SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

La larga estela del ‘Aquarius’

Hay barcos que escriben una época. El Aquarius es uno de ellos. La nave con más de 260 migrantes a bordo que estuvo a punto de quedarse sin puerto ha desnudado importantes contradicciones europeas.

El Mediterráneo es la frontera más abismal que existe en el mundo. La desproporción de riqueza entre Europa y los países que se hallan más abajo del desierto del Sahara es de 11 a 1. La desproporción demográfica es de 1 a 3,5. (Horizonte 2050: 700 millones de habitantes en Europa; 2.400 millones de personas en África). Estos son los números. Escalofriantes. Mucha gente los conoce desde hace tiempo. Un territorio pequeño, rico y envejecido (en realidad, Europa es el extremo occidental de la gran plataforma continental Eurasia). Una explosión demográfica en el continente más atrasado. La desestructuración de Oriente Medio. Turquía y los países del Gran Magreb, en turbulencia islámica, reforzados geopolíticamente por sus reservas de hidrocarburos (Libia y Argelia) y por su decisiva función de filtro de la emigración clandestina.

Todo esto hace tiempo que se sabe. Todo esto hace tiempo que duele. Aquella fotografía del niño sirio muerto en la playa turca acabó de empujar a Angela Merkel a abrir las puertas de Alemania a un millón de refugiados. Valiente decisión –interesada decisión, también, puesto que Alemania se enfrenta a una severa crisis demográfica– que le está pasando factura. Sus aliados de la CSU no la quieren ver por Baviera, asustados ante el empuje de la xenófoba Alianza por Alemania. Se empieza a dibujar un eje reactivo Munich-Viena-Budapest-Milán. Fortificación mitteleuropea.

La historia funciona así. Un día, un joven enclenque llamado Gavrilo Princip dispara contra el archiduque Francisco Fernando en la calle fluvial de Sarajevo, y se desencadena la peor guerra. Un día Matteo Salviniordena cerrar todos los puertos de Italia para ganar la alcaldía de Siena en las elecciones municipales parciales, y desencadena la mayor crisis de la Unión Europea desde el Brexit. Antiguo bastión de la izquierda, Siena es una ciudad símbolo en Italia. Su histórico banco, el Monte dei Paschi, estuvo a punto de quebrar hace dos años. Ahora han votado al candidato a alcalde apoyado por la Liga. Todo está relacionado.

Siena y València, ciudades de junio. Pedro Sánchez ha convertido la acogida del Aquarius en su gran gesto inaugural. Consenso interior e inmediata subida de la cotización española en el mercado europeo de la estabilidad. Salvini, antiguo militante comunista del centro social Leoncavallo de Milán, ha conquistado Siena para el nacional-populismo.Steve Bannon, el hombre que ayudó a ganar a Donald Trump, yAlexander Duguin, el ideólogo del conservadurismo ruso, el nuevo Rasputin del Kremlin, están maravillados con el instintivo milanés. Sánchez ha estrechado lazos con París y Berlín y se ha asegurado una reforzada inyección de dinero europeo para engrasar la vigilancia de fronteras en Marruecos, Mauritania, Senegal y otros países. Ahora le falta la visita a Rabat, que no se ha producido aún por la presencia de un banco de niebla en la agenda oficial marroquí.

El episodio del Aquarius ha sido algo más que un gesto. Ayer en el Congreso, la oposición estuvo desmadejada.

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