Las cifras en votos del 27S

La mentira de una «mayorí­a independentista» en Cataluña

favor de la independencia… pero que no podí­a expresarse. Pues bien, ahora la sociedad catalana ha ejercido su «derecho a decidir»… y ha decidido negar la mayorí­a a las fuerzas que defienden la independencia. Pulverizando la ilusión, difundida hasta la extenuación por TV3 y el inmenso conglomerado de medios afines o subvencionados por la Generalitat de Artur Mas, de que habí­a una mayorí­a social en Cataluña a favor de la independencia. Contemos los votos de los catalanes, como ha pedido Artur Mas. Y resulta que hay más a favor de la unidad que por la fragmentación. El 52,76% de los votantes catalanes han votado a formaciones que se enfrentaban a la independencia, y solo un 47,24% lo han hecho por las candidaturas que defendí­an la fragmentación. Pero si lo medimos respecto al censo electoral, resulta que solo un 36,81% de los catalanes ha ido a votar para apoyar la independencia. Y un 63,19% del censo en Cataluña se ha negado a encuadrarse en el voto a las formaciones independentistas, a pesar de la masiva y tramposa propaganda que les empujaba a hacerlo.

Según el porcentaje de voto emitido, el 47,24% del voto corresponde a opciones independentistas (aunque de naturaleza completamente antagónicas, JxSi y las CUP), mientras que el 52,76% restante son de fuerzas no independentistas.

Pero si lo ponemos en relación al censo, y por tanto a la población real con derecho de voto, la radiografía es mucho más contundente. En una situación en la que la práctica totalidad del electorado independentista se ha movilizado resueltamente para ira a votar (y para arrancar el máximo de votos)… sólo el 36,81% de la sociedad catalana ha votado por la independencia. Sólo 3 catalanes y medio de cada están por una Cataluña fuera de España, mientras que 6 y medio no lo están. Se corresponde -con un ligero aumento- al 1millón 800mil catalanes que votaron Si-Si en la consulta del 9N de 2014. Ahora suman 1.900.000. Pero tienen un techo. A pesar de su gran movilización y encuadramiento no son -ni de lejos- la mayoría social.

El parlamento real que ha votado Cataluña

A lo largo de más de 30 años, tanto CiU como ERC se han negado sistemáticamente a elaborar una ley electoral catalana que corrigiera las distorsiones de la actual ley. Unas distorsiones que hacen que, por ejemplo, sacar un diputado por la provincia de Barcelona cueste casi 49.000 votos, más del doble de lo que cuesta sacar uno por Lérida y alrededor de un 60% más de lo que cuesta cada diputado por Tarragona y Gerona. Amparándose en que cualquier modificación del Estatut requiere una mayoría cualificada de 2/3, desde los tiempos de Pujol Convergencia se ha negado a admitir todas las propuestas dirigidas a corregir esta clara deformación de la voluntad popular. Y siempre con la eficaz colaboración de ERC.

Con una ley electoral proporcional, es decir, que otorgara el mismo valor al voto de cada ciudadano catalán, al margen de la circunscripción en que se produzca, el parlamento resultante del 27-S sería cualitativamente distinto.

-Junts pel Sí: 54 (-8)

-Ciudadanos: 24 (-1)

-PSC: 17 (+1)

-CSQEP: 13 (+2)

-PP: 12 (+1)

-CUP: 11 (+1)

-Unió.cat: 3 (+3)

-PACMA: 1 (+1)

Esta es, reducida a términos estrictamente democráticos, la verdadera dimensión de la derrota de Mas y el retroceso del independentismo. Ni siquiera la hipotética suma de votos de Junts pel Sí y las CUP (algo tan difícil como disolver el aceite en agua) daría una mayoría absoluta independentista en un Parlamento regido por una ley electoral justa, proporcional y democrática, donde el voto de todos los ciudadanos catalanes valiera lo mismo. ¿Entienden ahora por qué CiU y ERC se han negado siempre a reformar esta ley “española”?

Las “parrociocavernes” independentistas

La fuerza política del independentismo se basa en primer lugar en una hegemonía absoluta, especialmente de Convergencia, el partido de Artur Mas, en las zonas rurales de Cataluña. En los pueblo pequeños se conjuga el tradicional poder de los caciques locales y la iglesia con el del gigantesco aparato de la Generalitat, que extiende sus tentáculos hasta el más diminuto municipio.

Son lo que hemos llamado las “parrociocavernes” catalanes. Municipios donde el voto al independentismo y a Convergencia supera el 70%, el 80% o el 90%. Cuanto más pequeño es el pueblo, cuanto más conservador y más directo es el control sobre la población, más aplastante es el dominio del independentismo y de Convergencia. Y cuanto mayor es la localidad, es decir donde existe más libertad, dinamismo… más baja el dominio independentista y de Artur Mas.

Aquí ofrecemos solo algunos ejemplos, representativos de lo que ocurre en muchos pueblos catalanes de 500, 1.000, 3.000 o 10.000 habitantes, donde el abrumador poder del independentismo impide la expresión pública de cualquier “disidencia”.

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