El caso de Puerto Rico

La independencia de Puerto Rico

Mientras la Casa Blanca utiliza el silencio administrativo sobre la petición de Latinoamérica para que ponga fin a la inestabilidad provocada por la condición colonial de Puerto Rico, se cree que los submarinos de los carteles de la droga llegan sigilosamente, sacan armas de contrabando y las transportan a Sudamérica.

Mientras la Casa Blanca utiliza el silencio administrativo sobre la etición de Latinoamérica para que ponga fin a la inestabilidad provocada por la condición colonial de Puerto Rico, se cree que los submarinos de los carteles de la droga llegan sigilosamente, sacan armas de contrabando y las transportan a Sudamérica.»Se entiende que es una modalidad que está ocurriendo», dijo un portavoz oficial del Departamento de Justicia de EEUU a NCM Noticias en referencia a los informes sobre el uso de sumergibles por los contrabandistas de armas que operan desde Puerto Rico y explicó que «hay investigaciones en proceso».El caso del uso de esta nación isleña para el contrabando de armas hacia América Latina ha sido documentado por las autoridades de Estados Unidos y la Armada de Colombia, así­ como México, donde se han encontrado armas ilegales enviadas desde aquí­, aunque durante años no se ha logrado un solo arresto. Pero ese es apenas uno de los ángulos de un problema mucho más amplio, que incluye el uso de Puerto Rico para desestabilizar gobiernos, el trasbordo de drogas por tres rutas distintas, la función de base de mercenarios y las limitaciones para controlar lo que ocurre en un lugar plagado por la corrupción sobre el que hay poca vigilancia de la prensa y organismos internacionales.Un entendimiento EE UU y Latinoamérica que resuelva el problema de seguridad de ambos partes implica conceder la independencia a Puerto Rico para que América Latina consolide una zona de seguridad en el Mar Caribe que la proteja de agresiones y contrabando. Pero, por el otro lado, pondrí­a a Estados Unidos en la situación de retirar su «tercera frontera» a la Florida y renunciar a convertir esta nación caribeña en un estado de la Unión.Las implicaciones de ambos caminos resaltan con bastante claridad durante este mes de junio con la sesión del Comité de Descolonización de la Organización de las Naciones Unidas -donde una docena de paí­ses latinoamericanos se expresó por la independencia- y las próximas audiencias del Congreso sobre la propuesta del movimiento anexionista que busca también atender el problema colonial, aunque por el camino opuesto.En 1950, EEUU logró establecer el Estado Libre Asociado como mecanismo expreso de lograr el consentimiento del paí­s a la invasión de 1898, arreglo que mantuvo el apoyo en los plebiscitos de 1967 y 1993, pero en 1998 el paí­s optó por «ninguna de las anteriores». Además, en aquel proceso de 1950, Washington logró la expulsión de la ONU de la observadora de Puerto Rico designada por el Partido Nacionalista, Thelma Milke y miles de nacionalistas e independentistas terminaron presos mientras la implantación del ELA fue respaldada por todos los partidos pro-EEUU.Ahora el mundo es otro. El Movimiento Independentista Nacional Hostosiano lleva años tratando de forjar una alianza estratégica con el PPD para que impulse la alternativa de la libre asociación, en tanto la sustitución de las dictaduras de la Guerra Frí­a por el esfuerzo de UNASUR y el Consejo de Defensa Sudamericano ha cambiado el panorama y ha dado mucho respaldo antes impensable a los independentistas boricuas.Fernando Martí­n, presidente ejecutivo del Partido Independentista Puertorriqueño, usó su presentación ante el Comité de la ONU para pedir que las cancillerí­as latinoamericanas lancen una «ofensiva final» que lleve el caso de Puerto Rico a la Asamblea General de 2010. El llamado fue hecho en el contexto de la resolución presentada por Cuba, Ecuador y Venezuela, a favor de la cual consumieron también turnos Dominica, Nicaragua, Panamá, San Vicente y las Granadinas y Bolivia, además de que votaron a favor Chile, Antigua, Santa Lucí­a y San Kitts, en tanto que compareció como observador la República Dominicana.De fuera del hemisferio, consumieron turnos a favor Siria e Irán, mientras que sumaron sus votos a favor China, Rusia, Congo, Etiopí­a, Fiji, Mali y Túnez. A ese apoyo contado de otras partes del mundo habrí­a que sumarle el respaldo polí­tico de la Internacional Socialista, el Movimiento de Paí­ses No Alineados y de los compromisos de naciones como Francia y Rusia para respaldar los esfuerzos de UNASUR por la integración latinoamericana y su sistema de defensa.El presidente Barack Obama ha sido muy cauteloso y fuentes de los tres partidos polí­ticos puertorriqueños coinciden en que hasta ahora no ha ejercido su liderato para aclarar por qué camino se inclinará EEUU. En una de sus maniobras recientes, nombró para el Tribunal Supremo a la juez puertorriqueña Sonia Sotomayor, en cuyo historial la Casa Blanca incluyó su trabajo jurí­dico a favor de leyes especiales que viabilicen la anexión, sus discursos en homenaje a figuras conocidas del anexionismo como Xavier Romeu y su presentación en 2001 en un foro en la Universidad de Princeton, documento particularmente revelador.En dicha participación, la juez Sotomayor advirtió que para lograr que Puerto Rico llegue a formar parte de la Unión, los anexionistas podrí­an tener que desatar «una guerra de independencia en reversa» debido a la falta de apoyo en EEUU y sus tribunales federales. Según Sotomayor, para la meta de la anexión serán de poca utilidad los «combatientes del derecho» y el protagonismo lo tendrán «los negociadores». Sin duda, hay bastantes «negociadores», de los más diversos bandos, tomando posiciones en el inicio del nuevo capí­tulo sobre el «caso de Puerto Rico» que ha comenzado este mes.

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