La nueva ofensiva marroquí de creación de incidentes en la frontera de Melilla sigue. Esta vez la coartada son unos, inventados, abusos racistas de la policía española. El ataque consiste en el «cierre» selectivo de la entrada diaria de los trabajadores y los productos marroquíes a Melilla. El ya habitual sometimiento del Gobierno español a Francia y a su querido Marruecos mantiene viva a la hiena marroquí. Ahora con la drástica rebaja de la posición de España en la redistribución del poder en el mundo, la hiena marroquí huele que es el momento de sacar tajada española.
Las romocionadas y autodenominadas Coordinadora de la Sociedad Civil del Norte de Marruecos y Comité para la Liberación de Ceuta y Melilla han impedido el paso de los camiones con frutas, verduras, pescados y mariscos. Eso sí, ante los ojos aceptadores de la policía marroquí. Es bien sabido que la represión policial sobre los movimientos democráticos marroquíes y sobre las organizaciones saharauis es brutal y actúa con toda celeridad. Es absolutamente lógico entender que a los organizadores de los incidentes fronterizos en Melilla se les señale como "amigos" de los servicios secretos marroquíes. Los ataques siguen un plan organizado. Un día, se cierra el paso de los materiales de construcción, dos, el de las mujeres marroquíes que trabajan como empleadas domésticas, los siguientes, la entrada de frutas, verduras y pescado. Como todo buen servicio secreto éste tiene su planificación burocrática. Y como tales tienen su idiosincrasia, su toque distintivo, el suyo es practicar la burla denigrante de las mujeres policías españolas. Como viene siendo habitual todos estos años ante tales ataques fronterizos la respuesta del Gobierno español ha sido pusilánime. Porque se ha aceptado que un régimen dirigido por un sátrapa, de los más vomitivos en ejercicio, siga aprovechándose de la debilidad de España en el tablero internacional para someternos al chantaje. Como tradicionalmente han hecho los gobiernos marroquíes, por ejemplo, cuando la Marcha Verde hacia el Sahara español, cuando el incidente de la isla Perejil, y con los intentos constantes de separar Ceuta y Melilla de España. Cuando se alimenta a una hiena lo normal es que acabe mordiendo. Cuando se ha aceptado que el régimen monárquico marroquí, fiel aliado y servidor de Francia, se alimente de mordiscos a la soberanía española y al territorio nacional, se consigue que, en este momento en el que EEUU y Alemania quieren rebajar a España a la ‘tercera división’, la hiena marroquí huela la debilidad de la presa y se lance a sacar tajada.