Caso Gürtell, Caso Millet, Caso Pají­n en Benidorm...

La partitocracia supura corrupción

Caso Gürtell en el PP, trama Millet en el Palau de la Música de Barcelona, moción de censura del PSOE en Benidorm apoyándose en un tránsfuga del PP… Estamos asistiendo al bochornoso espectáculo del estallido encadenado de gigantescos casos de corrupción. No se trata de «polí­ticos corruptos» -sean éstos muchos o pocos- sino auténticas tramas de corrupción, indisolublemente unidas al poder de la partitocracia, cuyo único sentido es el robo sistemático de los gigantescos presupuestos públicos de comunidades o ayuntamientos.

El levantamiento del secreto de sumario sobre la investigación judicial del caso Gürtell ha dejado equeños los famosos “trajes” de Camps.Lo que se ha forjado en algunas comunidades -Valencia, Madrid o Castilla León- es una escandalosa estafa, donde a través de las empresas tapadera de Correa o “El Bigotes” grandes constructoras como FCC o empresas de servicios repartían millones de euros de comisiones entre consejeros o concejales para qué estos les adjudicaran los más sustanciosos servicios públicos.Algo similar ha ocurrido con los fondos del Palau de la Música barcelonés. Su anterior equipo directivo, encabezado por Félix Millet, desvió hasta diez millones de euros del presupuesto, que acababan en las cuentas de partidos como CiU.El dinero era proporcionado por los “patronos” del Palau de la Música, un conglomerado de las principales empresas catalanas, con las que luego CiU “compartía” en amigable compadreo los fabulosos presupuestos autonómicos.Lo que ocurre en las comunidades, sucede también en los ayuntamientos. Sirva de ejemplo el sonado caso de Benidorm, donde el PSOE local ha desalojado al PP de la alcaldía con el apoyo de un tránsfuga del PP íntimamente unido a intereses inmobiliarios locales.En cada uno de los casos, el mecanismo de saqueo de las arcas públicas está anudado con el poder antidemocrático de la partitocracia. En los principales graneros de votos del PP, las sucesivas y aplastantes victorias electorales han creado una sensación de impunidad que se trasluce en la alucinante relación de presidentes o consejeros con personajillos como Correa o El Bigotes.En Cataluña, una casta política endogámica, armada con el pretexto de la “construcción nacional” ha silenciado y ocultado durante años el saqueo de los fondos del Palau.¿Hasta cuándo vamos a seguir aguantando?Es indignante que, en un momento de crisis donde las consecuencias de la recesión sacuden dolorosamente al país, los nódulos de la partitocracia no sólo despilfarren el dinero público en gastos suntuarios, sino que se dediquen de forma organizada a robarlo a través de tramas corruptas.Es hora de poner coto al cáncer de la corrupción. Supone “robar el pan de todos” -apropiarse del dinero público que es nuestro- y debe ser tratado como uno de los delitos más graves. Es urgente una reforma del Código Penal que, al igual que se ha hecho con el terrorismo o la pederastía, endurezca drásticamente las penas para los casos de corrupción.La corrupción debe ser tratada al mismo nivel que el crimen organizado. Porque de eso se trata. Jamás existen concejales corruptos sin el respaldo de una trama organizada que permite perpetrar el delito.Se deben investigar hasta las últimas consecuencias las tramas de corrupción, desmantelándolas y llegando hasta las últimas consecuencias.Y, sobre todo, es necesaria la profundización de la democracia, acabando con el poder omnímodo de las cúpulas de los partidos, imponiendo el control ciudadano sobre los presupuestos públicos de ayuntamientos o comunidades.Ha llegado el momento de decir basta ya a la corrupción.

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