«Tras financiar sus pérdidas con ayudas estatales, los bancos públicos rechazan que se publiquen los resultados de las pruebas de solvencia. Josef Ackermann, presidente del Deutsche Bank, lleva semanas diciendo que eso sería «muy, muy peligroso». Para algunos analistas, las chapuzas de sus directivos tienen mucho que ver con la recurrente negativa del Gobierno a la transparencia. Y Berlín busca incluso argucias legales para evitar un mal trago.»
A esar del apoyo de la canciller Angela Merkel el jueves en Bruselas, un portavoz del Gobierno aseguró que solo se publicarán los resultados "con la aprobación de cada banco". La Asociación Federal de Bancos Públicos VÖB reaccionó inmediatamente asegurando que la medida es "contraproducente". Ayer, un portavoz de VÖB matizaba esas declaraciones proponiendo que se publique un "resultado conjunto que no especifique a qué banco corresponde cada información". Es decir, lo contrario de lo que propone la UE. Las consecuencias de una negativa unilateral serían impredecibles. (EL PAÍS) EL MUNDO.- El presidente del Gobierno baraja una profunda remodelación ministerial. Su intención, según fuentes cercanas a Zapatero, sería provocarla muy pronto, días después de su comparecencia en el Congreso para hacer balance de la Presidencia europea de la UE, que tendrá lugar el próximo 23 de junio. Con ese fin, las fuentes revelan que el presidente está sopesando incorporar al nuevo Gabinete como fichaje estrella a Javier Solana (ex ministro Exteriores, ex secretario general de la OTAN y ex Alto Representante de Política Exterior y Seguridad de la UE). Algunas de las personas cercanas al presidente han debatido con él en los últimos días la conveniencia de contar con Solana en el Gobierno. Zapatero sabe que Solana cuenta con enorme credibilidad en Europa y, por tanto, su entrada en el Gobierno ayudaría a España en la tarea de convencer a nuestros socios de la UE y a los mercados de que existe una firme determinación en llevar a cabo las reformas recientemente aprobadas. LA VANGUARDIA.- La aventura de Europa posiblemente se decida en España; lorquianamente, angustiosamente. En esa España solar (suelo y sol) que piensa en americano y cuyos poderes fuertes (banca y antiguos monopolios del Estado) saben más de Brasil, Argentina y Venezuela que de la vieja Carolingia. Ahora deberán leer algo sobre Weimar. Y sobre Stendhal, que resumió el mundo moderno en la primera aventura del joven Fabrizio del Dongo (La cartuja de Parma). Fabrizio estuvo en Waterloo sin saberlo. Oía el trueno de los cañones, el relinchar de los caballos, el grito de los oficiales y el gemir de los heridos, pero tardó su tiempo en descubrir que aquellas furias eran fragmentos de una gran batalla. Opinión. El País Pésima gestión en las entidades alemanas Juan Gómez La banca pública alemana es un ejemplo de la "tendencia a invertir en activos de alto riesgo con los que se carece de experiencia", según recoge el último informe del FMI. "Las cajas y los bancos regionales presentan graves problemas de solvencia derivados de una gestión de riesgos extremadamente mala en los últimos tiempos", señala Nicolás Verón, de Bruegel. Más lapidario, un alto cargo del Gobierno alemán tachaba recientemente de "cretinoide" la administración financiera de estos Landesbanken: de los siete bancos públicos regionales, cuatro se han metido hasta el cuello en los desastres más granados de la crisis financiera internacional. Además, los fiscales investigan por presunta malversación a directivos del Bayern-LB de Baviera, del HSH Nordbank de Hamburgo y del LBBW de Baden Württemberg. A finales de mayo, la policía visitó las oficinas del HSH Nordbank para buscar de pruebas de falsificación en las cuentas. Cretinoide o criminal, la gestión de los Landesbanken está costando al contribuyente alemán decenas de miles de millones de euros. Ahora Berlín trata de evitar una debacle como la del IKB, protomártir alemán y primera víctima europea de la crisis subrpime estadounidense de 2007. Tras financiar sus pérdidas con ayudas estatales, los bancos públicos rechazan que se publiquen los resultados de las pruebas de solvencia. Josef Ackermann, presidente del Deutsche Bank, lleva semanas diciendo que eso sería "muy, muy peligroso". Para algunos analistas, las chapuzas de sus directivos tienen mucho que ver con la recurrente negativa del Gobierno a la transparencia. Y Berlín busca incluso argucias legales para evitar un mal trago. A pesar del apoyo de la canciller Angela Merkel el jueves en Bruselas, un portavoz del Gobierno aseguró que solo se publicarán los resultados "con la aprobación de cada banco". La Asociación Federal de Bancos Públicos VÖB reaccionó inmediatamente asegurando que la medida es "contraproducente". Ayer, un portavoz de VÖB matizaba esas declaraciones proponiendo que se publique un "resultado conjunto que no especifique a qué banco corresponde cada información". Es decir, lo contrario de lo que propone la UE. Las consecuencias de una negativa unilateral serían impredecibles. A fin de cuentas, los analistas apuntan que es mejor mostrar un mal resultado concreto que desatar especulaciones sobre uno catastrófico. El experto financiero Michael Gerke destaca que (como en el caso de las cajas españolas) "los Landesbaken han sido a menudo violentados políticamente" para financiar proyectos del barón regional de turno. Ahora, "han fracasado en toda regla": su vocación original era asumir créditos e inversiones internacionales demasiado grandes para las cajas, pero "obtenían dinero muy barato gracias a la cobertura del Estado", y decidieron salir de la banca tradicional para empezar a invertirlo en negocios arriesgados sin la preparación necesaria. La crisis rompió el cántaro "y cosecharon pérdidas estupendas". La factura será para el contribuyente. Y puede que pronto. Editorial. Interinidad laboral El decreto publicado el pasado día 16 sobre reforma del mercado de trabajo reduce las expectativas de construir con rapidez y claridad un sistema laboral que facilite la creación de empleo en cuanto apunte la recuperación económica. Lejos de dar por zanjada la interinidad abierta durante meses acerca de la reforma laboral, la prorroga. Lo hace a través de una tramitación parlamentaria en la que todavía puede cambiar algún aspecto si se consigue el respaldo de otras fuerzas políticas. La interinidad se agrava con la surrealista convocatoria de huelga general diferida, que mantendrá vivo el conflicto, con daños adicionales a las posibilidades de crecimiento económico y, desde luego, al empleo. Además, se intensificarán las reclamaciones de quienes aspiraban a una reforma de mayor calado y ahora esperan que en los próximos años siga avanzándose en la flexibilización del mercado de trabajo. Autoridades e instituciones han estado durante demasiado tiempo pendientes de esa reforma que favorecerá sin duda el funcionamiento del sistema económico español, pero que de ningún modo garantiza la solución del problema esencial que tiene planteada la economía española: la perversa relación entre un elevado nivel de paro y el deterioro en la calidad de los activos bancarios. Algunas de las reformas del mercado de trabajo deberían haberse hecho cuando la economía crecía y creaba empleo, no ahora. La obsesión en facilitar y abaratar el despido, que es en lo que ha quedado finalmente esta reforma, no es la mayor de las urgencias requeridas por las empresas españolas. Claro que no se le harán ascos a esa mayor discrecionalidad que a partir de ahora tendrán las empresas, pero las más competitivas y avanzadas saben que lo esencial no es abaratar el despido, sino disponer de capital humano de calidad -con la formación y habilidades adecuadas- y de mecanismos de financiación suficientes para concretar ideas y proyectos. En esto último, la economía española está claramente peor que cuando se inició la crisis. La distinción entre lo importante y lo urgente no ha sido precisamente la mayor de las habilidades de las autoridades españolas. Normalizar el funcionamiento del sistema bancario, alejar las amenazas que pesan sobre algunas entidades, sobre la apelación a los mercados de capitales, debería haber constituido la principal de sus prioridades. Claro que el supervisor bancario puede interesarse sobre aspectos macroeconómicos, pero lo primero es antes. Y en su caso tenía que haber subordinado absolutamente otras prioridades a la consecución de la estabilidad bancaria y su percepción en el resto del mundo. De poco sirve tener la reforma del mercado de trabajo si la mortalidad empresarial, como consecuencia del mal funcionamiento del sistema bancario, es la más alta de Europa. De qué sirve abaratar el despido si desciende el número de empresas. El abaratamiento del despido es relevante en sectores intensivos en mano de obra barata, que no son precisamente los que hay que incentivar en nuestra economía. Ahora corresponde a unos y otros centrarse en transmitir la confianza suficiente, la capacidad de cooperar en la recuperación, para sentar las bases para que esa recuperación sea con una economía más moderna y competitiva. Financiación autonómica y sistema bancario han de ser las urgencias que no debieron postergarse. EL PAÍS. 20-6-2010 Opinión. El Mundo Zapatero realiza consultas de cara a una crisis de gobierno Casimiro García Abadillo El presidente del Gobierno baraja una profunda remodelación ministerial. Su intención, según fuentes cercanas a Zapatero, sería provocarla muy pronto, días después de su comparecencia en el Congreso para hacer balance de la Presidencia europea de la UE, que tendrá lugar el próximo 23 de junio. La idea, según las mismas fuentes, es alejar la crisis lo más posible del Debate del estado de la Nación, previsto a mediados de julio para que, de esa forma, ésta no se convierta en el centro de la discusión. Salvado el escollo de la cumbre de Bruselas, en la que Angela Merkel mostró su apoyo a las medidas de ajuste, y una vez aprobado el decreto de la reforma laboral (que se convalidará en el Congreso este martes), Zapatero cree que ha llegado el momento de dar un impulso a un Ejecutivo que, según reconocen las fuentes, «se encuentra quemado». El objetivo sería afrontar las elecciones catalanas, en las que el PSC se juega perder el control de la Generalitat, y las elecciones municipales y autonómicas de 2011 (éstas mucho más importantes para el PSOE) con un equipo renovado que aporte el ingrediente esencial del que carece el actual: credibilidad. Con ese fin, las fuentes revelan que el presidente está sopesando incorporar al nuevo Gabinete como fichaje estrella a Javier Solana (ex ministro Exteriores, ex secretario general de la OTAN y ex Alto Representante de Política Exterior y Seguridad de la UE). Algunas de las personas cercanas al presidente han debatido con él en los últimos días la conveniencia de contar con Solana en el Gobierno. «Zapatero sabe que Solana cuenta con enorme credibilidad en Europa y, por tanto, su entrada en el Gobierno ayudaría a España en la tarea de convencer a nuestros socios de la UE y a los mercados de que existe una firme determinación en llevar a cabo las reformas recientemente aprobadas», señala una de las fuentes consultadas por EL MUNDO. «No se trata de hacer un Gobierno más felipista, como piden algunos, sino de incorporar pesos pesados que den solidez en un momento muy difícil para este país», argumenta una persona cercana a Zapatero. Otra de las personas que se han barajado en el entorno del Gobierno como posible hombre fuerte del equipo económico es Guillermo de la Dehesa (recientemente nombrado presidente del Patronato del Museo Reina Sofía, ex secretario de Estado de Economía, ex presidente del Consejo Superior de Cámaras de Comercio y ex consejero delegado del Banco Pastor). Se especula sobre cuáles pueden ser los ministros salientes y sobre otras posibles incorporaciones, pero aún no hay nada decidido. Todo apunta a que Elena Salgado dejará la cartera de Economía y Hacienda y la vicepresidencia segunda, aunque sigue contando con los avales de Rubalcaba y José Enrique Serrano. El vicepresidente tercero y presidente del PSOE, Manuel Chaves, también parece estar entre los candidatos a dejar el banco azul. Otro de los cesantes sería el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, que ha manifestado a Zapatero su deseo de dejar el Gobierno, si hay remodelación, para volver al primer plano de la política catalana. Hay ministros que tienen asegurada la continuidad: Rubalcaba (Interior), Chacón (Defensa), Gabilondo (Educación), Sebastián (Industria) y, aunque cuestionada, Fernández de la Vega (vicepresidenta primera). Por supuesto, un hombre que tendrá un papel aún más relevante en el futuro Ejecutivo es José Blanco (ministro de Fomento). Según las fuentes, el presidente del Gobierno tiene decidido dar tras el verano un nuevo impulso a la legislatura que sirva para poner al PSOE en condiciones de volver a ganar en 2012, lo que ahora parece un sueño. Esto no quiere decir que tenga decidido volverse a presentar. «Sobre ese tema sigue manteniendo la incógnita», afirma uno de sus hombres más próximos. Otra fuente comenta: «Zapatero ha atravesado por tres momentos críticos desde que es secretario general del PSOE: el tamayazo, el atentado de la T-4 y la cumbre europea que tuvo lugar el segundo fin de semana de mayo, al que compara con Pearl Harbor. Hay que reconocer que pasó unos días muy bajo y estuvo algo tocado. Sin embargo, ahora está otra vez en plena actividad. Preocupado, sí, pero con ganas de luchar. Lo que ha sucedido en las últimas 48 horas le ha dado mucha moral». El presidente es consciente de que le esperan unos meses durísimos. No sólo desde la perspectiva económica, sino política. Sabe que la presión de los mercados va a continuar y que las encuestas no le van a ir bien durante unos meses. Y tiene muy en cuenta la huelga general, no tanto por su posible éxito, sino por la ruptura que puede suponer con la UGT, a la que ha mimado desde que está en el Gobierno. Por ello, quiere seguir manteniendo contactos periódicos con Cándido Méndez y, de hecho, como un gesto hacia él, decidió suavizar algo la reforma laboral que tenía en mente. Zapatero es consciente de la importancia de los Presupuestos del Estado para 2011, que tendrán que ser aún más duros que los de este año. Y, para su aprobación, espera contar con el respaldo de CiU. Zapatero sabe que no podría aguantar con unos presupuestos prorrogados, así que, según las fuentes consultadas, está decidido a lanzar un órdago a CiU: si no respalda los Presupuestos, adelantará las elecciones para hacerlas coincidir con las catalanas. Ese mensaje ya se lo ha hecho llegar el PSC a CiU. Para el partido de Artur Mas esa eventualidad supondría un duro golpe y, casi con seguridad, le impediría lograr el triunfo que le llevaría a la presidencia de la Generalitat. EL MUNDO. 20-6-2010 Opinión. La Vanguardia El directorio europeo Enric Juliana "Señor, es la primera vez que asisto a una batalla –dijo por fin al sargento–, pero ¿esto es una verdadera batalla?" (H.B. Stendhal, La cartuja de Parma) La sala de actos de la Asociación de la Prensa de Madrid estaba llena a rebosar el miércoles por la mañana. George Lakoff y Stanley Greenberg, gurús de la era Obama, convocados por la Fundación Ideas. Turno de preguntas. Una señora levanta la mano: "No quisiera parecer ingenua, pero ¿existe alguna receta para que Zapatero vuelva a ganar las elecciones?" Conato de carcajada general. Nada, un instante. Medio segundo. La hilaridad no acaba de estallar, pero el neurolingüista Lakoff, atento a los marcos mentales, capta la descarga: "Creo que el presidente debería explicar de manera sincera lo que piensa y por qué ha cambiado sus políticas". Es interesante constatar cómo la filosofía política norteamericana y sus técnicas de persuasión han colonizado el mercado ideológico español. Desde hace una década, PP y PSOE hablan americano con la fe del converso. José María Aznar les compró a los neoconservadores hasta la última gota de crecepelo. Los folletos del American Entreprise Institute aconsejaban polarizar la sociedad, tensarla al máximo, para desmovilizar al adversario y evitar así las aguas pantanosas del centro. Tensión, tensión, tensión. Y al genio de Ángel Acebes no se le ocurrió otra cosa que tensar al personal con la confusa información de los atentados del 11-M. En la calle Génova aún lo están lamentando. El PSOE ha comprado frames en Washington. Marcos conceptuales. Imágenes perforantes. Metáforas Black&Decker. Los lunes, Leire Pajín siempre escribe lo mismo en su cuaderno escolar: "El lobo es el PP". Y Elena Salgado, siguiendo instrucciones del presidente, dibujaba bonitos brotes verdes en las reuniones del Ecofin, hasta que una noche de mayo Wolfang Schaüble y Christine Lagarde, ministros de Economía de Alemania y Francia, respectivamente, le alzaron la voz: "Señora, o toman medidas ustedes, o las tomamos nosotros". Desde aquel día (8 de mayo del 2010), la política económica española se halla intervenida por el Directorio Europeo. A Jorge Dionisio López, un amigo mío de Zamora que lo lee todo y que una mañana te puede sorprender con una nota sobre Nereo Rocco, el entrenador de fútbol italiano que en los años cincuenta importó de Suiza la temida técnica del catenaccio, lo del Directorio Europeo no le gusta. "Ironizas sobre la pedantería del PSOE con las teorías de Lakoff, pero también te apuntas a los frames; eso del Directorio Europeo es la metáfora de una España sin remedio". Me explico. El Directorio Europeo es una relación de fuerzas. Inicialmente, España formaba parte de él. Con grandísima visión de la jugada, Felipe González apoyó la reunificación alemana de Helmut Kohl, ayudando a bloquear el frente de rechazo de Margaret Thatcher y François Mitterrand, temerosos ambos de un nuevo expansionismo germánico. González se lo cobró. Millones de marcos siguieron llegando a España en forma de ayuda a la convergencia europea. Subvenciones. Inversiones. Y créditos. Créditos que ahora la banca alemana teme no poder cobrar. Aznar quiso jugar su propia partida, aprovechando los vértigos de Iraq: alianza preferente con Estados Unidos y Gran Bretaña, frente a la vieja Carolingia. La trepidante aventura atlántica acabó mal. Muy mal. Zapatero se cruzó en su camino con un bonito frame: "Regresaremos al corazón de Europa". Y se fotografió en los jardines de la Moncloa con Jacques Chirac y Gerhard Schröder. Seis años después, la prensa anglosajona lo zarandea, y la alemana, también. Es una pinza terrible. Los dos polos del gran combate conceptual europeo libran su batalla a costa del derrumbe español. Para los anglosajones contrarios al euro, España es el eslabón débil de la peligrosa hegemonía germánica. Para los alemanes, la pesadilla de la República de Weimar podría recomenzar con las deudas de España. ("Los alemanes llevamos en nuestros genes el miedo a la peste monetaria; no tenemos otra pasión que vigilar el valor del dinero", declara el filósofo Peter Sloterdijk a la revista francesa Le Point). El Directorio Europeo es el miedo alemán a Weimar; es el miedo inglés a acabar marcando el paso de Berlín; es el tiburoneo de Wall Street; y es la imposibilidad –hoy– de que Francia trace una línea económica alternativa con el apoyo de España. La aventura de Europa posiblemente se decida en España; lorquianamente, angustiosamente. En esa España solar (suelo y sol) que piensa en americano y cuyos poderes fuertes (banca y antiguos monopolios del Estado) saben más de Brasil, Argentina y Venezuela que de la vieja Carolingia. Ahora deberán leer algo sobre Weimar. Y sobre Stendhal, que resumió el mundo moderno en la primera aventura del joven Fabrizio del Dongo (La cartuja de Parma). Fabrizio estuvo en Waterloo sin saberlo. Oía el trueno de los cañones, el relinchar de los caballos, el grito de los oficiales y el gemir de los heridos, pero tardó su tiempo en descubrir que aquellas furias eran fragmentos de una gran batalla. LA VANGUARDIA. 20-6-2010