Opinión

¿La gran SGAE mundial?

De nuevo la actualidad se coloca en manos de la lucha or los derechos de propiedad. O al menos eso parece a primera vista. Google avanza en su proyecto de Google Books; ya se han digitalizado 10 millones de obras y clásicos de la Literatura. Es de suponer que el caso se extienda en el tiempo, lo que no impide ver los rasgos principales de la situación. Google controla el 60% del mercado de búsquedas, lo que significa 600 millones de usuarios, el 10% de la población mundial – en Europa el 23%, y en EEUU el 42% -. Teniendo en cuenta el crecimiento de la red por capas sociales estamos hablando de una capacidad de control e intervención desconocidas, y una influencia social preponderante. Realmente la disputa por los derechos de autor queda relegada a un contundente segundo plano. Mientras las negociaciones con las diferentes asociaciones de autores y editores avanzan o se estancan, multitud de organizaciones en defensa de las libertades alertan de las consecuencias de tal grado de monopolización de los contenidos culturales, de obras del pensamiento y la literatura universal y, sobre todo, de la información y costumbres de los ciudadanos que las disfrutan. En el caso de los derechos de autor y la voluntad de Google de convertirse en una gran SGAE mundial, es bueno que las alternativas de Copyleft y Creative Commons crezcan cada vez más. Especialmente las Creative Commons; una forma de libre acceso a los contenidos estableciendo contratos de mutuo acuerdo con los autores respecto al uso de su obra. Pero considerémoslo en otro plano. ¿Qué pensaríamos si el simple hecho de acudir regularmente a comprar discos a nuestra tienda favorita, unas veces lo último de Chucho Valdés, otra un descatalogado de Cat Stevens, o la edición para coleccionistas de Robert Johnson, y cada compra se registrara con nuestra identidad?, y por lo tanto, los días, las horas… ¿y si ademas quedaran registrados todos los discos que hemos ojeado, en qué nos hemos fijado, con quién hemos hablado en la tienda…?; ¿y si, además, esta “huella” – como las cookies en la red – permitiera averiguar dónde vivimos, cuáles son nuestras costumbres, en qué trabajamos, qué tipos de amigos tenemos, si pertenecemos a alguna asociación u organización, nuestro historial médico…?. Todo cambia, claro. Lógicamente, el problema no es sólo individual. Google ya ha cerrado acuerdos con más de 20 bibliotecas en todo el mundo, acuerdos a los que se van sumando instituciones y entidades de todo tipo. Si a esto le añadimos las denuncias presentadas incluso por gobiernos, como el de la India, contra las prácticas de “espionaje” de Google… Recientemente se comparaba el caso con el del British Museum u otros organismos implicados en pleitos por la propiedad de obras de arte y piezas que son Patrimonio de la Humanidad y, en definitiva, fruto del saqueo colonial – es decir, propiedad legítima de un gobierno y un pueblo que no es el británico -, para responder a las banderas de “libre y universal” acceso a la cultura que agitan los responsables de Google. Pero de lo que aquí estamos hablando es de utilizar la cultura como puerta de entrada a la vida y las costumbres de los ciudadanos e, incluso, a los asuntos internos de un país. El pensamiento único extiende por todos sus cauces una única forma de entender el mundo, la suya. Y de paso se enteran de como lo entendemos y vivimos los demás, en definitiva, la mayoría del planeta. Aquí es donde deben centrarse las alertas y aunar fuerzas por defender las libertades individuales y la soberanía. Aunque en el caso de España estemos en aquello de recuperarla. Las libertades, la pluralidad, la memoria y el desarrollo profundo del conocimiento y la cultura nos va en ello.El De Verdad digital también lo haces tú: Contribuye con la calidad del De Verdad digital puntuando este artículo y enviando tu comentario. El 31 de octubre se realizará un sorteo de entradas para los mejores conciertos y estrenos de cine, teatro y espectáculos de la temporada navideña entre los lectores que hayan participado opinando sobre cualquier artículo. Solo hace falta dejar tu email.

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