Rusia y la UE mantienen la guerra del gas

La lucha por el control del suministro Energético a Europa

Las estadí­sticas más recientes de la Agencia Internacional de Energí­a demuestran que el consumo del gas en la Unión Europea sufrió un recorte del 2,4% en enero-febrero de 2009, y la importación de este hidrocarburo, en el 12%, en comparación con el mismo perí­odo del año anterior. Gazprom estima que sus ventas en Europa bajaron en el 39% en el primer trimestre. A tí­tulo extraoficial, ejecutivos de Gazpromexport admiten que los europeos prefieren usar ahora el combustible de proveedores locales, las reservas almacenadas en los depósitos y el gas licuado proveniente de África a la espera de que los precios del gas ruso caigan radicalmente en el tercer trimestre.

Los contratos que Gazrom tiene suscritos con sus clientes en Europa prevén que los precios del gas se someten a una revisión en función de las cotizaciones petroleras, pero con un retraso de 6-9 meses. Dicha fórmula impide al gigante gasista ruso inflar los precios. Con todo, las ventas no habrí­an caí­do tanto, si Gazprom hubiera otorgado descuentos a sus usuarios europeos. La estrategia elegida por la UE después de la congelación que sufrio en el mes de Enero tras la crisis del gas a llevado a Europa a movimientos claros para escapar de la dependencia de la energí­a rusa, movimientos alentados con entusiasmo por Washington. Rusia aclaro los matices polí­ticos que rodean el proyecto de construcción del gasoducto Nabucco, con patrocinio de Estados Unidos y de la Unión Europea (UE), sin la participación de Moscú. Al referirse a la cumbre energética «Corredor del Sur», celebrada en Praga, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Andrei Nesterenko, consideró contraproducentes los intentos de solucionar las cuestiones de la seguridad energética de Europa sin su paí­s. la Unión Europea cree que con ello reducirá su dependencia de los suministros del gas ruso. El paí­s euroasiático provee a los europeos de casi un 25 por ciento del carburante que consume.Rusia es, prácticamente, un monopolio de suministro para Europa del Este y del Sur. De esta manera, la compañí­a rusa tiene un claro dominio sobre el recurso: vende a quien quiere, cuanto quiere y al precio que quiere. Otro monopolio es, qué duda cabe, el transporte del gas. Para llegar a Europa, cerca del 80 por ciento del gas de Gazprom pasa por Ucrania, lo que convierte a Kiev en un actor principal en el juego geopolí­tico del monopolio y del tránsito de gas. Ucrania es una pieza clave en el gran tablero mundial y puede decidir la dirección de los recursos energéticos del espacio ruso. Por ello, se puede afirmar que Ucrania es el pivote que permite el control del corredor energético euro-asiático de la zona del Caspio. El avance de EE UU y la UE atrayendo a Ucrania y Georgia a la orbita de la OTAN, ponian en peligro el control de los gasoductos a Europa.Debido al papel de Ucrania y Georgia en el tránsito del gas ruso hacia Europa, Moscú decidió diversificar las rutas, por no perder su monopolio. De esta manera, nació el proyecto South Stream (que saldrí­a de Rusia, atravesarí­a el Mar Negro hacia Bulgaria, donde se separarí­a en dos tramos: uno por el sur, que atravesarí­a Grecia hasta Italia, y otro nórdico, que pasarí­a por Serbia y Hungrí­a hasta llegar a Austria para unirse con el sistema europeo de transporte del gas). Este proyecto representa una competencia para Nabucco, proyecto sostenido por Bruselas, destinado a reducir la dependencia de la UE de Gazprom, que deberí­a abastecerse con gas de la zona del mar Caspio (Irán, Egipto, Qatar) y cuyo trayecto deberí­a esquivar Rusia. En este proyecto están implicados Turquí­a, Bulgaria, Rumania, Hungrí­a, Austria y Alemania.Los últimos movimientos de la UE ante su dependencia de Rusia en el plano energético y el avance de Gazprom para monopolizar no solo el abastecimiento sino la distribución han sido significativos.La primera fue el denominado «tercer paquete energético» que el Parlamento Europeo aprobó la por mayorí­a abrumadora. La implementación de este plan, que apunta a liberalizar el mercado del gas y la electricidad en Europa, significa que el monopolio gasí­fero de Rusia difí­cilmente podrá acceder a los consumidores finales y hacerse con el control de las redes de distribución europeas. Es poco probable que Moscú consiga en un futuro previsible cambiar el gas por la influencia polí­tica en Europa.La segunda es el proyecto aprobado en la cumbre del proyecto energético Corredor Sur que se celebro en Praga. Impulsar la construcción del gasoducto Nabucco y otras tuberí­as que reducirán el protagonismo de Rusia como proveedora de combustible a Europa. El objetivo es «acabar con el monopolio de Rusia sobre la exportación de hidrocarburos desde el Asia Central, lo cual significa que la UE ya no aspira a lograr con Moscú una solución de compromiso en cuanto a la seguridad energética.Ucrania será, sin duda alguna, el primer escenario en que se probará el nuevo sistema europeo. La declaración que este paí­s y la UE firmaron hace poco en Bruselas, con vistas a la modernización de la red ucraniana de gasoductos, responde plenamente a la letra y el espí­ritu del «tercer paquete». En cuanto esta red pase al control de algún operador europeo, Gazprom se verá obligado a vender su combustible en la frontera ruso-ucraniana y no podrá controlar su ulterior trasiego a Europa. Por eso el intento de Rusia de escapar a la trampa de Ucrania con la construcción del South Stream en alianza con Italia. A la vez que impedí­a que Kazajstán, Uzbekistán y Turkmenistán, considerado como el proveedor principal del gas centroasiático que debe trasegar Nabucco firmaran el acuerdo de suministro. Esto podrí­a significar que cuando Nabucco fuera construido le tuvieran que comprar en gas a Gazprom que controla las empresas estatales de estos paí­ses de Asia Central.Todas las alternativas al trasiego del gas de Asia Central a Europa excluyendo Ucrania y Georgia pasan por Turquí­a, que quiere jugar la carta de «puente energético» en su camino de adhesión a la UE, llevando a cabo importantes inversiones que la conviertan en una potencia regional. El gobierno de Ankara a la vez que firma el acuerdo con el proyecto Nabucco, acaba de firmar otro para el South Stream con Rusia. EE UU necesita una Turquí­a fuertemente anclada a la OTAN y a Europa. No una Turquí­a explorando su influencia en Asia central, estableciendo acuerdos multilaterales con Rusia y China sin el control de Washington. De ahí­ la presión de Obama para acelerar el ingreso de Turquí­a en la UE.

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