El montador de Blancanieves Fernando Franco debuta en San Sebastián como director con «La Herida » un descarnado retrato sobre una mujer que padece un trastorno límite de la personalidad.
En primer lugar, enhorabuena por los premios que has recibido en San Sebastián, tanto el Premio especial del Jurado como el que ha ganado Marián Álvarez como protagonista de tu película. Casi todos los nombres del Festival de San Sebastián son conocidos, ¿hay más dificultades ahora para los nuevos autores?
El Festival de cine de San Sebastián apoya mucho a los nuevos realizadores y en general al cine español. Nuestro caso ha sido un tanto atípico porque nos seleccionaron para la sección oficial cuando al ser una ópera prima el nicho por defecto habría sido otra categoría. Pero se conoce que valoraron muy positivamente la película y acabamos compitiendo en sección oficial con otros directores más experimentados.
Tu ópera prima se centra en la vida de Ana, una mujer conductora de ambulancia que sufre un trastorno de personalidad. Tú que has trabajado con casos reales, ¿cómo podrías describir el personaje de Ana?
Ana es un personaje que padece un trastorno límite de la personalidad. La película narra el día a día en su lucha por intentar superar su enfermedad y ser feliz. Ella no es muy consciente de que padece un trastorno etiquetado de una manera concreta y de hecho en la película en ningún momento se llega a evidenciar por rigor con el punto de vista. Si ella no lo sabe de alguna manera el espectador tampoco. Es básicamente una luchadora que intenta salir a delante. Cuando trataba con gente que padecía el trastorno alguien me comentaba que padecer un trastorno de este tipo se puede comparar con la imagen de alguien que tiene el cuerpo en carne viva e incluso una pluma le escocería profundamente. Sería eso mismo pero trasladándolo al terreno emocional y mental. Cualquier cosa que nosotros podemos afrontar en el caso de Ana hay un desajuste.
¿Qué te llevó a retratar a un personaje tan complejo para tu ópera prima?
En general me interesan los temas que son un tanto subterráneos y te circundan pero no acabas de conocerlos por completo. Digamos que sólo tienes una dimensión de ese problema. Están ocultos porque no son agradables pero el cine tiene una función social y de alguna manera contribuye a formar un imaginario colectivo. Al final nuestro propio imaginario se alimenta de nuestras propias vivencias pero también de las películas que vemos, los libros que leemos y la música que escuchamos. «Me interesan los temas que son un tanto subterráneos»
¿Fue difícil conseguir que el público empatizara con un personaje tan extremo?
Es un reto que el público empatice con el personaje de Ana dado que es un personaje que tiene una inhabililidad social. Pero de alguna manera ese reto lo ha asumido Marián Álvarez con mucha solvencia. Desde el guión ya se ha trabajado con esa intención. El feed back de gente que ha visto la película es bastante positivo. Aunque se reconoce un personaje duro como sus problemas son cotidianos si se produce esa empatía.
El título de la película es “La herida” es muy evocador. ¿Qué es lo quieres transmitir?
El titulo se puede leer de varias maneras. Pero con el título me refiero sobre todo a la herida como un lastre del pasado enquistado en el personaje que arrastra a Ana al infierno.
¿Qué pautas le diste a Marián para construir un personaje tan complejo?
Marián me acompañó desde el principio del proceso. Ella se interesó muchísimo por el guión y la hice participe del proceso de documentación e información. Ella se cultivó en ese sentido y se introdujo mucho en el tema. Teníamos claro que no queríamos interpretar un personaje que pareciese una loca sino hacerlo alguien cercano. Es una persona normal que desgraciadamente padece un trastorno y la gente que la rodea normalmente malinterpreta lo que le ocurre. Marian es una actriz muy inteligente y entiende una de mis pautas a la hora de trabajar con actores que es el menos es más. Me interesaba más rebajar que tender al exceso o todo aquello que nos hiciese caer en el morbo. Tratándose de un tema tan espinoso al final te mueves en una cuerda floja. Toda la dirección de actores es muy contenida para evitar caer en el sensacionalismo.
¿Qué matices o rasgos ha aportado Marián Álvarez como actriz al personaje de Ana?
Ella ha aportado mucho. Todo lo que ha aprendido sobre el trastorno límite ha tenido también que olvidarlo por el punto de vista de la película. Se ha dejado la piel a tiras interpretando a Ana y eso se nota. El principal mérito es que el público reconoce a Ana y no a Marián Álvarez interpretando un personaje. Al ser una rodaja de vida, sin principio ni final, la historia del personaje se prolonga en la cabeza del espectador. Es más interesante que un final conclusivo. Marián ha dotado de gran humanidad al personaje y también ha sido un lujo tenerla como compañera para mí y para todo el equipo. Todos estábamos remando en la misma dirección intentando hacer una película en la que creíamos. Ha sido una película muy de equipo y Marián ha sido un pilar fundamental. Es un papel de triple salto mortal y yo estoy muy satisfecho de su trabajo. Nadie lo podría haber hecho mejor que ella.
Trabajas mucho el plano corto en la película, con numerosos primeros planos de Ana, la protagonista, ¿cómo definirías tu estilo?
Tiendo a adaptar la forma a lo que quiero contar. La herida es una película que por querer buscar un retrato realista del personaje tiene raíces claras en el cine documental de los años 60 como el cinema verité . La película está influida por el cine documental y también por un cine de retrato psicológico muy apegado al personaje.
Eres uno de los montadores más reconocidos. Y has rodado tu primer largo en plano secuencia. ¿Por qué? ¿Por qué ese punto de vista?
Ese es un rasgo de mi estilo. Me interesa el plano secuencia por tres razones. Primero por el trabajo con los actores. Permite que el plano vuele y que no haya una fragmentación para que pasen cosas que no estaban previstas. Me interesa mucho también trabajar en tiempo real. Si consigues articular algo en tiempo real le transmite una verdad que me parece muy especial y por último siempre me ha preocupado narrar una acción de la manera más sencilla. Si me comprometo con el plano secuencia que es como un salto mortal porque en el montaje estas vendido lo ruedo de la mejor manera que puedo. Me comprometo a tumba abierta con un planteamiento en rodaje muy pensado pero asumiéndolo con un pacto ético con lo que estoy contando.