¿La hora de Asia?

Los signos del ascenso de Asia son incontrovertibles. China ha surgido como contraparte clave a los Estados Unidos en casi todos los foros mundiales de importancia, así­ como en las plataformas internacionales para tratar asuntos trasnacionales fundamentales. Algunos incluso llaman a crear un G-2 entre Estados Unidos y China.

A esar de la creciente perspectiva de un mundo multipolar con potencias asiáticas que jueguen un mayor papel ante los retos globales y compartan el liderazgo con un cauteloso Estados Unidos, ese mundo aún no existe. Puede que Estados Unidos esté reconociendo sus límites, pero todavía no ha surgido un nuevo sistema para tomar el relevo. Si los estados asiáticos han de jugar este papel, deben hacer mucho más para enfrentar sus propios retos regionales y promover un conjunto de normas positivas y universales. Hasta que esos cambios ocurran, muchos retos quedarán sin respuesta debido a la fisura que se abre entre una Pax Americana fatigada y un mundo cuyos polos de poder se reordenan. DIARIO DEL PUEBLO. Pero Hillary no olvida ni en un sólo momento la meta estratégica de “liderazgo norteamericano” en el mundo. Al mismo tiempo que admitió que EEUU no puede acaparar todos los asuntos del globo, aún destacó que “sin EEUU nada puede realizarse en el mundo”. Afirmó que el problema actual no es si EEUU puede o no, debe o no, asumir el liderazgo, sino cómo dirigir el mundo en siglo XXI. De ello surgen en seguida problemas. ¿Quiere EEUU liderar el mundo en el siglo XXI? ¿Esto corresponde a su poderío y status en el mundo? ¿Esto concuerda con el cambio de las correlaciones de fuerzas en la arena internacional? ¿Qué significan los puntos destacados por EEUU en cuanto a la “identidad de escala de valores” y “mantener principios en diálogo y contactos”? Con respecto a estos problemas, pueden dar una respuesta definida todos los que tienen el mínimo sentido común. Es un “sueño norteamericano”, y es el deseo subjetivo de la nueva política exterior de EEUU. Es mejor que EEUU despierte de su sueño cuanto antes. Como el país más potente en materia del poderío integral EEUU tiene un deber ineludible para “liderar el mundo” y “manejar los asuntos mundiales”. Pero EEUU no es imprescindible. Egipto. Daily News Egypt ¿LA HORA DE ASIA? Jamie F. Metzl* Mientras Asia emerge de la crisis económica global más rápidamente que el resto del mundo, está cada vez más claro que el centro de gravedad mundial está pasando del Atlántico al Pacífico. Asimismo es evidente el hecho de que los Estados asiáticos no están preparados aún para asumir un liderazgo más significativo en los asuntos globales, algo que es necesario para asegurar que este cambio tectónico pueda dar más estabilidad y seguridad al mundo. Hoy tienen la enorme oportunidad de ponerse a la altura del desafío. Los signos del ascenso de Asia son incontrovertibles. A lo largo de los últimos cinco años, la contribución de China al crecimiento del PGB mundial ha aumentado de manera continua, pasando de un quinto a un tercio, y en el caso de India la cifra es de aproximadamente 6% a un 16%. Considerando su creciente significación en la economía, la política y el medio ambiente mundiales, hoy es imposible imaginar un acuerdo internacional de importancia sin que China, Japón e India lo suscriban. En particular, China ha surgido como contraparte clave a los Estados Unidos en casi todos los foros mundiales de importancia, así como en las plataformas internacionales para tratar asuntos trasnacionales fundamentales, como las Conversaciones a Seis Bandas con Corea del Norte, el G-20, y las conversaciones acerca del cambio climático. Algunos incluso llaman a crear un G-2 entre Estados Unidos y China. El nuevo peso de Asia resulta muy prometedor. Por ejemplo, si el consumo interno asiático aumenta, el crecimiento económico global dependerá mucho menos del sobreconsumo de unos estadounidenses cargados de deudas, lo que ayudaría a todas las economías. Si los países asiáticos, aparte de Japón, se comprometen a establecer límites a las emisiones globales de gases que causan el efecto invernadero, será posible llegar a un acuerdo global sobre el cambio climático en la Cumbre de Copenhague, que se llevará a cabo en diciembre, incluso si los límites de los países asiáticos en desarrollo se ejecutan de modo más gradual que los del mundo desarrollado. Más aún, si China, India y los estados del ASEAN toman la iniciativa de la promoción de una resolución justa para el pueblo de Birmania/Myanmar, o si China se muestra dispuesta a presionar a Corea del Norte acerca de las armas nucleares, estos Estados demostrarán que un mundo con varios centros de gravedad puede ser más seguro que uno guiado por una sola superpotencia. Los críticos del historial de Estados Unidos como potencia hegemónica global argumentan apasionadamente contra un mundo unipolar. Las intervenciones estadounidenses en Vietnam e Irak, su oposición al Protocolo de Kyoto y su insaciable consumo de recursos naturales, su papel en la creación de la actual crisis financiera, los abusos en Abu Ghraib, y muchos otros asuntos son prueba de las imperfecciones de su accionar. Sin embargo, el legado de Estados Unidos de liderazgo global a lo largo de las seis últimas décadas, con todos sus errores, no tiene precedentes en su relativa benevolencia e impacto positivo. Estados Unidos impulsó la creación de las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y las leyes internacionales de derechos humanos y asuntos humanitarios. Resucitó a sus enemigos de la Segunda Guerra Mundial e impulsó el desarrollo económico en países de todo el mundo, además de establecer un marco general de seguridad que ayudó a Europa y Asia en centrarse más en la diplomacia y el crecimiento económico que en la competencia militar. Abrió sus mercados y cimentó las bases de la globalización y la revolución de la información, mantuvo las rutas marítimas abiertas para el comercio internacional y catalizó la Revolución Verde… La lista suma y sigue, Sin embargo, Estados Unidos, debilitado por la crisis financiera, profundamente endeudado con otros países, empantanado en Irak y enfrentado a importantes retos en Afganistán y Pakistán, ya no puede estar en la misma posición indisputada para liderar la comunidad internacional, incluso bajo el inspirador liderazgo de Barack Obama. A pesar de la creciente perspectiva de un mundo multipolar con potencias asiáticas que jueguen un mayor papel ante los retos globales y compartan el liderazgo con un cauteloso Estados Unidos, ese mundo aún no existe. Puede que Estados Unidos esté reconociendo sus límites, pero todavía no ha surgido un nuevo sistema para tomar el relevo. Si los estados asiáticos han de jugar este papel, deben hacer mucho más para enfrentar sus propios retos regionales y promover un conjunto de normas positivas y universales. Por ejemplo, los estados asiáticos podrían hacer mucho más para enfrentar el peligroso nacionalismo que persiste en su continente. A diferencia de Europa, que en gran parte ha disipado los fantasmas históricos después de 1945, continúan sumidos en nacionalismos decimonónicos que debilitan la colaboración y hace que la región sea más peligrosa de lo que debería ser. China y Japón, Japón y Corea, India y Pakistán, Singapur y Malasia, y varios otros pares de Estados se vinculan en algunos niveles, pero siguen peligrosamente divididos en otros. Más aún, los Estados asiáticos podrían ser mucho más positivos en cuanto a abordar problemas humanitarios en sus propias áreas de influencia -especialmente en lugares como Birmania y Corea del Norte- y en adoptar actitudes proactivas en las negociaciones para paliar el cambio climático. Por ejemplo, Estados Unidos proporciona el 50% de la ayuda alimentaria de la ONU y paga un 20% de los costes generales de la organización. China, que pronto será la segunda economía mundial, paga apenas un 0,7% y un 2%, respectivamente. Japón ha mostrado liderazgo en todas estas áreas, pero pocos otros países de la región han demostrado un sentido similar de responsabilidad global. Los Estados asiáticos también deberían fortalecer las estructuras regionales de Asia-Pacífico, como la APEC y el Foro Regional ASEAN, con el fin de asegurar una mejor colaboración en temas de interés regional y global. Aunque los estados del área Asia-Pacífico han avanzado mucho en este aspecto, las estructuras regionales están muy lejos de poseer la solidez de las euro-atlánticas. Deben llegar a serlo para que el siglo veintiuno sea realmente el siglo de esa región. Hasta que esos cambios ocurran, muchos retos quedarán sin respuesta debido a la fisura que se abre entre una Pax Americana fatigada y un mundo cuyos polos de poder se reordenan. Debido a la incapacidad del mundo para abordarlos con eficacia, problemas como los de Birmania, Corea del Norte, Darfur, Zimbabue, el cambio climático y la proliferación nuclear parecen estar cayendo en ese vacío. Todas las naciones deben trabajar juntas para revisar nuestros modelos de cooperación internacional de un modo que incorpore el cambio global del poder económico. Hasta que surja esta estructura, esperemos que Estados Unidos pueda liderar con sabiduría y que otros países, particularmente las nuevas potencias de Asia, asuman responsabilidades más significativas en la gestión de las crisis globales. DAILY NEWS EGYPT. 23-7-2009 *Vicepresidente Ejecutivo de la Asia Society y ex miembro del personal del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos durante la administración Clinton. China. Diario del Pueblo ¿EEUU HA MARCHADO A PASO DEL TIEMPO? Hillary Clinton, secretaria de Estado de EEUU, pronunció el 15 en el Comité de Relaciones Exteriores un discurso sobre todos los aspectos de la nueva política exterior del Gobierno de Obama, discurso que se cree ser una pieza de gran peso. Los comentarios sobre el mismo proliferan en los medios de comunicación de EEUU y el tema también cobra bulliciosa actualidad en la esfera internacional. Algunos sostienen que su discurso demuestra que la nueva política exterior de Obama ha archivado la ideología anquilosada y el viejo modo de actuación para marchar a paso del tiempo. Pero otros opinan que en todos modos su “punto de partida” es destacar la importancia del “liderazgo norteamericano”, cambiando nada más que las medidas y las tácticas concretas. Es cierto que Hillary mencionó en su discurso no pocas cosas distintas a los puntos de vista que había manifestado Bush sobre la política exterior durante los ocho años de su mandato. Tres puntos son destacados: primero, Hillary reconoce en realidad que actualmente EEUU no puede “acaparar todos los asuntos del mundo”. Afirmando que los problemas del mundo no pueden resolverse ahora dependiendo sólo de los esfuerzos de EEUU. Segundo, destacó que la política exterior norteamericana debe reflejar el estado real del mundo. Sosteniendo que carece de sentido la estrategia equilibrada del siglo XX. Ahora EEUU no puede restaurar la política de contención de la época de la Guerra Fría, ni adoptar el unilateralismo, sino introducir en un mayor número de países el mecanismo de cooperación disminuyendo competición y fundando un mundo de múltiples socios. Tercero, juró que se dedicará a establecer relaciones más estrechas con los países emergentes, con los países del BRIC al frente. Es evidente que estas palabras corresponden mejor a la evolución y el desarrollo de la actual situación internacional. Han encontrado una buena aceptación en la arena internacional. Por lo tanto no es un exceso decir que la nueva política exterior de Obama marcha a paso del tiempo. Pero Hillary no olvida ni en un sólo momento la meta estratégica de “liderazgo norteamericano” en el mundo. Al mismo tiempo que admitió que EEUU no puede acaparar todos los asuntos del globo, aún destacó que “sin EEUU nada puede realizarse en el mundo”. Afirmó que el problema actual no es si EEUU puede o no, debe o no, asumir el liderazgo, sino cómo dirigir el mundo en siglo XXI. Reiteró los idearios de Obama en la política exterior basada en interés común, identidad de escala de valores y respeto mutuo. En los cinco aspectos del llamado “poderío sutil”, destacó la aplicación combinada de las fuerzas económica y militar así como la fuerza de ejemplo de EEUU. Hizo hincapié en la necesidad de mantener principios en el diálogo y contactos con los países divergentes. De ello surgen en seguida problemas. ¿Quiere EEUU liderar el mundo en el siglo XXI? ¿Esto corresponde a su poderío y status en el mundo? ¿Esto concuerda con el cambio de las correlaciones de fuerzas en la arena internacional? ¿Qué significan los puntos destacados por EEUU en cuanto a la “identidad de escala de valores” y “mantener principios en diálogo y contactos”? Con respecto a estos problemas, pueden dar una respuesta definida todos los que tienen el mínimo sentido común. Es un “sueño norteamericano”, y es el deseo subjetivo de la nueva política exterior de EEUU. No es de extrañar que un catedrático de la Universidad de Harvard señale que Hillary ha planteado un “ambicioso plan de libre internacionalismo”. A sus ojos, sin intervención directa de EEUU ningún problema puede resolverse. Pero ella está equivocada. Para resolver los problemas importantes del mundo, tal como lo señalan en L’Aquila los dirigentes del G8 y los países emergentes recientemente en la declaración común, se precisa fortalecer las relaciones Sur-Norte, reconocer la necesidad de ir mano a mano en la cooperación para afrontar los desafíos globales y mejorar el orden mundial. En realidad, el propio Obama afirmó que está convencido de que es un concepto erróneo pensar que se puede superar los desafíos mundiales sin la participación de China, India, Brasil y otros países. Siendo así las cosas, es mejor que EEUU despierte de su sueño cuanto antes. Como el país más potente en materia del poderío integral EEUU tiene un deber ineludible para “liderar el mundo” y “manejar los asuntos mundiales”. Pero EEUU no es imprescindible. Tal como afirman algunos políticos y gente perspicaz de Occidente, es como flor marchita el concepto de que un sólo país puede manejar todos los asuntos del mundo. En su evolución el mundo necesita no sólo un “mundo de múltiples socios” como lo existe en la mente de Hillary, sino “un mundo de socios en pie de igualdad” donde las relaciones internacionales se democratizan y donde se lleva a cabo la “gestión en cooperación. DIARIO DEL PUEBLO. 20-7-2009

Deja una respuesta