Alentados por el secretario de Estado de Defensa estadounidense, Robert Gates, los 26 aliados aceptaron la necesidad de dotar con más tropas y recursos a la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (Isaf).
Los ministros de Defensa de la OTAN iniciaron, bajo resión de Estados Unidos, una cumbre de dos días en la ciudad polaca de Cracovia para analizar el nuevo plan político-militar de la Alianza Atlántica, que contempla un incremento de la presencia militar en Afganistán para contribuir a la seguridad de este país musulmán de cara a las elecciones presidenciales del próximo 20 de agosto.Después de que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, autorizara el despliegue de un contingente de 17.000 nuevos militares en Afganistán el próximo abril, los titulares de Defensa de la OTAN dieron el primer paso a favor de la nueva estrategia atlántica en Afganistán, que se aprobará en la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN, en Estrasburgo (Francia), los días 3 y 4 de abril. Alentados por el secretario de Estado de Defensa estadounidense, Robert Gates, los 26 aliados aceptaron la necesidad de dotar con más tropas y recursos a la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (Isaf), compuesta por 41 países, que opera en territorio afgano.«Esto no debe verse solo como un esfuerzo extra de Estados Unidos, y el resto de los aliados deben actuar en consonancia», alertó Gates en la primera reunión del consejo informal de ministros que se está celebrando en la ciudad polaca de Cracovia, explicó el portavoz de la OTANEn la actualidad hay unos 70.000 militares internacionales en ese país, 55.000 de ellos bajo mando de la OTAN (implicada desde 2003) y el resto de la operación norteamericana Libertad Duradera, que comenzó en 2001 tras los atentados del 11-S.Pero esta cantidad de tropas no ha podido evitar un deterioro de la seguridad y que los talibán hayan vuelto a ganar terreno en los dos últimos años.»No he hecho ninguna petición específica a ningún país específico, pero ha habido en los últimos dos días diecinueve o veinte países que han anunciado que están dispuestos a incrementar su contribución militar, civil o de entrenamiento de las fuerzas de seguridad en Afganistán», dijo Gates en rueda de prensa.Gates fue también preguntado por la polémica decisión del gobierno paquistaní de llegar a un acuerdo de paz con los talibanes en el valle de Swat, y permitirles implantar la ley islámica, y sobre si en su opinión este escenario podría darse en Afganistán.»La reconciliación debe ser parte de la solución a largo plazo en Afganistán, si hay reconciliación, si los insurgentes están dispuestos a abandonar las armas, deberá haber algún componente político», dijo. La nueva insurgencia talibán se encuentra ahora a la ofensiva (el 2008 ha resultado ser el peor año para los estadounidenses), ello se debe ante todo a dos razones: el respaldo que los talibanes aún obtienen de Pakistán y una creciente reacción pastún contra una presencia de las tropas extranjeras en suelo afgano que dura ya siete años. Una escalada de las tropas estadounidenses no forzará a los jefes talibanes ni a los caudillos locales a negociar acuerdos de paz; sobre todo, cuando algunos de los países con tropas en Afganistán dan señales de fatiga de guerra y de un deseo de retirar sus tropas.La nueva estrategia EE UU para Afganistán se centra en una «escalada» de las fuerzas estadounidenses, no para derrotar a los talibanes en el terreno militar, sino para llegar a un acuerdo político con el enemigo desde una posición de fuerza. Dicho de modo sencillo, intenta lograr en Afganistán lo que ha hecho el gobierno de Bush en Iraq,Tiene como objetivo afianzar la seguridad en las ciudades afganas con la llegada de nuevas tropas estadounidenses como paso previo al inicio de las conversaciones con los talibanes.Para que esas negociaciones tengan éxito, EE. UU. Pretende arrinconar primero a los talibanes, lo cual incluye copiar otro aspecto de su experimento en Irak (donde se ha presionado a más de 100.000 insurgentes sunníes para que se pongan al servicio del Gobierno) y crear en todos los distritos provinciales afganos unas milicias locales con una pequeña formación. Estas medidas omiten el peligro que podría suponer que esas milicias se erijan ellas mismas en la ley y aterroricen a las poblaciones locales.