La izquierda gana las elecciones en México

Un potente terremoto ha sacudido todo México, pero esta vez no se mide en la escala de Ritcher, sino en la geopolítica. Por primera vez en largas décadas la izquierda ha ganado las elecciones en el país de habla hispana más grande del mundo. El líder del izquerdista Morena, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha obtenido el 53% de los votos, sacando una despótica ventaja de 30 puntos sobre sus perseguidores Ricardo Anaya y José Antonio Meade, que han tenido que reconocer su derrota antes de conocerse los resultados completos.

México no es un país cualquiera. Sus casi 130 millones de habitantes (9 de ellos solo en la capital) y su billón de dólares de PIB lo convierten (junto a Brasil) en el gigante de América Latina. Pero sobre todo, México es la frontera sur de la superpotencia norteamericana. El rumbo político que tome el titán azteca tiene enormes implicaciones para EEUU.

Por primera vez desde los años 40, desde Lázaro Cárdenas (entonces el PRI era un partido muy distinto) ayudó a la República española, la izquierda ha ganado las elecciones en México. Y de una forma tan rotunda que -a pesar de llevar siendo vaticinada una y otra vez en las encuestas- ha roto las pantallas de los noticiarios. El líder izquierdista López Obrador, según los primeros recuentos del Instituto Nacional Electoral, logró entre el 53% y 53,8% de los votos, por delante de Ricardo Anaya (22%-22,8%) y José Antonio Meade (15,7%-16,3%). AMLO no solo ha ganado a los dos partidos favoritos del régimen de la oligarquía mexicana y el imperialismo yanqui: es que se ha convertido en el presidente con mayor respaldo popular de la historia de México. El triunfo ha sido tan incontestable que sin esperar a tener el recuento total, sus rivales han tenido que reconocer su derrota.

El partido de AMLO, Morena (Movimiento de Regeneración Nacional), ha ganado tambien en la capital, México DF, y tendrá varias gobernaciones importantes. López Obrador esgrime un programa que aunque moderado, plantea políticas basadas en la redistribución de la riqueza, la lucha contra la corrupción y la violencia que asolan México, y una línea de defensa de la soberanía nacional frente al gigante que hay al norte del Rio Bravo. Unos EEUU gobernados por un Donald Trump que antes y después de su subida a la Casa Blanca, ha hecho de la xenofobia contra los mexicanos -tanto contra los espaldas mojadas como contra el país en general- uno de sus principales mensajes políticos.

No sin razón, muchos ven en la agresivo discurso antimexicano de Trump -y en la sumisa respuesta de un «pendejo» Peña Nieto- una de las principales razones del hartazgo, la indignación y el enojo contra los partidos tradicionales (el PRI y el PAN) y uno de los factores esenciales del triunfo de AMLO.

Las implicaciones de esta victoria electoral son de hondo calado en primer lugar para México y sus clases populares. Por primera vez se abre una posibilidad real de que en un país con 53,4 millones de pobres (el 43,6% de su población), suban al poder políticas redistributivas que signifiquen una mejora sustancial de las condiciones de vida y de trabajo de las masas. Así como la conquista de un mayor grado de soberanía e independencia de México respecto a Washington.

La onda expansiva de este tsunami electoral mexicano llega a toda América Latina. Tras varios años en los que el poder de Washington -no sin dificultades- ha instigado la caída de gobiernos progresistas en países como Brasil o Argentina, ahora es el país azteca el que abre la posibilidad con alejarse de su órbita. Una muestra más del signo de los tiempos, en los que los pueblos avanzan y el imperio retrocede, en los que el tránsito del declinante mundo unipolar al naciente orden mundial multipolar hace posible que surjan acontecimientos inesperados (e impensables hace poco tiempo).

Y por último, la victoria de la izquierda en México va a tener un profundo impacto para la superpotencia norteamericana. La línea Trump se enfrenta a un importante revés en su mismíma frontera sur. Este acontecimiento puede tener distintas repercusiones para la Casa Blanca, que aún están por despejar. ¿Cómo influirá en la política exterior de Trump, en concreto para América Latina? ¿De que manera va a impactar la victoria de AMLO en la población hispana (en su mayor parte de origen mexicano) de EEUU? ¿Cómo va a incidir el cambio de gobierno en México en las políticas migratorias de Trump o en el agudo enfrentamiento entre los dos sectores de clase en el seno de la oligarquía norteamericana?

Estos y muchos más interrogantes se irán despejando en los próximos meses. Pero de entrada, el terremoto AMLO, generado por la inmensa energía sísmica de la lucha del pueblo mexicano, ha conmovido los cimientos de América Latina y del mundo. Celebrémoslo junto al pueblo azteca.

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