Cesária í‰vora

La Perla de Cabo Verde

Hace cuatro semanas que falleció la perla de Cabo Verde, la diva de los pies descalzos, la reina de la morna. La voz de una pequeña isla y de su sufrimiento, una madre para todos los caboverdianos, capaz de cristalizar en su música la historia de una independencia que jamás llegó.

Primero la isla fue sangrada hasta la desertización, después repoblada y exprimida de nuevo, para acabar imponiendo la sequía endémica por puro maltrato de la tierra. Tierra de algodón y esclavos vivió la decadencia hasta la conquista de su independencia.

Después, como tantos otros países, vivieron la libertad, pero también la depresión, el engaño y la represión prosoviética. Después cayó el Muro de Berlín.

Hoy en día el 46% de la economía depende de la ayuda humanitaria, y el 15% del dinero que hacen llegar los más de 700 mil caboverdianos que viven en el extranjero.

Cise, como le llamaban sus amigos, comenzó a cantar en bares y hoteles y, ayudada por algunos músicos locales, llegó a ser considerada la «Reina de la Morna». La morna es una tipo de blues que se canta en Cabo Verde, que habla de la emigración, del aislamiento, de la libertad conquistada, frustrada y perdida.

En 1975, año en que Cabo Verde adquirió la independencia, Cesária dejó de cantar para poder sostener a su familia y durante diez años vivió sumida en el alcohol. Su historia parece íntimamente ligada a la de su isla. Triste y melancólica, cantaba con voz grave las penas de su tierra, la verde isla que perdió el color en la lucha por la libertad.«Tras su muerte los 400 mil caboverdianos enmudecieron en un luto de dos días»

En 1988 volvió a cantar grabando un disco en Francia, «La diva de los pies descalzos», que le permitió dar el paso a su mayor éxito, “Miss Perfumado”, en 1992. Con 47 años se convirtió en una cantante de prestigio internacional.

Desde entonces su música ha sido reconocida y premiada internacionalmente, y muchos e importantes intérpretes y compositores han querido tocar con ella, sabiéndose privilegiados de poder disfrutar de un poco de sabiduría musical, de esa que se intuye pero no se aprende.

Con su muerte, Cabo Verde ha llorado como quien pierde su alma. Cesárea se presentó ante el mundo desnuda, de tobillos hacia abajo, escandalizando con tanta verdad en la planta de los pies, dejada como huellas encima del escenario.Un rincón olvidado y degradado que encontró un faro de blues que hablara de sus penas y maltratos. Aunque algunos quisieron usarla para expirar sus culpas coloniales, Cise nunca aceptó doblegarse. El matrimonio no era para ella, en ninguno de los sentidos. Solo se casó con Cabo Verde, y por eso “es más importante para la isla que su propia bandera”. Sería imposible encontrar a alguien allí que no la admire en todos los sentidos.

Tras su muerte los 400 mil caboverdianos enmudecieron en un luto de dos días. Cientos de personas vistieron su casa, y como ocurre siempre en Cabo Verde, el mar actuó de vínculo con los demás, con el resto de la familia, la que vive en el extranjero. Todos lamentaron no poder viajar por un día, de nuevo a su tierra, junto a los que lloraban a Cesária y lo hacían con su música de fondo. “ma so na pensamento / um ta viaja sem medo / nha liberdade um te’l / e so na nha sonho” Ausencia

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