Las industrias hibernadas, las bolsas en caída libre, la mayoría de las exportaciones y el turismo bloqueados por el cierre de fronteras; los comercios, salvo alimentación, cerrados sin consumo interno; cientos de miles de trabajadores enfermos,… la crisis es inevitable.
No asistimos a una “crisis cíclica” de la industria, ni a un crack financiero como en 2008. Se trata de una congelación del consumo, con ramas enteras de la producción total o parcialmente paralizadas.
El FMI da como segura la disminución del Producto Interior Bruto (PIB), la nueva riqueza generada, para al menos 170 naciones.
Se destruye capital, cerrando líneas de producción o empresas enteras, y se acumulan mercancías que no podrán recuperar su valor. Los trabajadores sufrirán el paro.
El capital, sin mano de obra, no se revaloriza, y acaba necesitando del crédito. Mucho de ese capital ni siquiera se podrá poner en marcha aunque acabe el confinamiento, porque si se producen más mercancías solo se acumulará un stock invendible.
No será una V
La caída no se frenará inmediatamente porque ni todos los sectores se reactivarán al mismo tiempo, ni todas las empresas se pondrán en marcha con su pleno rendimiento de antes.
Solo el turismo representa en España el 15% del PIB, siendo una incógnita cómo reaccionará en verano. El comercio supone un 12% del PIB y solo se ha salvado alimentación. La industria de automoción representa otro 5% con casi todas las factorías anunciando que prolongarán el paro de sus operarios.
La planta del Grupo PSA en Vigo ha planteado un ERTE de 90 días a contar desde cuando se pueda reanudar la actividad. Afecta a 4.500 de 7.400 trabajadores en plantilla. Seguirá una segunda fase del ERTE hasta final de año porque, en palabras de la dirección: «Se habla de una caída de entre el 15 y el 50 por ciento, y nosotros hacemos esta previsión para una caída del 30 por ciento».
Toda su industria auxiliar se verá obligada a reducir empleo en proporción similar. En marzo las doce mayores suministradoras de PSA aplicaron un ERTE a 14.500 empleados, repercutiendo en toda Galicia sobre 130 empresas y unos 22.300 trabajadores. Y lo que vale para Peugeot Vigo será igual para Ford en Valencia, Renault en Valladolid…
Aportación al PIB de España por sectores 2018 | ||
sector | % | Millones de € |
Turismo | 15% | 190.000 |
Construcción | 14% | 188.288 |
Salud | 12% | 156.757 |
Comercio | 12% | 150.450 |
Servicios financieros | 8% | 101.802 |
Agricultura | 5% | 70.270 |
Automoción | 5% | 60.000 |
El periodo de retroceso en la creación de riqueza irá aún bastante más allá del fin del confinamiento. Y por lo tanto esta crisis no tendrá una forma de V (caída en picado y recuperación inmediata).
Pronóstico reservado
En su momento, la crisis financiera sólo afectó a las naciones dependientes de EEUU, mientras la mayoría del planeta, casi toda Asia, Iberoamérica, África y Oceanía continuaron creciendo. Esta vez, aún con sensibles diferencias para algunas naciones, será global.
Los organismos internacionales anuncian una brusca caída del PIB mundial entre el 5% la mas optimista y hasta del 25% la peor previsión; para el intercambio global de mercancías, la Organización Mundial del Comercio estima una reducción mínima del 13%, pudiendo llegar hasta un 32%… El consumo -dos tercios del crecimiento en España corresponden al consumo interno- puede caer un 50%.
Para tener una referencia recordemos que en 2008 el PIB de España perdió entonces un 3,8% en un año, y ahora los mejores cálculos doblan ese porcentaje.
La economía francesa retrocedió un 6% hasta abril, el peor registro desde la Segunda Guerra Mundial, según el Banco Central de Francia. Y los pronósticos de los principales institutos de investigación económica de Alemania (IFO de Munich, DIW de Berlín, IfW de Kiel,…) coinciden en porcentajes aún mayores para su país.
Las previsiones apuntan a que China aún podría crecer cerca de un 5%, privilegio que escasamente compartirá Australia de entre las grandes naciones industriales.
Esta crisis de producción y de consumo ha pasado a ser también una crisis de solvencia. Paralizadas las ventas, quebrada la cadena de pago consumidor-comercio-distribuidor-industria… y sin vender su stock de mercaderías, las empresas no tienen liquidez para abonar salarios, materias primas, energía, alquileres… y deben recurrir al crédito. Necesitan liquidez inmediata.
Esta ruptura de la cadena de pagos la intenta cubrir el Estado inyectando préstamos através del ICO y autorizando a los Bancos a reducir sus reservas obligatorias de capital y ponerlas como crédito en el mercado; pero se necesitan cantidades ingentes.
Consecuencias inmediatas
El primer mecanismo de las grandes empresas para proteger sus beneficios será multiplicar los despidos para no consumir sus ganancias acumuladas.
Las pequeñas y medianas empresas o autónomos, que viven al día, sometidos al expolio permanente de grandes bancos y monopolios, quedan al borde del abismo. Durante marzo 120.000 pequeñas empresas y 800.000 autónomos individuales, han bajado la persiana temporalmente. Se calcula que una cuarta no podrán salir adelante aún reabriendo un tiempo tras la pandemia. Y como ocurrió tras cada crisis, habrá un nuevo salto en la concentración de capital, con los monopolios copando cuota de mercado.
La Organización Internacional del Trabajo comunicó que se ha reducido el empleo un 7% en el Mundo, unos 230 millones de trabajadores despedidos. Solo en EEUU 16 millones de trabajadores solicitaron el paro tras el confinamiento. Y la ministra francesa de Trabajo reconocía que han perdido su puesto uno de cada cuatro empleados del sector privado.
En nuestro país los ERTEs afectan a más de 3 millones de trabajadores. Aunque una parte se reincorporarán pronto, la rebaja del tercio de su salario habitual habrá consumido ahorros o aumentado el endeudamiento familiar en este tiempo. Las previsiones apuntan que los despidos crecerán entre 1,5 y 2 millones más a final de año.
Especialmente duro va a resultar para quienes trabajando “en negro” han dejado de percibir ningún ingreso.
Según la citada OIT pueden llegar a 500 millones las personas que caigan bajo el umbral de la pobreza en el Mundo.
Recursos o endeudamiento
Se abre una aguda lucha acerca de cómo se financia la recuperación. En la mayoría de naciones, incluida la nuestra, se ha impuesto una masiva intervención del Estado, aumentando su endeudamiento, con una inversión total mundial de dinero público valorada en diez billones de dólares, y que va a incrementarse. La deuda mundial (pública y privada) ya equivale a más de tres veces el valor de toda la riqueza generada en el planeta en un año (un 322% del PIB). Y podría elevarse en otros 20 billones de euros más sobre las espaldas de los trabajadores.
Parece que otra vez, como ocurrió en la década anterior, el coste de la Pandemia va ser “socializado” mientras los beneficios y los activos acumulados estos últimos años por la rescatada banca y las grandes corporaciones son sagradamente privados.
En mitad de la debacle general va a ser difícilmente digerible leer dentro de unos meses a cuánto han ascendido los beneficios bancarios, de las multinacionales, y cuánto dinero se han llevado los Fondos de Inversión en 2020.
Si la crisis financiera la sostuvimos los trabajadores perdiendo un 25% del poder adquisitivo, ahora les tocar ceder ese 25% a los grandes beneficiados de entonces. O en palabras del Presidente de Portugal: “Cada ciudadano contribuyó para hacer viables los bancos. En este momento, sabiendo que la banca está estabilizada, es una ocasión de retribuir a los portugueses lo que hicimos”.
La tormenta está anunciada. Hay recursos en España para superarla; pero deben ponerse al servicio del 90% y ser usados en un proyecto estratégico de reindustrialización y creación de riqueza que nos permita salir fortalecidos de esta crisis.
anarkoÑ dice:
«un crack financiero»: ¡eso no sé quien se lo cree a estas alturas! Crack financiero… Paroxismo de la plenitud financiera.
Está claro que es una crisis de sobreproducción, presentada como de «subconsumo» (qué viejo es eso, que le diría Marx a Sismondi, salvando las inmensas distancias de un gran economista como lo fue Sismondi, con quienes hoy hacen economía de la miseria, con la miseria y por la miseria).
También es evidente que las «soluciones» del Capital son las mismas que ya nos tenía deparadas antes de la crisis, por cierto «soluciones» ya en desarrollo: atacar las sociedades civiles nacionales desde las cuatro latitudes por mar, tierra y aire, para así de paso ponernos a autodefendernos respecto de los abusos y de las sustracciones, mientras nos hacen más pobres transfiriendo a sus enchufados las plusvalías que nos arranca el Estado, todo en nombre de «lo público», «la igualdad» y «la solidaridad»; mientras remoldean las demografías en conjuntos fragmentarios de pardillos (la mayoría de los trabajadores) y de free riders (sus mercenarios, colonos, lúmpenes, teócratas, barrios teocráticos y lumpenpolíticos, caciques y gerifaltes agradecidos a los padrinos transnacionales).