La patria y la cartera

La Generalitat concede la Creu de Sant Jordi al presidente de Grifols, único cabeza de las grandes empresas que apoya la independencia, quien trasladó la sede a Irlanda para ahorrarse impuestos.

La Creu de Sant Jordi es la máxima distinción de la Generalitat catalana, aunque cada año la devalúan con algunas concesiones vergonzantes: le fue entregada en su momento a Jordi Pujol, o a la presidenta de Cocacola quien provocó numerosos despidos, trasladando parte de la producción fuera de España… A no ser que consideren un criterio a premiar el conocido camino de los Pujol con sus dineros por Andorra, Panamá, Suiza y varios paraísos fiscales… o de Convergència que vendió su sede a través de una sociedad pantalla de Honk Kong. En este caso Víctor Grifols sí ha hecho sobrados méritos para la Cruz. Hace décadas que la familia Grifols, (controlan el 25% de la compañía -2.900 millones de euros-), llevó sus sociedades a Holanda: Nuria Roura madre del actual presidente es titular de Rodellar Amsterdam BV, con activos por 13,7 millones de euros con una participación de 800 millones en la compañía. Otra de las ramas propietarias, los Grifols Gras, controlan el 7,06% a través de Thorthols Holdings BV, con sede en Alkmaar (Holanda), y con una participación en Grifols a precio de mercado de 918 millones. Otra sociedad holandesa, Scranton Enterprises BV (7,58%) pertenece a cuatro directivos, entre ellos Víctor Grifols Roura, el premiado y actual presidente. Esta sociedad compró la sede principal de la famaceútica y una de sus fábricas en Carolina del Norte, y se las alquilan a sí mismos. Negocio redondo. La sociedad valora sus activos inmobiliarios en 211 millones, más otros 10,7 en metálico y 900 millones que vale su paquete de acciones.

Sumisos al imperio

En su día la empresa apareció entre las filtraciones de Wikileaks, como parte de los activos que el Departamento de Estado norteamericano consideraba estratégicos (suministra plasma y derivados a sus hospitales militares). En 2014 Víctor Grifols animaba al entonces presidente de la Generalitat, Artur Mas, con un «Presidente, tire adelante, no se arrugue» y a actuar con «firmeza y determinación» sobre la consulta soberanista. Pero esa firmeza no se la aplica. En 2015 trasladó su centro de operaciones a Irlanda, buscando un impuesto de sociedades más bajo. «Grifols es una compañía global y realiza sus operaciones donde más le conviene a su negocio», afirmó su vicepresidente ese día. Para los negocios es global, con Pdecat-Convergència (que le subvencionan) está por la independencia, y su dinero, eso sí, a salvo en Holanda. Y es que comparte con Puigdemont y Mas su misma visión de la independencia: cuestionar a Madrid y sumisos con Berlin y Washington. V. Grifols explicaba en la CNN que «si Cataluña pudiera convertirse en California, que es un estado federal que pertenece a los EE.UU., entonces votaría sí». Está todo dicho.

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