De la prensa. Especial gripe porcina

La Granja de Carroll: ¿origen de la epidemia?

La crisis de la gripe porcina ha dejado al descubierto el monstruoso poder de la industria cárnica. El brote en Méjico deberí­a alertarnos de una industria altamente globalizada con un poder polí­tico también global. Mike Davis es profesor de Historia en la Universidad de California, en Irvine, y autor del libro El monstruo en nuestra puerta: La amenaza global de la gripe aviar. Este artí­culo fue publicado el 27 de abril de 2009 en guardian.co.uk (Reino Unido)

La grie porcina mejicana, una quimera genética probablemente concebida en la ciénaga fecal de una pocilga industrial, de repente amenaza con dar al mundo entero una fiebre. Los brotes iniciales en EEUU revelan una infección viajando ya a una mayor velocidad que la última cepa pandémica oficial, la gripe de Hong Kong de 1968. Acaparando la atención pública de nuestro oficialmente señalado asesino, H5N1, este virus porcino es una amenaza de desconocida magnitud. Parece menos letal que la epidemia de SARS de 2003, pero como gripe puede tener una mayor duración que éste. Dado que las gripes comunes estacionales de tipo-A matan casi un millón de personas al año, incluso un modesto incremento de la virulencia, especialmente si va combinada con una alta incidencia, podría producir una carnicería equivalente a una gran guerra. Mientras tanto, uno de sus primeras víctimas ha sido la confianza reconfortante, largamente predicada por la OMS, de que las pandemis puden ser contenidas por la respuesta rápida de las instituciones médicas, independientemente de la calidad de la sanidad pública local. Desde las muertes iniciales por el H5N1 en Hong Kong en 1997, la OMS, con el apoyo de la mayoría de servicios de salud nacionales, ha promovido una estrategia centrada en la identificación y aislamiento de una cepa pandémica dentro de su radio local, seguido de una exhaustiva aplicación de antivirales y (si están disponibles) vacunas. Un ejército de escépticos han cuestionado este enfoque contra-insurgente apuntando que los microbios pueden hoy en día viajar por todo el mundo (literalmente volando en el caso de la gripe aviar) más rápido que la OMS o los funcionarios locales pueden reaccionar al brote original. Tambien apuntaron la primitiva, a menudo no existente, vigilancia la interfase entre las enfermedades animales y las humanas. Pero la mitología de una intervención valiente, preventiva y barata contra la gripe aviar ha sido inapreciable en el caso de naciones ricas, como los EEUU y Reino Unido, quienes prefieren invertir en su propia línea Maginot biológica más que aumentar drásticamente la ayuda al frente epidémico en el exterior, así como a la gran industria farmacéutica, que ha combatido las demandas del mundo en desarrollo para poder producir de forma pública y genérica los antivíricos críticos como el Tamiflú de Roche. La gripe porcina pueden demostrar que la versión de la preparación para una pandemia de la OMS y los CDC (Centros para el Control de Enfermedades de EEUU) -sin una masiva nueva inversión en vigilancia, infraestructura científica y regulatoria, salúd pública báscia y acceso global a fármacos vitales- pertenece a la misma clase de Pnzified gestión de riesgo como los títulos de Madorr. No es tanto que el sistema de alertas de pandemia ha fallado como que simplemente no existe, tampoco en EEUU y la Unión Europea. Quizás no es sorprendente que a Méjico le falta capacidad y voluntad política para monitorizar las enfermedades del ganado, pero la situación es sólo ligeramente mejor al norte de la frontera, donde la vigilancia es un parche fracasado de jurissdicción estatal, y los grandes industrias ganaderas amenazan la legislación sanitaria con el mismo desprecio con el que gestionan a sus animales y personas. De la misma forma, una década de alarmas urgentes hechas por científicos ha fallado en asegurar la transferencia de tecnología viral sofisticada a los países en el camino directo a una probable pandemia. Méjico tiene especialistas en enfermedades reconocidos mundialmente, pero tiene que enviar los frotis al laboratorio canadiense de Winnipeg con el fin de identificar el genoma de la nueva cepa. Casi una semana se perdió como consecuencia. Sin embargo, nadi estaba tan alerta como los CDC de Atlanta. De acuerdo al Washington Post, los CDC no supieron del brote hastas eis días despues de que Méjico empezó a imponer medidas de emergencia. No deberían haber excusas. La paradoja de este pánico a la gripe porcina es que, aunque totalmente inesperado, fue predicho con precisión. Hace seis años, la revista Science dedicó un reportaje para evidenciar que "después de años de estabilidad, el virus de la gripe porcina en Norteamérica, ha saltado en una "vía rápida evolucionaria". Desde su identificación durante la Gran Depresión, la gripe porcina H1N1 había sido sólo cambió ligeramente de su genoma original. Cuando en 1998 una capa altamente patogénica empezó a diezmar las cerdas en una granja de Carolina del Norte y una nueva y más virulenta versión empezó a paracer casi cada año, incluida una variante de H1N1 que encontraron en los genes interes del H3N2 (el otro virus de tipo A circulante entre humanos). Los científicos entrevistados por Science estaban preocupados que uno de esos híbridos puediera convertirse en una gripe humana (ambas pandemias, en 1957 y 1968, se creen debidas a la mezcla de virus humanos aviares y humanos mezclados en el cerdo). Uno de ellos urgió la cración de un sistema de vigiláncia oficial contra la gripe porcina: un avisó, por supuesto, que fue destendido en un Washington preparado para malgastar millones en fantasías sobre bioterrorismo. Pero, ¿qué es lo que causó esta aceleración de la evolución de la gripe porcina? Los virólogos han creído durante mucho tiempo que los sistemas agrícolas intensivos del sur de China era el motor principal de la mutación del virus de la gripe: ambos la deriva estacional y el desplazamiento genómico episódico. Pero la industrialización corporativa dela producción ganadera ha roto el monopolio natural de China en la evolución de la gripe. La cría de animales en las décadas recientes ha sido transformada en algo que se parece más a la industria petroquímica que a la familia granjera feliz descrita en los libros escolares. En 1965, por ejemplo, había en los EEUU 53 millones de cerdos repartidos entre más de un millón de granjas; hoy, 65 millones de cerdos se concentran en 65.000 instalaciones. Eso ha significado pasar de las anticuadas pocilgas a ciclópeos infiernos fecales en los que, entre estiércol y bajo un calor sofocante, prestos a intercambiar agentes patógenos a la velocidad del rayo, se hacinan decenas de millares de animales con más que debilitados sistemas inmunitarios. El año pasado, una comisión convocada por el Pew Research Center publicó un informe sobre la "producción animal en granjas industriales", en donde se destacaba el agudo peligro de que "la continua circulación de virus (…) característica de enormes piaras, rebaños o hatos incremente las oportunidades de aparición de nuevos virus por episodios de mutación o de recombinación que podrían generar virus más eficientes en la transmisión entre humanos". La comisión alertó también de que el promiscuo uso de antibióticos en las factorías porcinas –más barato que en ambientes humanos— estaba propiciando el auge de infecciones estafílocóquicas resistentes, mientras que los vertidos residuales generaban brotes de escherichia coli y de pfiesteria (el protozoo que ha matado mil millones de peces en los estuarios de Carolina y ha enfermado a docenas de pescadores) Cualquier mejora en la ecología de este nuevo agente patógeno tendría que enfrentarse con el monstruoso poder de los grandes conglomerados empresariales avícolas y ganaderos, como Smithfield Farms (porcino y vacuno) y Tyson (pollos). La comisión habló de una obstrucción sistemática de sus investigaciones por parte de las grandes empresas, incluidas unas nada recatadas amenazas de suprimir la financiación de los investigadores que cooperaran con la comisión. Se trata de una industria muy globalizada y con influencias políticas. Así como el gigante avícola Charoen Pokphand, radicado en Bangkok, fue capaz de desbaratar las investigaciones sobre su papel en la propagación de la gripe aviar en el sureste asiático, es lo más probable que la epidemiología forense del brote de gripe porcina se dé de bruces contra la pétrea muralla de la industria del cerdo. Eso no quiere decir que no vaya a encontrarse nunca una acusadora pistola humeante: ya corre el rumor en la prensa mexicana de un epicentro de la gripe situado en torno a una gigantesca filial de Smithfield en el estado de Veracruz. Pero lo más importante (…) es el bosque, no los árboles: la fracasada estrategia antipandémica de la OMS, el progresivo deterioro de la salud pública mundial, la mordaza aplicada por las grandes transnacionales farmacéuticas a medicamentos vitales y la catástrofe planetaria que es una producción pecuaria industrializada y ecológicamente desquiciada.

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