Corresponsalí­a Madrid

La mala proyección del plan urbaní­stico da a luz ciudades fantasma

El boom inmobiliario vino acomañado de unos planes urbanísticos en los cuales los barrios periféricos de Madrid suponían un filón para proyectar ciudades enteras. Montecarmelo, Las Tablas, Sanchinarro y los ensanches de Carabanchel y Vallecas son los barrios en los que este crecimiento antinatural, en el que la costrucción se pone por delante de las necesidades de la gente, provoca una situación surrealista que deja a los vecinos que viven en ellos un día a día en el que acudir al médico o comprar una barra de pan se convierten en toda una odisea en la que hay que cojer el coche o gastar una hora para conseguir el objetivo perseguido. Se trata de ciudades que se han construído pensando en los beneficios suculentos que el negocio de la construcción ofrecía, y que lejos de partir del crecimiento natural de la ciudad y de las necesidades de la gente, quedan desiertas y desprovistas de servicios mínimos como colegios o atención médica. La planificación de las casas estaba clara, por supuesto, pero ahora ¿Quién las compra? La mayoría de ellas estám vacías y los vecinos salen cada mañana a las calles llenas de edificios y desiertas, en las que no existen ni comercios ni servicios. Encontrar una plaza en un colegio cercano se convierte en toda una aventura, y en Montecarmelo y las Tablas mas le vale a uno no ponerse malo ya que directamente no tienen centro de salud. Son una de las consecuencias que deja tras de sí la burbuja inmoviliaria y unos políticos que al olor de la ganancia rápida y la recaudación de impuestos que generan las obras aprueban planes desmedurados que ahora dejan a las familias que han adquirido en estos lugares prometidos sus viviendas en una situación de asombro e incertidumbre. Un pisito que no cueste tanto como en el centro de Madrid, una zona tranquila en pleno desarrollo, familias jóvenes, calles amplias y zonas verdes. Pero ni centros de salud, ni vecinos ni comercios ni servicios. Son los habitantes de estas ciudades fantasma unos de los afectados por la burbuja inmobiliaria que los deja a su suerte sin que ahora, las Administraciones que alegremente firmabam los planes de urbanización, muevan un dedo por solucionar la falta de servicios que sufren estos vecinos por culpa de los tremendos errores alientados por el olor del impuesto facil y el dinero rápido cometidos por los políticos. Lo único que les queda es el silencio, el de las administraciones y el de estos barrios, así lo valoran los vecinos, lo único bueno es el silencio, la calma de auténticas ciudades fantasma.

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