente para que cada vez hayan más militantes de la poesía.