El PSOE andaluz «que de creer a algunos parecería haber obtenido un triunfo histórico» continúa desangrándose implacablemente tras la hecatombe electoral del pasado 20-N. Pierde más de 650 mil votos desde las autonómicas de 2008. Y cerca de 70.000 con respecto a las generales de hace apenas 4 meses, desmintiendo así la amable visión de un Griñán que ha resistido a la debacle.
El PP, por su parte, al que todas las encuestas daban cifras cercanas a la mayoría absoluta, no sólo queda muy lejos de ella, sino que pierde 162 mil votos respecto a las autonómicas de 2008, y se deja nada menos que 414 mil votantes desde el 20-N. De poco le sirve haberse convertido por primera vez en el partido más votado en Andalucía, cuando ni ha conseguido su objetivo de gobernar, y más importante todavía, las primeras medidas del gobierno de Rajoy ha hecho que una parte significativa de su electorado le haya retirado el apoyo a las primeras de cambio.Las dos patas del modelo bipartidista a través del cual el FMI y Bruselas imponen su política de recortes y ajustes salen, en consecuencia, notablemente debilitadas de las elecciones andaluzas. De conjunto, pierden más de 800 mil votos desde 2008, y por primera vez la suma de ambos no consigue llegar al 50% del censo electoral.«Las dos patas del modelo bipartidista salen notablemente debilitadas» Votos que, en su inmensa mayoría se dirigen a la abstención, que sube 10 puntos en relación con las pasadas autonómicas. Una clara manifestación de cómo aumenta entre la población el rechazo a la política de recortes y ajustes y la desafección hacia al modelo bipartidista encargado de ejecutarlos. Un frente de rechazo cada vez más amplio, pero que en gran parte no encuentra todavía el cauce político adecuado a través del cual expresarse.Otra parte muy significativa de los votos del frente de rechazo, y este es el segundo dato de importancia que dejan las elecciones, ha tendido a concentrarse en Izquierda Unida, la fuerza parlamentaria que con más claridad y contundencia se opone a la política dictada por el FMI y Bruselas. IU gana 119 mil votos con respecto a las autonómicas anteriores, consigue 78 mil votos más que el 20-N y duplica su representación parlamentaria, pasando de 6 a 12 escaños que, además, ponen en su manos la llave del próximo gobierno andaluz. Esta es, sin duda, una muy buena noticia para los intereses populares que celebramos y valoramos como se merece. Y votos que sumados a los del resto de fuerzas minoritarias que no hemos obtenido representación parlamentaria, dan como resultado que más de 700 mil andaluces (un 18,5% de los votantes) han apostado expresamente por que sí es posible otra política, opuesta a los recortes y ajustes y basada en la redistribución de la riqueza, para salir de la crisis en beneficio de la mayoría. Vistos de conjunto, los resultados de las elecciones andaluzas son, en primer lugar, un buen indicador de cómo, a medida que nuestros enemigos agudizan y aceleran el auténtico saqueo al que nos están sometiendo, crece el frente de rechazo contra esa política (y sus gestores) y se crean mejores condiciones para hacer que avance la línea de unir en un frente amplio al 90% de la población que sufrimos sus ataques. Pero también van a tener un profundo impacto en la política nacional.Primer avisoPara el gobierno de Rajoy, los resultados del 25-M constituyen un primer aviso. A pesar de haberse conducido con pies de plomo, retrasando las medidas más duras de ajuste hasta después de las elecciones y negociando con Bruselas una limitación del objetivo de reducción del déficit, sus primeras medidas de recortes, subidas de impuestos y reforma laboral han provocado el desistimiento de centenares de miles de votantes que el 20-N creyeron en su promesa de cambio.Los resultados del 25-M sitúan a Rajoy ante una doble presión. La de Washington y Berlín por ejecutar y acelerar su planes, de un lado. Pero del otro, también, la de una parte importante de su propio electorado que ha mostrado, a la primera ocasión que ha tenido, que no está dispuesto a acompañarle si sigue por el camino iniciado por Zapatero. El PSOE, por su parte, está muy lejos de haber “recuperado la confianza perdida” de los andaluces, como ha dicho Griñán. Menuda “recuperación” de la confianza que le ha llevado a perder 652.000 votos. Ciertamente conservará el gobierno andaluz en sus manos, pero obligado a ceder y negociar con una Izquierda Unida. «Unir todo ese amplísimo caudal exige avanzar y dar pasos en la formación de un frente amplio de unidad» Lo cual está por ver todavía qué efectos produce en el PSOE nacional que cerró en falso el congreso de Sevilla. La número dos del partido, Elena Valenciano ha dicho que los resultados del 25-M son “un balón de oxígeno” para el PSOE. Puede que lo sean en lo inmediato, pero no es seguro que un Griñán– alineado en el congreso con Chacón y no con Rubalcaba– gobernando en coalición con IU suponga en el futuro una relajación y no una agudización de las tensiones y la división interna. ¿Frente de izquierdas o frente amplio?Los mismos resultados del 25-M han puesto sobre la mesa una cuestión sobre la que todos, fuerzas políticas, sociales, sindicales, ciudadanas, personalidades,… que nos oponemos a los planes de recorte y ajustes del FMI y Bruselas estamos obligados a reflexionar y actuar en consecuencia. Y sobre todo Izquierda Unida, cuyos excelentes resultados le dan una responsabilidad de primer orden en e terreno de la unidad. El modelo bipartidista pierde respaldo y votos en cada convocatoria electoral, y su aceleración, además, parece cada vez mayor. Sin embargo, las distintas fuerzas que nos oponemos a él no somos capaces, por separado, de recoger ese enorme caudal, de dar un cauce político al rechazo que expresan. Y en ese amplio frente de rechazo, como hemos visto el domingo en Andalucía, no sólo participan votantes de la izquierda, sino también muchos de quienes hace sólo 4 meses otorgaron su confianza al PP. Unir todo ese amplísimo caudal exige avanzar y dar pasos en la formación de un frente amplio de unidad. Un frente amplio que debe luchar por unir no sólo a la izquierda, sino al 90% de la población que, con mayor o menor intensidad, sufrimos los ataques y recortes. Reducir la unidad a un frente de izquierdas –por muy amplio que sea– sería un error político de primera magnitud, cuya consecuencia es echar en brazos del enemigo a muchos sectores que, objetivamente, forman parte de nuestro campo, del campo de los amigos y aliados en la batalla contra los planes de Washington y Berlín.Un frente amplio capaz de recoger y expresar las demandas y necesidades de todos los sectores sociales que formamos parte de ese 90%: trabajadores, pero también pequeños y medianos empresarios y autónomos, pensionistas y estudiantes, parados y profesionales,… Un frente amplio que diga que sí hay otro camino, que sí se puede salir de la crisis en beneficio de la mayoría si nos unimos y luchamos por imponer una política de redistribución de la riqueza, de ampliación de la democracia, de defensa de la soberanía nacional. En sólo cuatro días, desde los resultados de 25-M hasta la huelga general del 29-M, van a poner de manifiesto que cada vez disponemos de más recursos para levantar ese frente amplio. Si existen condiciones; si el 90% lo quiere; si hay bases de unidad para un programa mínimo común basado en la redistribución de la riqueza, la ampliación de la democracia y la defensa de la soberanía nacional, si sólo con la unidad podemos crear las condiciones para imponer este otro camino, esta otra alternativa, ¿a qué esperamos para ponernos a hacerlo?