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«La invasión»: La lucidez de los orí­genes

Joya oculta de uno de los más grandes escritores en lengua española de nuestro tiempo, «La invasión» defraudará a quienes aspiren a encontrar en estas páginas un Piglia desconocido, joven, inmaduro o distinto, porque estos relatos están tallados ya con toda la sabidurí­a narrativa, la capacidad de penetración y las obsesiones temáticas del Piglia maduro. En cambio, cubrirá sobradamente las expectativas de quienes ansí­en adentrarase sin ningún prejuicio en la extraordinaria lucidez de estos orí­genes literarios que, 40 años después, corroboran no sólo que el libro «resiste» sino que es una pieza muy valiosa del ambicioso edificio narrativo del gran escritor argentino.

"La invasión", rimer libro que dio a la imprenta Ricardo Piglia (Adrogué, Buenos Aires, 1941), fue publicado originalmente en 1967 y tuvo una notable recepción, ganando el premio de la Casa de las Américas. Sin embargo, nunca se había reeditado hasta la fecha. La que publicó en 2007 Anagrama, en su colección "Narrativas hispánicas", es una edición corregida y aumentada por el propio autor. A los diez cuentos originales (revisados y reordenados), Piglia ha añadido otros de la misma época: tres relatos aparecidos en revistas literarias y dos más inéditos, con los que abre y cierra el volumen.La decisión de volver a publicarlos responde -según Piglia- "a que no encuentra demasiadas diferencias con los libros que he escrito desde entonces", amén de que "no me parece que un escritor escriba mejor a medida que avanza o que mejore con los años". No obstante, Piglia no ha resistido la tentación de "modificar" y "hacer ajustes" en ellos: "en general -dice- se trató sobre todo de cortes y supresiones. Ya sabemos que, como decía Hemingway, todo lo que podamos sacar de un cuento, lo va a mejorar". "Reescribir viejas historias tratando de que sigan iguales a las que fueron -admite, no obstante, Piglia- es una benévola utopía literaria, más benévola en todo caso que la esperanza de inventar siempre algo nuevo. Una ilusión suplementaria podría hacernos pensar que al reescribir los relatos que concebimos en el pasado volvemos a ser los que fuimos en el momento de escribirlos".Los quince cuentos que conforman pues esta reedición revisada constituyen tanto una magnífica condensación de las obsesiones temáticas en torno a las que gira toda la narrativa de Piglia como una muestra, suficientemente representativa, de la delicada orfebrería literaria que constituye la literatura de Piglia, un autor que persigue la maestría en cada línea y que trabaja el lenguaje de sus ficciones como una artesanía delicada y exquisita, destinada a llevar al lector la precisa descripción del hecho, la magia de la sugerencia, el estímulo a la reflexión, sin que aquél en ningún momento tenga que soportar todo el esfuerzo que el narrador ha puesto en levantar esa prodigiosa construcción verbal. Piglia hace todo el trabajo para que el lector encuentre la obra perfectamente tallada y pueda dedicarse a disfrutar sin restricciones de un lenguaje ceñido a la perfección a las exigencias y a la naturaleza del relato.Los temas de los cuentos de "La invasión" giran en torno a un limitado campo de variantes, en el que destacan las ficciones de fondo histórico, el relato con tintes policiales, los perfiles y semblanzas de oscuros perdedores y sentidas historias de infancia.Un ejemplo de las primeras es "Las actas del juicio", escrito en 1964, y que Piglia considera -"si es que eso tiene algún sentido- su mejor cuento. Narra hechos históricos y es una conjetura sobre las razones del asesinato del general Urquiza, el caudillo entrerriano que participó en las guerras civiles, derrotó a Rosas en 1852 y se enfrentó durante más de diez años con Buenos Aires, liderando una Confederación de provincias del interior. Sus propios hombres lo mataron en 1870. El relato toma prestada la voz del asesino y reconstruye el crimen sin ahorrar ni su épica ni su crueldad."Mata-Hari 55", escrito en 1966, también es, en cierto sentido, un relato histórico y se refiere a las acciones clandestinas de los "comandos civiles" que conspiraron contra Perón en las vísperas de la llamada "revolución libertadora" que lo derrocó en septiembre de 1955. También "Desagravio" (1963) remite a hechos de ese período, a un hecho trágico, en rigor criminal, de la historia argentina: el 16 de junio de 1955 aviones de la marina de guerra argentina, con el pretexto de "matar a Perón", bombardearon el centro de la ciudad de Buenos Aires, asesinando a cientos de ciudadanos indefensos.Una y otra vez la narrativa de Piglia insiste en desvelar, con una mirada personal ("oblicua, suburbial, desencantada") los pliegues más ocultos de la vida política y social argentina, sus episodios borrados.Similar mirada impera a la hora de trazar semblanzas de oscuros perdedores, como hace en los cuentos "El joyero", "En noviembre" o "El pianista", retratos lúgubres, pero atravesados de destellos.En "La invasión", desde la cita inicial que abre el libro ("A nosotros nos ha tocado la misión de asistir al crepúsculo de la piedad", de Roberto Artl) hasta la última línea de "Un pez en el hielo", el último relato, el lector está invitado a un verdadero encuentro con la literatura en estado puro.

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