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La maravillosa vida breve de Óscar Wao

Con «La maravillosa vida breve de Óscar Wao», el escritor de origen dominicano Junot Dí­az ganó el Premio Pulitzer de novela 2008, el National Book Critics Circle Award (el premio que otorgan cada año los crí­ticos norteamericanos), fue elegido mejor libro del año por las revistas «Times» y «New York Magacine» y obtuvo un notable éxito de ventas en Estados Unidos. Su traducción al castellano, editada con Mondadori, es sin duda uno de los acontecimientos literarios recientes.

La novela de Junot Díaz narra en rimera instancia la vida de Ósca de León (Óscar Wao, para el narrador), un chico nacido en Nueva Jersey de padres dominicanos, un chaval muy negro y muy gordo, un "nerd" -persona inteligente pero inadaptada-, apasionado de los cómics y de la ciencia-ficción, obsesionado por las mujeres (pero sin poder alcanzarlas), que sueña con ser el Tolkien dominicano, y que sufre porque no encaja en ninguna parte: ni en el mundo blanco de EEUU (para el que es un puto inmigrante más, aunque haya nacido allí), ni en el universo de los dominicanos, ya que contradice todos los patrones y estereotipos de ese mundo: no es ni ligón, ni mujeriego, ni violento…Pero aunque el título del libro y su comienzo nos inducen a pensar que el relato va a ceñirse a la historia de Óscar, en realidad el libro va a desplegar la historia completa de una "saga"dominicana, la saga familiar de Óscar, desde sus abuelos a su propia muerte. Una saga que discurre entre la República Dominicana y EEUU, y que abarca la historia de media docena de personajes a través de los cuales Junot Díaz recrea de forma magistral tanto la vida dominicana en la época terrible de la dictadura de Trujillo, como la también dura y difícil existencia de los hispanos en los Estados Unidos.Son historias duras, incluso muy duras, trágicas y conmovedoras, que nos llegan dominantemente (porque en el libro hay una polifonía de voces), a través de un "narrador" que es, sin duda, el mayor logro del libro, quien crea su peculiar atmósfera única -diferente a todo lo que hemos leído- y quien nos aborda con su insólito y asombroso lenguaje.Se ha puesto mucho el acento al hablar de este libro del supuesto uso del "spanglish" o de los términos anglos importados ya por la lengua hispana en toda el área del Caribe (expresiones como fokin, bróder, jevitas, panas, nerd,…). O en el singular ritmo caribeño del relato -acentuado en la versión española por la presencia de la traductora cubana Achy Obejas, que trabajó con Junot Díaz para llevarla a cabo- y que sin duda modula el ritmo expresivo del libro a la vez que lo cuaja de modismos caribeños: tremendo, tíguere…Pero todo esto no pasaría de ser "postizos" lingüísticos ( o incluso puro folklorismo) sino fuera porque todo ello se integra en una textura verdaderamente nueva, una textura literaria espléndida, que es la que da a Junot una singularidad y una potencia expresiva que comenzó encandilando a la crítica americana y ahora lo ha hecho a la española y a la hispana.Es difícil definir este lenguaje literario verdaderamente nuevo, que incluye, absorbe y deglute sin pedir permiso un sinfín de tradiciones (desde el realismo mágico y la apuesta contraria de Bolaño, al cómic y la ciencia-ficción norteamericana, pasando por lenguajes rompedores, tipo Foster Wallace, por citar sólo algunas) para acabar generando un producto literario absorbente, que genera a la vez adicción y estupor. Una lengua directa que no evade la reflexión, pero que cuando la aborda la formula en términos inauditos.Junot no descarta nada en este libro imprescindible, donde podemos encontrarnos desde con el "Fukú" (la "maldición" originaria que rige y destruye las vidas de la saga familiar de Óscar, su trágico destino de cárcel, torturas, palizas, muertes y amores desdichados) o o una crítica implícita de la visión que Vargas Llosa nos ha ofrecido del dictador Trujillo en "La fiesta del Chivo", rodeada de un aura o halo que Junot pulveriza a puñetazos.Merece la pena leer este relato que tiene el difícil aura de lo nuevo. Y un lenguaje, que tal vez moleste a los puristas, pero que encarna la verdad de la literatura.

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