«Los países avanzados de ninguna manera han vuelto a la normalidad: los déficit presupuestarios sigue siendo excepcionales, la política monetaria es extremadamente acomodaticia, el sector financiero es frágil, particularmente en la zona del euro, el crecimiento del crédito ha sido muy lento en los EEUU y la zona euro, los hogares en varios países, incluyendo los Estados Unidos y el Reino Unido, siguen muy endeudados y, por último, existe en la zona euro peligro de bancarrotas soberanas y quiebras bancarias, o de ambas.»
El ráido aumento de los precios ha contribuido a una alta inflación en las economías emergentes y a la estanflación en los países desarrollados. Lo que favorece las presiones para un ajuste monetario que implicaría la bajada, en términos nominales, de otros precios, entre ellos el de los salarios. Nada de lo que está sucediendo ahora permite presagiar que cualquiera de estos desafíos será gestionado de manera competente y sin problemas. En resumen, los que piensan que el mundo está a punto de subir las laderas soleadas de la recuperación no hacen más que acunar ilusiones. Se anuncian grandes dificultades. (LE MONDE / FINANCIAL TIMES) PÁGINA 12.- Grecia está pagando tasas de interés para la renovación de su deuda que muestra que está al borde la cesación de pagos, que en un intento para cuidar la reputación de la Unión Europea se la mencionaría como reestructuración de pasivos. Irlanda, Portugal y España se encuentran ante esa misma urgencia con intensidades diferentes. Grandes potencias como Francia e Italia también están ahogadas por una abultada deuda que presiona sobre sus presupuestos. La respuesta a esa emergencia ha sido la aplicación del recetario clásico del ajuste neoliberal. Por otras experiencias similares, entre las que se encuentra la argentina, se sabe que por esa vía sólo se profundiza la crisis de una deuda que es impagable en esas condiciones Francia. Le Monde La ilusión de la recuperación Martin Wolff Es sorprendente que Standard & Poor’s se permita decir nada acerca de la única categoría de deuda en el mundo considerada susceptible de agregar valor. La agencia de calificación, después de todo, es una de las instituciones cuyos fallos han contribuido poderosamente a la crisis financiera. Sin embargo, el hecho de que anunciara el lunes 18 de abril que ha aumentado la posibilidad de cambiar la deuda federal de los EEUU de "estable" a "negativa", nos recuerda una realidad esencial: la economía mundial no está embarcada en un camino estable. Por el contrario, utilizando una fórmula usada frecuentemente por el premier chino, Wen Jiabao, sobre su propio país, la economía mundial es "inestable, desequilibrada, descoordinada e insostenible". La posición fiscal de EEUU es uno de los muchos peligros que existen – y está lejos de ser el peor. Esto no aparece de forma evidente en la lectura de las últimas "Perspectivas Económicas Mundiales" del Fondo Monetario Internacional (FMI). A nivel mundial, estas previsiones son las mismas que en enero: un sólido crecimiento del 4,4% para 2011 y del 4,5% en 2012. Incluso en los tipos de cambio de mercado, el crecimiento debería ser fijado en un 3,5% y 3,7%. El volumen del comercio mundial se espera que crezca 7,4% este año y el 6,9% en 2012. La inflación debería estar, también, bajo un control razonable, con los precios al consumidor en las economías avanzadas aumentando un 2,2% en 2011 y un 1,7% en 2012. Incluso en las economías emergentes, la inflación se espera que pase del 6,9% de este año al 5,3% en 2012. Pero estas mismas "Perspectivas" dibujan un patrón de crecimiento divergente. Los países desarrollados deberían experimentar una modesta recuperación con un crecimiento del 2,4% en 2011 y 2,6% en 2012. Los países emergentes y en desarrollo, por su parte, registrarán un crecimiento del 6,5% en 2011 y 2012, la parte desarrollada de Asia, liderada de nuevo por China y la India, crecerá un 8,4%. Este desequilibrio refleja también una considerable incertidumbre. El "Informe sobre la estabilidad financiera global", del mismo FMI, llega a la audaz conclusión de que las "amenazas a la estabilidad financiera mundial han disminuido" desde octubre de 2010. La confianza ha mejorado. Pero la realidad se mueve en un terreno muy distinto. En primer lugar, los países avanzados de ninguna manera han vuelto a la normalidad: los déficit presupuestarios sigue siendo excepcionales, la política monetaria es extremadamente acomodaticia, el sector financiero es frágil, particularmente en la zona del euro, el crecimiento del crédito ha sido muy lento en los EEUU y la zona euro, los hogares en varios países, incluyendo los Estados Unidos y el Reino Unido, siguen muy endeudados y, por último, existe en la zona euro peligro de bancarrotas soberanas y quiebras bancarias, o de ambas. Por otra parte, a pesar de la magnitud de los estímulos monetarios y fiscales implementados, se estima que la recuperación de estos países será anémica. En segundo lugar, mientras que los países desarrollados se encuentran inmersos en dificultades, muchos países emergentes sufren de una excesiva expansión del crédito y de un recalentamiento. Producción superior a los niveles de antes de la crisis En muchos países, particularmente de Asia y América Latina en desarrollo, la producción está muy por encima de los niveles pre-crisis. Las posiciones de Argentina, Brasil, India e Indonesia son de especial preocupación. "En muchas de estas economías, dice el FMI, la inflación general, así como la inflación subyacente está aumentando, ya sea que se encontraran en niveles bajos o que estuvieran ya en un nivel bastante alto." El FMI cita los ejemplos de Brasil, Colombia, India, Indonesia y Turquía; durante los últimos cinco años, el crédito per cápita en términos reales casi se duplicó en estas economías. Gran parte del crédito concierne al sector inmobiliario. El FMI agrega que "tales expansiones están cerca de los que hemos visto en el pasado aqntes de los booms y las crisis de crédito." En tercer lugar, las interacciones entre las dos partes en que está dividida la economía mundial son complejas y preocupantes. Una de ellos se manifiesta por el auge de los precios de los bienes comerciales. El índice de precios de mercado establecido por el FMI aumentó en un 32% entre junio de 2010 y febrero de 2011. Este aumento se debe a la fuerte demanda en las economías emergentes en rápido crecimiento, especialmente China, por las rígidas condiciones de la oferta, sobre todo en los alimentos y, por último, la inestabilidad política en algunos países productores de petróleo. Algunos argumentan que la culpa es de la política monetaria. Esto no es convincente. Pero el nivel muy bajo de las tasas de interés reduce el costo de financiación de los stocks, mientras que la caída del dólar encarece los precios en dólares. El rápido aumento de los precios ha contribuido a una alta inflación en las economías emergentes y a la estanflación en los países desarrollados. Lo que favorece las presiones para un ajuste monetario que implicaría la bajada, en términos nominales, de otros precios, entre ellos el de los salarios. Otra interacción, la afluencia de capitales hacia los mercados emergentes va a generar presión sobre el tipo de cambio. Pero no lo ejerce de manera uniforme, debido a que China está ejecutando de manera muy eficiente su propio tipo de cambio. Muchos países temen que la apreciación de sus monedas y el aumento del déficit por cuenta corriente hará a sus economías más vulnerables a posibles cambios en la política monetaria de EEUU. Control de capitales El FMI sugiere que "el control de capitales pueden ser a corto plazo el único instrumento a disposición de las autoridades." Sin embargo, parece dudoso que las economías abiertas puedan utilizarla con tanta eficacia con que lo hace China. El último punto se refiere al reequilibrio de la demanda mundial. A pesar del sobrecalentamiento al que se enfrentan varios países emergentes, el FMI estima que se ha atascado. Señala además que el impacto negativo de la consolidación fiscal sobre la demanda, en los países con ingresos altos, debe ser parcialmente compensado por el aumento de las exportaciones netas. Desafortunadamente, dice, "una parte desproporcionada del reequilibrio de la demanda desde el inicio de la crisis ha sido sostenida por las economías que no presentan grandes superávits por cuenta corriente, pero que atraen a los flujos de capital por la apertura y la profundidad de sus mercados de capital". Este reequilibrio –a la vez limitado y nocivo– aumenta considerablemente el riesgo de nuevas crisis financieras. Nada de lo que está sucediendo ahora permite presagiar que cualquiera de estos desafíos será gestionado de manera competente y sin problemas. En resumen, los que piensan que el mundo está a punto de subir las laderas soleadas de la recuperación no hacen más que acunar ilusiones. Se anuncian grandes dificultades. LE MONDE / FINANCIAL TIMES. 27-4-2011 Argentina. Página 12 Aterrados Alfredo Zaiat Grecia está pagando tasas de interés para la renovación de su deuda que muestra que está al borde la cesación de pagos, que en un intento para cuidar la reputación de la Unión Europea se la mencionaría como reestructuración de pasivos. Irlanda, Portugal y España se encuentran ante esa misma urgencia con intensidades diferentes. Grandes potencias como Francia e Italia también están ahogadas por una abultada deuda que presiona sobre sus presupuestos. La respuesta a esa emergencia ha sido la aplicación del recetario clásico del ajuste neoliberal. Por otras experiencias similares, entre las que se encuentra la argentina, se sabe que por esa vía sólo se profundiza la crisis de una deuda que es impagable en esas condiciones. Mientras avanzan los drásticos recortes en el gasto público y en la protección social, esta crisis está provocando una revisión general del pensamiento económico dominante. Pese a la resistencia de los sectores del poder económico, de las finanzas y de políticos conservadores, cada vez son más los economistas que se rebelan ante el patrón neoliberal, prevaleciente en gran parte del mundo académico, que se expande al sentido común de la sociedad. Un millar de economistas de 53 países, entre los que se encuentran Jeffrey Sachs, Paul Krugman, Joseph Stiglitz, pidieron a los ministros de Economía del G-20 que establezcan un impuesto sobre las tran-sacciones financieras. En esa tarea de cambiar ese paradigma, emergió en septiembre del año pasado el grupo “economistas aterrorizados”, que reunió la adhesión inmediata de 630 profesionales de la ciencia sombría, cantidad que luego se fue incrementando, que desde Francia están alertando sobre el destino europeo si se persiste en el sendero del ajuste sólo para proteger al mundo de las finanzas. En su página web economistes-atte rres.blogspot.com presentaron un documento que es una buena guía para animar la discusión sobre las alternativas a las políticas actuales de la Europa acorralada, que tienen alcance por fuera de esas fronteras. Los economistas aterrorizados, liderados por Philippe Askenazy, Thomas Coutrot, André Orléan y Henri Sterdyniak, elaboraron el manifiesto “Crisis y deuda en Europa: 10 afirmaciones falsas, 22 medidas a debatir para salir del punto muerto”. Consideran que la mayoría de los economistas que intervienen en el debate público lo hacen para justificar o racionalizar la sumisión de los políticos a las exigencias de los mercados financieros. “El software neoliberal siempre es el único que se reconoce como legítimo, a pesar de sus patentes fracasos”, apuntan. Ese “software”, basado en la eficiencia de los mercados financieros, recomienda reducir el gasto público, privatizar los servicios públicos, flexibilizar el mercado del trabajo, liberalizar el comercio, los servicios financieros y los mercados de capital, aumentar la competencia en todos los campos y en todas partes. Ante esas recomendaciones, que se llevan a la práctica con consecuencias sociales devastadoras, resulta ilustrativa la enumeración de esas falsas afirmaciones porque pone en discusión verdades consideradas absolutas en el debate económico (…) Como señalan los economistas aterrados, la crisis ha dejado al descubierto el carácter “dogmático e infundado” de la mayoría de esas afirmaciones reiteradas hasta la saciedad por quienes toman decisiones en el mundo empresario y por una parte de los políticos. Mencionan en forma oportuna que “todavía hoy el G-20 persiste en la idea de que los mercados financieros son el buen mecanismo de asignación del capital. La primacía y la integridad de los mercados financieros siguen siendo los objetivos finales que prosigue su nueva regulación financiera”. Esta concepción predominante en los gobiernos de las potencias interpreta la crisis no como un resultado inevitable de la lógica de los mercados desregulados, sino como el efecto de la deshonestidad e irresponsabilidad de algunos actores financieros mal vigilados por los poderes públicos. La crisis se ha encargado de demostrar que los mercados no son eficientes y que no permiten una asignación eficaz del capital, lo que vino a confirmar los diferentes trabajos críticos que habían puesto en duda esta propuesta. El mundo de las finanzas desregulado y globalizado no genera estabilidad económica sino todo lo contrario: infla los precios de los activos en forma excesiva e irracional generando burbujas financieras. Una de las afirmaciones más usuales que circulan en el espacio público se refiere a que la deuda pública abultada es la consecuencia de un despilfarro presente en detrimento de las generaciones futuras (postulado 6). Los economistas aterrados señalan que “es otra afirmación falsa, que confunde economía doméstica y macroeconomía”. Afirman que la deuda pública es, en realidad, un mecanismo de transferencia de riquezas de los contribuyentes hacia los rentistas. Explican que la reducción de impuestos a los sectores de mayor poder adquisitivo, instalada por la administración de Ronald Reagan en Estados Unidos a comienzos de la década del ’80, que luego se extendió a Europa, fue una política fiscal de redistribución regresiva que agravó de manera creciente las desigualdades sociales y los déficit públicos. Esa política fiscal ha obligado a las administraciones públicas a endeudarse en los mercados para financiar esos déficit así creados. Se denomina esa política económica efecto jackpot: “con el dinero ahorrado de sus impuestos, los ricos han podido adquirir títulos de la deuda pública emitida para financiar los déficit públicos provocados por la reducciones de los impuestos…”, ilustran. Ponen como ejemplo que el servicio de la deuda pública en Francia representa 40.000 millones de euros, casi tanto como la recaudación del impuesto sobre la renta. Y rematan: “tour de force tanto más brillante cuanto que han logrado hacer creer a la sociedad que el culpable de la deuda era el gasto público en funcionarios, jubilados y la salud pública” para justificar el ajuste en esos rubros. Interpelar estas afirmaciones falsas y mostrar que existen otras opciones posibles y deseables en materia de política económica requiere señalar, primero, las presiones del mundo de las finanzas sobre los gobiernos, para luego instrumentar medidas que desnuden la ineficacia económica y su potencial destructivo en el plano político y social de la estrategia del ajuste. PÁGINA 12. 1-5-2011