La cumbre de la OTAN del 29 y 30 de junio, con una importancia fundamental para el futuro del mundo, está siendo acogida en todos los medios de comunicación como un proceso más de normalización de las relaciones internacionales en el marco de la respuesta a la invasión imperialista rusa de Ucrania.
Pero ni es una Cumbre más de la OTAN, ni se puede reducir a la guerra de Ucrania, ni se puede tratar como si lo que nos estuviéramos jugando es solo un problema de dinero, una cuestión por otro lado importante, sobre todo si el incremento de los gastos militares es, como dijo en su día Trump, a costa de recortar los presupuestos de Sanidad y Educación, o un problema estructuralmente más determinante, la soberanía para decidir nuestro propio destino como pueblo y como país.
Madrid vuelve a ser 40 años después el centro de la OTAN. Entre otras cosas porque es el único país de la Alianza Atlántica cuyo ingreso ha sido ratificado por Referéndum.
Un 30 de mayo de 1982, domingo, cumpliendo con las apremiantes exigencias de la Casa Blanca de Reagan, el gobierno de Calvo Sotelo metía a España en la OTAN. Cuatro años después, el 12 de marzo del 86, una inmensa y persistente movilización popular impuso al gobierno de Felipe González la celebración de un Referéndum para refrendar o censurar este ingreso. El sí, defendido por un PSOE que había ganado las elecciones al grito de «OTAN de entrada, no», se abrió paso en una campaña llena de trampas y chantajes, y una farragosa pregunta, que proponía permanecer en la OTAN con tres condiciones
Las tres condiciones que establecía el Referéndum del 86 fueron:
– Que España no ingresara en la estructura militar de la OTAN.
– La reducción progresiva de las bases norteamericanas.
– Y la prohibición de almacenar armamento nuclear.
Cuarenta años después no solo no se han cumplido ninguna de estas condiciones, incumpliendo lo aprobado por Referéndum, sino que se ha ampliado la integración de nuestro país en la estrategia norteamericana: estamos en la estructura militar de la OTAN, las bases norteamericanas albergan el escudo antimisiles y el AFRICOM, el mando para África de EEUU. Por las bases de Rota y Morón circulan habitualmente los buques yankis de la VI Flota con armas nucleares. Y Morón actúa como base puente de los aviones que han participado en las invasiones de Irak o Afganistán…
Cierta izquierda y la derecha han aceptado una losa de silencio sobre la OTAN y la subordinación de nuestro país a la estrategia militar norteamericana
Cuarenta años después
Hoy, otro gobierno socialista va a ser el anfitrión de una decisiva Cumbre de la OTAN en Madrid.
Pedro Sánchez se ofreció en la cumbre de Bruselas de junio de 2021 a celebrar la siguiente en Madrid, coincidiendo con el 40 aniversario de la adhesión a la Alianza Atlántica, reafirmando el compromiso atlantista del PSOE y anunciando la voluntad de su gobierno de aumentar los gastos militares hasta el 2% del PIB, la media europea exigida por Estados Unidos.
La celebración de esta cumbre ha reabierto las diferencias entre los socios del gobierno de coalición. Las dirigentes de Podemos anuncian que no acudirán a la reunión y han concentrado sus críticas en que se aumenten los gastos militares para dar satisfacción a las exigencias de EEUU, en vez de dedicar ese dinero a los gastos de Educación o Sanidad. Pero sin entrar en el fondo del problema: si la permanencia en la OTAN significa aceptar el secuestro de la soberanía nacional por Estados Unidos y la renuncia a tener la capacidad de decidir nuestro propio destino como país y como pueblo, con autonomía para tomar las decisiones que mejor sirvan a nuestros intereses y lo que sea más justo para la defensa de la paz y las relaciones de cooperación a nivel internacional, al margen del alineamiento con uno u otro de los bloques militares de las grandes potencias.
Esa misma posición de fondo podemos encontrar en los aliados parlamentarios de la izquierda.
Pero si hay algo que recorre esta izquierda y la derecha en las últimas décadas es el haber aceptado la losa de silencio que sobre estos temas se ha extendido sobre la creciente implicación de España en la OTAN y la subordinación de nuestro país a la estrategia militar norteamericana.
Se ha aceptado que el sometimiento a Estados Unidos, militar sobre todo, es un tema tabú, sobre el que no se puede discutir, ni se debe hablar y ni siquiera pensar.
Cuarenta años después España es:
– Uno de los principales contribuyentes .
– Uno de los 5 países en poner más medios a disposición de la OTAN.
– El 7º aliado en aportación de efectivos.
– España ha participado en 22 misiones de la OTAN.
– Con 125.000 militares. Han muerto 119, unos 100 en Afganistán.
De las palabras a los hechos
Dice Pedro Sánchez que la importancia de la permanencia de España en la OTAN es una garantía para “nuestro modo de vida, estabilidad y futuro”. Es lo que nos venden, pero la realidad es otra. Y las consecuencias para nuestro país muy diferentes.
En primer lugar, el centro de lo que se va a decidir en esta cumbre lo han dejado bien claro el presidente Joe Biden y su secretario de Estado Antony Blinken con sus declaraciones. Biden dice que “el principal reto” sigue siendo China y que hay que aprovechar las alianzas forjadas contra Putin para contrarrestar la influencia china. Y Blinken: “Incluso mientras continúa la guerra del presidente Putin, seguiremos enfocados en el desafío a largo plazo… el que plantea China”.
La naturaleza de los compromisos de esta cumbre va a reforzar un alineamiento hegemonista que hipoteca aún más nuestra soberanía
En definitiva se va a aprobar una Estrategia de Defensa de la OTAN diseñada en coherencia con los intereses estratégicos de la superpotencia norteamericana para imponer un cerco de hierro al desarrollo de China en el Pacífico, lo que amplía la participación de nuestro país en escenarios de conflicto mucho más allá de Europa, África y el Mediterráneo…
En segundo lugar, en la cumbre se va a ratificar el compromiso anunciado por Sánchez de llegar al 2% del PIB en el gasto militar. Lo que significa pasar de los 12.000 millones de euros en 2021, el 1% del PIB, a 24.000 millones anuales.
Y tercero, la naturaleza de los compromisos de esta cumbre van a reforzar un alineamiento hegemonista que hipoteca aún más nuestra soberanía y autonomía para tomar las decisiones más justas para nuestro país y nuestro pueblo y jugar un papel activo en defensa de la Paz en el mundo.